lunes, 30 de junio de 2008

hombre muerto


Ese hombre, que en este preciso momento
sale por la boca del metro
para dirigir sus pasos hasta el kiosco de prensa;
que dobla el periódico metiéndoselo bajo el brazo
mientras en el bolsillo arroja las vueltas
que volverá a sacar sobre el mostrador
del café al que entra habitualmente;
y que como cada mañana, sosteniendo una taza en el aire
a la que da pequeños sorbos al tiempo que lee
ávido de conocer lo que paso ayer,
ese hombre cotidiano, esta previsiblemente muerto

Él no lo sabe
y los que le rodean
lo ignoran.

Siempre ha llenado mi curiosidad el no saber
que hacen en los hospitales con los miembros amputados
- ya sabéis y si no deberíais, que la curiosidad
mato al gato y pervirtió a la adolescente-;
si aguardan en algún lugar al resto del cuerpo
mientras se descomponen
o se incineran como viejos papeles,
como un montón de viejas cartas sin remite
cuyos rescoldos esparce un viento gris en dirección
a un recién descubierto nuevo punto cardinal.

Alguien debería acercársele
y explicarle la verdad;
como ha hecho mal, dado su estado,
en levantarse esta mañana
y venir a trabajar;
y, si no lo creyera, obligarle
a que consulte en las páginas centrales las esquelas,
para al descubrir la suya, con una foto que no lo hace justicia,
inmediatamente gire su mirada hacia la cristalera
tratando de adivinar que tiempo hace hoy
y en él que no había reparado
hasta saber que lo tiene inesperadamente libre.

Pero nadie lo hace, todos sabemos
lo que cuesta hoy día que otra persona
cruce dos palabras con quien tiene al lado,
aunque pertenezca a esos extraños cordiales
con los que coincidimos cada día
a la misma hora en los mismos lugares
y a los que dirigimos nuestra educada indiferencia
porque a lo mejor todos somos miembros amputados
aguardando una resolución a nuestro extravió.

sábado, 28 de junio de 2008

TRAS UNA VENTANA


"El aire oreaba tu cabello, y fue sólopasar, apenas un minuto y ya dejarte"
Luís Antonio de Villena




Siempre he deseado saber que late

tras la única luz encendida

en una solitaria ventana

de un oscuro edificio

a altas horas de la madrugada.



Te abres paso entre la gente que inunda el bar.

Esta es la tercera vez que haces que levante los brazos,

sosteniendo en lo alto de uno la copa

y en la mano del otro el cigarro a medio fumar,

para permitirte pasar,

y cuando lo haces, me acerco tan cerca,

sin llegar a tocar tus cabellos,

que me enredo con el perfume

que abastece la sensación deseada

de tener tu calor contra mi pecho.




Como un gitano, catálogo los abalorios

que adornan tus dedos

para descifrar en que estado de gracia

- hasta los ladrones de virtud

tenemos atrofiadas normas-


viajaremos abrazados en el interior de un taxi

hasta la otra punta de la ciudad,

a visitar un cuarto en el que nunca antes había estado

pero que siempre imagine así,

y el en que una luz quedará encendida,

lamiendo el caramelo de la noche hasta consumirla,

como aviso a los pocos navegantes nocturnos

que se detienen a contemplar las únicas luces

encendidas en los edificios,

imaginando toda clase de intimidades

que alumbran su nostalgia.

VANESA


Hay algo inquietante

en cada cosa que haces.

Eres capaz de cambiar el ritmo de mi corazón

con solo una de tus silenciosas miradas,

haciéndome creer también

que en mis oídos resuena el irreal,

pero siniestro, sonajero de advertencia

de una serpiente

que me inocula con sus afilados ojos

de mudo reproche

el veneno de la inseguridad.



Y un día, casi perfecto,

sin nubes y un sol radiante

atravesando con sus afectuosos rayos

como una caleidoscópica visión

las hojas de los árboles del parque,

en el que todo transcurría plácido,

con monótona modorra;

de pronto, como si un grupo de palomas

alzaran súbitamente el vuelo,

se quiebra con forma de hiriente premonición

de que sin que nadie lo rozara

se ha precipitado el bello hechizo;



como una molesta brisa que se levantara de golpe

devolviendo el frío desasosiego de humedad

a la antes cálida hierba

sobre la que estábamos tumbados

y la ausencia de nubes y un sol radiante

me avisan con exactitud de la sensación

que de mi se apodera

de que nada será

como fue hace un instante.

MENDIGOS


No digo que sea siempre, pero

muchas de esas noches

en que regreso a casa, derrotado,

sólo, como el único superviviente

de una raza de trasnochadores

envilecidos por el alcohol y el ansia

de haber querido estirar la noche

hasta extinguirla apurando la madrugada,

los descubro como estatuas yacientes

sin acabar de desembalar,

ocupando rincones escondidos

como hojas secas

que se me asemejan a extrañas flores

desperdigadas sobre las aceras

o en solitarios bancos de jardines

en un otoño aparcado en una memoria ajena.




