No digo que sea siempre, pero
muchas de esas noches
en que regreso a casa, derrotado,
sólo, como el único superviviente
de una raza de trasnochadores
envilecidos por el alcohol y el ansia
de haber querido estirar la noche
hasta extinguirla apurando la madrugada,
los descubro como estatuas yacientes
sin acabar de desembalar,
ocupando rincones escondidos
como hojas secas
que se me asemejan a extrañas flores
desperdigadas sobre las aceras
o en solitarios bancos de jardines
en un otoño aparcado en una memoria ajena.
Los contemplo breve rato
no vaya a ser, como ya me ha ocurrido
en otras ocasiones, que mi falta de delicadeza
tropiece sin saber de pronto como comportarse
ante dos retinas de vida ajada,
levemente brillantes
que me devuelven la mirada desafiantes
Entonces, agacho la cabeza
y reemprendo mas vivo
el paso confundido y aturdido,
abrigando como venganza por mi rubor
la canalla burguesa convicción
de ser más digno,
arrojada como una limosna de desprecio,
por no haber acabado,
ni pensar en que alguna vez lo aceptaría,
viviendo como uno de ellos
Lamentando con avaricia,
como única e inconfesable envidia,
no poder hacerme yo también
con esos magníficos ojos
de mirada clavada mas allá de la lejanía,
para poder ver con tono de revelación sin bordes
lo que el resto considerara una locura
ajena a este mundo y a sus esclavitudes.
muchas de esas noches
en que regreso a casa, derrotado,
sólo, como el único superviviente
de una raza de trasnochadores
envilecidos por el alcohol y el ansia
de haber querido estirar la noche
hasta extinguirla apurando la madrugada,
los descubro como estatuas yacientes
sin acabar de desembalar,
ocupando rincones escondidos
como hojas secas
que se me asemejan a extrañas flores
desperdigadas sobre las aceras
o en solitarios bancos de jardines
en un otoño aparcado en una memoria ajena.
Los contemplo breve rato
no vaya a ser, como ya me ha ocurrido
en otras ocasiones, que mi falta de delicadeza
tropiece sin saber de pronto como comportarse
ante dos retinas de vida ajada,
levemente brillantes
que me devuelven la mirada desafiantes
Entonces, agacho la cabeza
y reemprendo mas vivo
el paso confundido y aturdido,
abrigando como venganza por mi rubor
la canalla burguesa convicción
de ser más digno,
arrojada como una limosna de desprecio,
por no haber acabado,
ni pensar en que alguna vez lo aceptaría,
viviendo como uno de ellos
Lamentando con avaricia,
como única e inconfesable envidia,
no poder hacerme yo también
con esos magníficos ojos
de mirada clavada mas allá de la lejanía,
para poder ver con tono de revelación sin bordes
lo que el resto considerara una locura
ajena a este mundo y a sus esclavitudes.
2 comentarios:
No digo que sea siempre, pero muchas veces hemos sido mendigos bajo la falsa apariencia de la normalidad. Y hemos llevado esos mismos ojos ajados, y suplicado en silencio una limosna. Eso sí, quizá, no hayamos dado jamás con la llave que abre los candados, la lima de los barrotes que separan de la libertad.
Un abrazo!
gracias elisa
dame tiempo y conseguire abrir un archivo y mostrar tus poemas...que lo sepais esta mujer escribe que te mueres
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