Los contemplo breve rato

no vaya a ser, como ya me ha ocurrido

en otras ocasiones, que mi falta de delicadeza

tropiece sin saber de pronto como comportarse

ante dos retinas de vida ajada,

levemente brillantes

que me devuelven la mirada desafiantes




Entonces, agacho la cabeza

y reemprendo mas vivo

el paso confundido y aturdido,

abrigando como venganza por mi rubor

la canalla burguesa convicción

de ser más digno,

arrojada como una limosna de desprecio,

por no haber acabado,

ni pensar en que alguna vez lo aceptaría,

viviendo como uno de ellos




Lamentando con avaricia,

como única e inconfesable envidia,

no poder hacerme yo también

con esos magníficos ojos

de mirada clavada mas allá de la lejanía,

para poder ver con tono de revelación sin bordes

lo que el resto considerara una locura

ajena a este mundo y a sus esclavitudes.

DE TODOS LOS LUGARES FELICES DONDE HE ESTADO


"Para saber de amor, para aprenderle,haber estado solo es necesario..."
Jaime Gil de Biedma




En más de una ocasión

he intentado saber

que agujero vacio dentro de mí

trataba de llenar amándote;

que absurda cadencia,

como la de tus pasos alejándose,

habitaba estremeciendo mi pecho.



Así, cuando te fuiste,

habría sabido por mí mismo

por que lo hacías,

y no hubiera sido tan amargo

aceptar que el desamparo

también tiene ojos

de los que no se borrará nunca la última vez

en que se cruzaron nuestras miradas.



Supongo que de existir un Dios,

tal como nos lo enseñaron,

se habrá divertido contemplado

lo inútil de mi cacheo al pasado,



como el del que extiende a tientas una mano

palpando en la oscuridad

buscando dar con el interruptor

que le ofrezca alguna luz.



Recorriendo de un lado a otro los ángulos muertos

de mi muda memoria;

enterrando más allá

un rencor inútil

para el que quedaron preguntas por hacerte

que obligado por mi repentina ceguera

ha comprendido que nunca nadie me contradecirá.



Si no fue cierto nunca todo lo que sentimos

o forma parte de otra dimensión

que también habitamos

y donde nos continuamos amando.



Fue como si gritara a alguien que huye

llevándose mis líneas de la mano,

como el incendiario que me pide prestado

para comprar gasolina,

como un fantasma furioso

espectro de una venganza

que no está a su alcance,

como al final de todo

quedarse sin palabras.




Y sin embargo,

de todos los lugares felices

donde he estado

y querría regresar

estas tú.

A LO MEJOR NUNCA ME HE HECHO MAYOR






Creo que ya nací enamorado de ella



Las cosas siempre las recuerdo más grandes,

quizás también porque era yo más pequeño



No desconfié nunca de los extraños

a los que otorgaba una aureola de nobleza

que sacaba de los personajes del cine

o de los libros que leí



-solo con desearla con todas sus fuerzas bastaba

para que cualquier cosa pudiera ocurrir-.



A veces pienso que nunca he sido niño

o a lo mejor nunca me he hecho mayor.



- si me has mentido en alguna ocasión,

tú sabrás-



O puede que este atrapado

en esa tierra de nadie

entre la pubertad y la juventud

que me hace llevar piedras en los bolsillos



a falta de miguitas de pan que arrojar

para que los pájaros de mi cabeza

se coman el camino de regreso a casa.

ELABORADA FANTASIA MALVADA


"...De noche, te alisabas los cabellos,yo me dormía, meditando en ellos..."
Blas de Otero



Despierto y te descubro junto a mí.

Cierro de inmediato los ojos,

sin dar tiempo a reconocer

a quién pertenece ese bulto,

caliente regalo que el cielo

ha metido esta noche desconcertante

en mi cama.



Te prohíbo que hables

poniendo un dedo

a ciegas sobre tus labios

-que tú tomarás

por una de mis románticas extrañas poses

que tanto te debieron agradar-

para que no desveles aún tu identidad,

para que dure el máximo tiempo posible

la dulce sensación de que seas

quien en más de una ocasión deseé.





Así podré imaginar aunque sea sólo por un instante,

relamiéndome canalla

con este magnifico espejismo inducido

-elaborada fantasía malvada-,

que el cuerpo que acaricio desnudo,

que la piel y los pechos,

que el extraño tacto del vello de tu pubis,

que el húmedo bálsamo

en el agua benditera de tu sexo,



pertenecen, durante el mayor rato

que pueda robar a la realidad,

a quien imaginé solo en sueños

sin rostro,

embriagándome como una tempestad intangible

entre las sábanas

sin alcanzarla nunca en propiedad,

sin su nombre en mi boca;



de quien dándome la espalda

va por delante de mí por la calle

ignorante de que la fecundo

con la mirada,

admirando extasiado

sus formas al caminar;

de quien al descolgar el teléfono

comienza a hablarme y tengo que cerrar los ojos

para que me penetre aún mejor su voz

como una cascada

de besos en el interior de mis entrañas…

HE PASADO POR LA VIDA

Siento,

cada vez que la reinterpreto,

que he pasado por esta vida

caminando como un gato

sobre el teclado de un piano;

unas veces dando la nota,

otras desafinando

y, la mayor parte,

sin dar con el acorde.




He aprendido un montón de cosas;

la mayor parte inútiles,

pero que en alguna ocasión me han servido

para deslumbrar a alguna probable lasciva víctima,

a un corro de desafiantes entendidos,

o para recordar la fecha de la batalla de Trafalgar

el día que Hacienda me comunica una inspección.




Así he acostumbrado a mis pies

a andar por la cuerda floja

y mis amigos ya no se sorprenden

de tanta mudanza.




Sólo echo en falta

ese sexto sentido

que me advierta

cuando la vida

pilla ese cambio de rasante

que me impide ver lo que se avecina.



Eso y la mano

que me desnude cada noche

sin detenerse sorprendida

al descubrir cada nueva cicatriz.



Que deje bajo el felpudo

o en el macetero de la entrada

la llave

que me permita abrir la salida

por la puerta principal

de sus muslos ligeramente colaboradores.



Cualquier cosa

antes que caer bajo el peso

de mi propia consciencia

cuando en la farmacia

no me venden el Prozac sin receta.



Me quedo en la herejía

antes que con la muerte.

ANTES DE SAQUEAR EL CIELO


Antes de saquear el cielo

Propongo

Saboteémos primero el infierno

No informemos

De nuestros planes

Que el demonio se entere por la prensa

Que tenga que preguntar

Que acabe por ponerse al teléfono

Para hacer frente a las quejas del mismo Dios

Sobre violaciones de Ángeles

Sobre alas de plumón arrancadas

De responder por las llaves robadas

Que les obliga a dejar abiertas de par en par

Las puertas del cielo toda la noche

Como para que ahora entre cualquiera

AVIONES DE PAPEL


Mis torturadores han esperado

hacerme confesar un crimen que no he cometido.

Mis enemigos, desean que aguante

solo con el mal intencionado deseo

de ver como se alarga inútil mí martirio.

Mi hijo, me mira con esa mirada que tanto temo

mientras le insisto en que se esfuerce en sus deberes.

-¿Sabes hacer aviones de papel?-

me descompone con sus ojos expectantes

y su inesperado nuevo retador desafío.

Finalmente, abandonamos las sumas y restas

para acabar lo que queda de tarde haciendo volar mis cuartillas

con el texto en blanco de poemas descartados

exigiendo el rescate por algo que nunca he poseído.

Aun así, tengo fe en que la suerte

me llegue algún día como botín

de quien jamás se ha rendido.

Mientras tanto, hago volar magníficos aviones de papel

que describen imprevisibles órbitas

en su vuelo ingrávido

decorando el vacío alrededor de nuestras cabezas.

EL ASESINO


Sedientas orillas de mares salados,

playas desnudas

separadas por océanos de razones.

Continentes atravesados por caravanas de deseos

cruzando desiertos y estepas,

montañas de egoísmo

y caudalosos ríos que nunca llegaran al mar

porque son como venas y arterias

saliendo de un corazón al que regresan,

sobre el que flotan los cadáveres

de inadaptados a la muerte.

Ciudades, donde satisfacer a buen precio pequeñas fantasías,

encerradas en sí mismas,

con todas las luces encendidas, volcadas en sus miedos,

especulando desde el escaparate

de una tienda de televisores

con el espectáculo a todo color

de todo tipo de lejanas angustias.



¿Has visto el rostro del asesino?.

¿En mitad del día de que color son sus ojos?.

¿Con qué voz amable responde al teléfono?.

¿Te da exactas las vueltas al comprar el pan?.

¿Qué susurra por las noches en tus oídos

que consigue que cierres confiado los ojos?






¿Qué sientes al descubrir que te devuelve la mirada

cuando lo contemplas en el espejo?



Llegara montado en su corcel amarillento

preguntando por el nombre de en que ciudad se encuentra.,

Sobre el cielo explotara azul

una inquietante aurora boreal

que admiraran extasiados los ciegos

con sus ojos en las palmas de las manos.

Ningún niño vendrá ya al mundo para pasar más hambre.

Por una escalera de plata descenderá rodeado de luz

apartando a su paso a las gentes

como aguas de un océano vaginal

preguntando por el nombre de en que ciudad se encuentra.



Marcada ya la hora

para la que se crearon todos los relojes,

nadie habrá ya mirando al cielo

escudriñando en el universo

hasta descubrir a aquellas estrellas fugaces

que guían a los Magos de Oriente

al lugar donde el asesino

buscará destetar a un Mesías famélico de Fe.




Únicamente fuegos fatuos sobre las calaveras

de quienes se suicidaron viviendo

con sus cínicas sonrisas en las que no falta ningún diente,

nos indicaran la excusa de un ratoncito Pérez

para haberse metido a proxeneta del tráfico de miedos.

Aclamado como cínico triunfador

con su imagen en millones de camisetas

con eslóganes que nos recuerdan que Jesús te ama.



¿No has podido reconocer aún al asesino?

¿Nadie te había hablado de él?

¿Puedes beber tranquilo sabiendo que la calle

por donde has de regresar esta desierta?

¿Que tus hijos hablan con extraños en el parque?

¿Qué rostro logras recordar de verlo en tus sueños

Cuando despiertas por la mañana?

¿Por qué no puedes sostener la mirada

de quienes te cruzas al entrar o salir de los edificios?



Que no hayas visto aun tu cara

en primera plana de los periódicos

ni abriendo los informativos en la televisión

solo significa que es cuestión de tiempo

que te atrapen.

viernes, 27 de junio de 2008

PASEANDO POR EL LOCAL SIN CLIENTES

Tal como anda el mundo, en el que nadie regala

ni da nada a cambio de una promesa,

tan fácil de devaluarse como la honradez de fiar por la cara,

empeñando hasta la palabra dada

con la nocturnidad de una copa en la mano,

blasfemando para hacernos entender

en la oscuridad de la barra del mas pecaminoso de los burdeles,

no son horas estas para que me vengas tú ahora

-pardillo o es que vas de listo-

a promocionarte sabiendo que hoy no he abierto ni la caja;

en esta noche en la que no debería haber venido

para lucir solo palmito y desgastar tacón,

paseando por el local sin clientes;

pidiendo a los pocos habituales o no

una moneda para poner una canción en el jukebox;

y menos para oír que cada vez que vienes lo haces solo por verme,

susurrándome al oído sin invitarme ni a un baso de agua- tío pajillero-

con ojos cándidos de alcohol,

poniendo con cara de adolescente virginal una forzada mirada de inocencia,

con tu traje barato y tu arrugada corbata de imitador de triunfador;

tu repelente hedor mezcla de sudor y loción de afeitado,

asegurándome que si haríamos el amor te podrías enamorar de mi.

El alcohol o la necedad se te han subido a la cabeza

o es que eres de los que se pasa con el prozac;

¿estas idiota?, no sabes, y no es norma solo de esta casa,

que a las putas nos esta prohibido enamorarnos;

¿quieres que regalemos la mercancía

que nos permite concedernos esos caprichos

con que ningún amante ocasional nos sorprende?;

¿que no cobremos por lo que tarde o temprano

todos terminareís pasando por el aro

y de una manera u otra acabareís soltando

dándomelo a mí o sufragando vuestros descascarillados hogares?;

¿qué sería de mi si a mis clientes fijos

les va alguien diciendo que a veces invita la casa?;

¿conoces algún camello- si no quiere acabar sin piernas

en las vías del tren- que se meta más de lo que vende?

Mientras piensas una respuesta que no te humille más,

no hace falta que apures la copa que se te calienta entre las manos,

vas subiendo arriba y prestándome tu tarjeta de crédito,

así te permitiré que me repitas eso

u otras guarradas, incluso que me llames

como a tu madre o a tu hermana,

ya sabes, quien paga manda.

QUIERO DEJAR DE SER OBRERO DE MIS PASIONES

Quiero dejar de ser obrero de mis pasiones,

volverme cruelmente refinado;

abandonar ese puesto de peón

de mis vocacionales secretos

para no ser nunca más el payaso aficionado

víctima de los remordimientos,

esclavo de esta realidad en la que no encaja.



He decidido marginar de mi vida la mediocridad,

no rehabitar nunca más el lugar

dejado por mis dudas;

saboreando el momento de poder

manejar la magnifica indiferencia

de orgulloso pecador consumado

ante cada nuevo placer recién descubierto,

poniendo en cada instante a examen a mis sentidos;

no envidiare nunca más a nadie,

viviré el resto de lo que me quede bailando

sobre el filo de la navaja que me apretaba el cuello.

-que Dios nunca me haya respondido

no significa que tenga que llamar a otra puerta,

porque ¿qué ha hecho por mi el diablo

aparte de tentarme?-




Identificaré la resignación a partir de ahora con derrota,

la ausencia de dolor no significará nunca más felicidad.

Y así, caminaré con levedad impúdica

sobre el pecado de mis actos

sin temer su expiación, que no alcanzará

a ser nunca como la desgracia ya vivida.

Así podré morder la manzana deseada

y arrojarla con un solo bocado,

despreciándola saciado,

sobre la cabeza de los que de siempre

han esperado para verme caer.

ALAZNE

"Si no te conozco, no he vivido; si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido."
Luís Cernuda





Blanco no es el nombre de ninguna ciudad

pero así es como se me quedan los ojos

cada vez que en mi sueño

sueño que me pierdo en tu cuerpo

y no hago como esos trenes nocturnos

que cruzan los extrarradios sin detenerse;

a tu lado dormiría

como si emprendiéramos un inesperado viaje

hasta la mañana aún inexistente.




Blanco no es ningún color

pero así veo el futuro

cada vez que te oigo hacer planes,

lascivo por hacerte el amor en cualquier parte;

y así me quedo, cuando sentencias al decir que aún no,

blanco como el semen retenido,

como la tonalidad de la primera luz de la mañana

atravesando las cortinas

tras una larga noche regalada a la madrugada;

como la sal del sudor que destila un cuerpo

en plena canícula de contenido deseo.





Blanco no fue el rastro de tus dedos en mi piel

pero si tu recuerdo en mi memoria,

como el afilado fulgor de las imágenes

de un prospecto de viajes

con las fotografías de ciudades

que jamás he pisado,

desde La Habana

a Damasco,

desde Algeciras a Bagdad,

pero por cuyas estrechas callejuelas ansío extraviarme

y desorientado extender la mano una noche

para en la oscuridad, entre las sábanas de un hotel,

tocar el cuerpo de alguien que pienso se te parece.

EL SANADOR DE SERPIENTES








Había jurado que no volvería nunca más
a pasar por los mismos lugares
que compartimos;
había buscado
y agotado todas las excusas,
dando tiempo a que se durmiera,
a que cuando lo hiciera
me hubiera olvidado.
Y hoy, que no tengo mas remedio,
desde que lo supe la vuelvo a notar
observándome,
al acecho, a mi lado todo el rato;
siento como viene
haciéndome de nuevo un nudo en el pecho
con sus anaranjados húmedos anillos.

Temo tropezar con ella
al doblar cualquier esquina
transformada en espectro
de lo que ame;
voy mirando hacia todas partes,
tratando de esquivarla
vuelvo la cabeza
al oír cualquier voz familiar,
doy cada paso con cuidado
de no hacerlo en su cola
y que de una repentina dentellada
me inocule el veneno de la nostalgia.

Siento como el gigantesco reptil
se arrastra y se alarga persiguiéndome,
y ando deprisa e incomodo por las calles
donde hasta hace poco me detenía sin miedo
a conversar, a besarla, a fumar un cigarro,
a hacer tiempo.
Temo más que nada
toparme con ella de frente,
que sus ojos encuentren los míos,
que adivine porque agacho mi mirada,
y es que al final
el sanador de serpientes
murió de melancolía.

CADA DIA APRENDO ALGO DE TI

Cada día

me enseñas algo nuevo de ti;

ayer, aprendí

que aparte de las fresas

también te gustan las cerezas,

aunque realmente pienso

que con lo que más disfrutas

es poniéndote perdido,

aleccionado como estoy

a hacer dos partes

con el contenido de mi plato

destinándote lo mejor

que tú a veces desprecias

como botín

de mi preocupación.




Cada día sé

más cosas acerca de ti,

sobre tu gustos

y lo que te desagrada;

que los cohetes y petardos

al explotar en las fiestas,

el excesivo ruido y el bullicio

te hacen fruncir el ceño,

produciendo un efecto

similar al de la superficie plana del agua

rompiéndose para distorsionar tu mirada

cristalina

siempre serena,

incapaz de acertar a entender

¿Cómo se puede alguien divertir

molestándote a ti?




Sé que cuando no se te oye

no tramas nada,

concentrado en la fantasía

de algún juego

sobre el suelo de la cocina

o de tu habitación,

hojeando las páginas con ilustraciones

de uno de mis libros

o embobado ante la televisión,

recordándome,

con tu labio caído,

a alguien.





Cada día

aprendo una cosa más de ti,

del muchacho tranquilo

con risa de cascada;

me has instruido

sobre como hacer para que hagas las cosas,

a elegir el momento bueno para decírtelas,

que es lo que se te da bien

y que procuras, ya desde hoy,

esquivar;

lo salado o lo dulce,

carne o pescado se han de alternar

en la vida

como las verduras de la felicidad,

como cuando aprendas las letras,

las sumas y restas

que te la intentaran saquear.




En mi particular debe y haber,

en el que me divierto

con tus sencillas explicaciones

sobre el más complicado de los temas,

ya que yo tampoco considero

que exagerar sea lo mis mismo que mentir,

mi amado inquilino comunista,

consumado dictador subversivo,

siempre habrá un recibo

por el que te deba algo;

para empezar me has descubierto

– impagable-

que tengo paciencia;

lo que me lleva a caer en la reflexión

con tristeza

si no admitida si aceptada,

de que nunca llegare a ver

que aventuras viviras por ti solo;

los dos careceremos,

en un momento dado, de tiempo,

para mi ya cada día más escaso

de conocer al hombre;

para ti, ya lo veras,

de poder demostrarme cuanto me querías.



Y así, separados también

en el espacio

pasearemos descalzos,

indefinidamente

ajenos el uno del otro,

sin poder vernos ni escucharnos,

por los jardines sin muros de piedra,

en el que nuestras pisadas

serán ya inexistentes antes de dar un paso

del enorme cementerio para Ángeles

en el que moraran nuestros comunes recuerdos.

SOY TRILERO MANCO Y TUERTO

Serán mil veces al día las que consulto el reloj

como si vivir consistiera en cronometrar

a una suerte

que nunca me ha llegado.



Soy trilero manco y tuerto

jugando siempre

con mis auténticas vocaciones,

que aprendí a enmascarar

de sanos y buenos propósitos.



Nunca he pretendido demostrar una verdad

-a la que ahora insisto en despistar-

aparentando una virtud vacia de culpa

cuando señalas con tu chivato acusador dedo

al primero de mis defectos,

por el que me pillas

para convertirlo en público inventario

de un rosario de imperfecciones

que no recordaba.



Aun así, cuando aciertas a la primera

y me desnudas


privándome del pudor de mi dignidad,

descubro

como el pecador con amnesia

que podría a llegar a morir de viejo sin ella;

esgrimo mi capacidad de adaptación

como argumento

y una nueva ley,

de gravedad o de moral,

aprendo a interpretar

haciendo sonar la pandereta.



Hace tiempo que asimilé mi destino

como el mal camino

que nunca llevará a buen pueblo

pero habiendo disfrutado de la velocidad

de bajar cada cuesta sin las manos en el manillar

retándote con la mirada a la cuestión

de ¿quién ha vivido más?



He sacrificado todo

para no renunciar nunca a nada

desproveyendo de conciencia a mis órganos

- de los que prescindiría definitivamente si pudiera-

para que no repudien nunca más

a las adicciones de las que extrae mi espíritu,

ya que, al parecer,

enferman con la poca virtud de mis alegrías.





Y así vivo, ajeno al complejo de culpa

y al deterioro de salud como imagen,

describiéndome ante ti

con un solo vicio inocente

envilecido únicamente por el orgullo

con que te lo muestro sin negarlo.

EL ASESINO Y SU CITA

Planeo con sumo cuidado

cada detalle de nuestro encuentro.

No me puedo permitir dejar nada al azar

como si se tratara de un momento fortuito

preparado por un admirador

deseoso de hacerse notar.




No anhelo permanecer más en tu retina

que el instante en que tus ojos me miren

oceánicos clavados en mi rostro,

atónitos, desconcertados.




A la sorpresa veloz

he de sumar que nadie lo evite

interrumpiendo nuestra intimidad.

Solos al fin los dos, tu intentando entender,

yo, procurando atraerte a mi verdad.




Me preocupa elegir correctamente

ese segundo sagrado

en que tu vida definitivamente me pertenezca,

en que seas mía para toda la eternidad

y en el que prometo no desfigurar tu belleza

usando nada más que mis manos,

detenidas sobre tu aliento

hasta apoderarme de tu ultimo suspiro de cristal.




Luego, continuare mi camino

sin que nadie me haya visto;

tú, ya no temerás más.




Sé que te preguntaras por qué precisamente tú,

como tampoco entenderás por qué lo tengo que hacer.

Perdona esta confesión,

pero otros ojos antes que los tuyos

y a los que al principio

me era imposible descifrar su mueca

tomándola únicamente por pánico,

se han empeñado en plantearme la misma cuestión

como si la obtención de una respuesta

retrasara lo inevitable.




Si hubieras cruzado la calle por otro punto,

si no te hubieras entretenido frente a los escaparates

iluminados en la oscuridad nocturna de una calle solitaria;

si tus pasos no hubieran ido acompañados del eco

de un taconeo constante que llamo mi atención

para al girar mi cabeza descubrir que paseabas sola,

creyéndote a salvo en este entorno,

ignorando que habias entrado en un jardin privado,

que formabas ya parte como una flor más

del jardin de un asesino.




A partir de ese instante,

como si tú fueras todas las aceras de la ciudad

y yo la lluvia,

me comenzaste a pertenecer.

Eso y que dentro de mí crezca

la necesidad ineludible de custodiarlos

para que nadie que no sea yo

interrumpa su serena cadencia.




Así, poco a poco, creyendo que van

hacia la seguridad tediosa y rutinaria

del calor de tu hogar, te diriges inconsciente

a la sorpresa de nuestro encuentro,

sin presentir detrás de ti el silencioso sigilo

con que te persiguen los míos,

fecundándote de un breve futuro con la mirada

de cazador sin prisa por decidir el momento

en que olvidar tus costumbres para iniciarme

en conocer las de una nueva alma que deba custodiar.





No te arrebato nada que tarde o temprano

vayas a perder y a cambio te regalo

que no te vuelvas a preocupar jamás por nada.




¿Que saco yo de esto?

Veo que te empeñas en resistir,

en no plegarte a entender.

Mejor harías en aceptar tu destino

como a que yo seré la última persona

por la que te debas inquietar.

jueves, 26 de junio de 2008

AL SORPRENDERME ESCRIBIENDO CON UN DEDO EN EL AIRE

Me juzgas y sopesas mi locura

al sorprenderme escribiendo con un dedo en el aire

preguntándote recelosa

si ocultare aún más rarezas.

Para evitar que me mires de la misma manera

te confesaré que respiro por mis heridas

como un reptil de sangre caliente;

extravío mi mirada

con cada ojo observando en todas direcciones,

pero clavado en mi interior

gatea un pensamiento inconsistente

que humedece mi lengua como una sopa de moscas

para acometer la masturbación

como un espontáneo homenaje

imaginando tu cuerpo de una perfección

que tú también envidias en las modelos de las revistas.



Ya no hablo solo, al menos como solía hacer,

ahora me dedico a mejorar la acústica en silencio

escuchando los latidos de mi corazón

y comprobando como invariablemente mejora su ritmo

más saludable cada vez que te evoco.

CONVIVO CON EL CAOS

Convivo con el caos.

Ya ves, podía haber elegido otra compañía

pero por lo que parece

aún no he podido evitar

que todo el desorden de mi vida

sea el que imponga ahora las normas

de cómo he de sobrevivir

entre los muebles

que ha ido almacenando

tras tanta mudanza.

Ayer me crucé en la calle con Peter Pan;

me costó reconocerlo

con corbata de seda

y esas maneras de andar con prisa

ajeno al resto de la humanidad,

con mirada de frío triunfador,

como si no deseara contaminarse de mediocridad

ni que nadie le venga ahora a rememorar

su pasado subversivo.

Aun así, sigo creyendo en las hadas

y en que una un día me vengan a rescatar;

hasta el momento, de mis exiguos encuentros con ellas,

sólo he podido conservar

dos demandas de divorcio

y un montón de fotos de gente desconocida

con caras de ser felices.

Mis amigos me recuerdan por quien fui,

ya nadie me habla de lo que soy

y tampoco hago planes de huida que se tuerzan

antes de llegar a la esquina.

Aun así tengo lo más importante, o eso me dicen:

un hijo, un maravilloso hijo

que hoy me quiere y mañana me echara en cara

la herencia del caos.

Pero el caos no es algo impensable,

más bien algo que invade lo cotidiano

convirtiendo en rutina la incertidumbre.

Puede surgir al descolgar el teléfono,

al recibir una carta certificada,

cuando los señores del banco quieren hablar conmigo

o al bajarte de mi coche sin despedirte.

El caos suplanta a la soledad,

confunde a cada paso el camino de casa

y dónde coño deje aparcado

el cómo salvarme.

Me obliga ha hacer censo

de la gente que hay en los bares

con las que comparto copas a deshoras,

habilidades con la tarjeta de crédito

y una admiración, casi obsesiva, por la rubia platino

que va con el gigantón de bíceps de gimnasio.

Y es que el sexo ya es algo que solo se entiende

como lascivo y promiscuo,

o pueda que siempre fuera así

a pesar de que lo llamáramos

con un nombre por el que nunca nos respondió.

El caos se adueña de las famélicas farolas,

de las enfermas sábanas; moribundo

me hace llegar tarde y sin excusas

a las dichosas obligaciones que tenía por la mañana

teniendo que dejarlas para mejor ocasión

y provocando la aparición de un arrepentimiento

que dura poco, ya que es mayor la sensación

evidente de que siempre llueve sobre mojado.

CADA DIA MAS MUDO

Interpones tu dedo
colocándolo suavemente sobre mis labios
pidiéndome sin palabras
que me este callado

Sin tiempo para adivinar
si se trata de hacerme un reproche
o si he olvidado que hoy era mi cumpleaños
me obligas a permanecer de pie
en silencio

De pronto me haces otra señal
con el mismo dedo
para que te siga

Abres la puerta del dormitorio
y me indicas con la mirada la cama

Ahora usas otra vez ese dedo
colocándolo en tus labios
advirtiéndome
para que no haga el menor ruido

Sobre nuestra cama
ese enano que insiste
en imitarnos y en parecérsenos
se ha hecho dueño
de la situación
con sus manos junto a la cabeza,
los ojos cerrados
y los papos para comérselos

Ante la tierna belleza
del instante
no es necesario
que repitas tu indicación
para que procure
prolongar este instante

Me quedo mudo
emocionado
admirándolo
absorto.

miércoles, 25 de junio de 2008

DEBÍO SER ANTES


Debió de ser antes,

bastante antes de que los sentimientos

recién descubiertos,

aún envueltos en la ingenuidad,

invadieran las calles

tras las banderas de una utopía idealizada;

antes de que gritáramos

llamando a sumarse a todas las insurrecciones

corriendo delante de lo establecido

hasta hacerlo retroceder.



Mucho antes

de que los primeros desencuentros

saquearan mi corazón,

de las primeras trepanaciones del alma,

de que encendiera la gran hoguera

a la que arrojé todo lo que creí

nunca volver a echar en falta;

en ella ardieron los versos

que no te leí sentado en tu cama

y aquel juramento que te hice

de no contárselo jamás a nadie.




Muchísimo antes de que el último desliz

me obligara a inventar otra versión

por la que voy sorteando mi castigo

como un ciclista entre el tráfico un día de lluvia,

-la melancolía no embellece el alma

sólo empaña aún más la tristeza-.

Debió ser antes de que perdiera la cuenta

de las veces que me he mentido a mí mismo

y de que creara sólo para mí este placebo

que me levanta de la cama todas las mañanas,

-hay mañanas que hacen de noches-;

puesto en lista de espera todo aquello

a lo que nunca dediqué todo el tiempo

que hubiera deseado

como cuando me cogiste de la mano

para a escondidas llevarme al cuarto de los invitados.



Debió ser como dice mi doctor

que esta necedad parió conmigo,

que agarrándola como la hemos pillado a tiempo

con estas pastillas en cada comida

no sentiré más el paso del calor al frío,

ni nunca más dudaré por no saber que hacer

con un gorrión tullido

entre mis temblorosas manos;

ni me herirán más esas imágenes

de afilada blancura

detenidas en la cornisa de mis recuerdos,

hablándome con palabras exactas y frases

con las que entablo un careo

contra lo intangible, -frustrante monólogo

ante lo que no se puede ya cambiar-;

ni volveré a oír nunca más mi grito

llegar sólo hasta donde alcanza mi mirada.

EL ASESINO SE CONTEMPLA

Me examino en mi reflejo azul

retratado en las ventanas de los trenes que pasan

como un rostro que arrastra como equipaje un cuerpo

y ojos tan duros que hieren

como los de un sicario adolescente.

Tan absurdo como un solitario kamikaze novato

sentado en el banco de una estación

dudando de que dirección tomar.

Buscando en el semblante de la multitud,

que viene y va

sin quedarse,

el alivio de reconocer una cara

que no he visto más que en confusos sueños.

Cierro los puños en el fondo de los bolsillos

impaciente por amartillar el arma en que me he convertido.

Indeciso acaricio con la yema del dedo

el filo de la hoja en que tomé mis últimas notas.

Mis labios apretados hacen de verdugo

a imposibles palabras

incapaz de localizar ese dolor ni qué lo produce.

Asomo con vértigo la punta de los zapatos

detenido al borde del andén

para contemplar a mi alma suicida saltar al otro lado,

confiando en que al fin alguien por mí la encuentre

tendida con los ojos cerrados

para despertar a media noche,

después de escuchar su voz en mi cabeza,

y ver que se aleja agitando la misma mano

con la que me robo las líneas del futuro

dejando solo las del vertedero de mi pasado

en mi palma encallecida por tanta reprimenda.


Sólo cuando muera puede que os perdone.

HEY TXO¡¡¡

“Hey Joe, uh, where you going' with that gun in your hand?Hey Joe, I said where you going' with that gun in your hand? Alright “

Jimmy Hendrix





Hey txo!

¿Dónde te metes?.

Desde que supimos lo tuyo

con la muerte

estuvimos esperando

que te pasaras a contárnoslo.




Hey txo!

No sé quién salió en tu busca

pero no regresó.

Poco a poco me fuí

quedando sólo en el bar.

Todos se fueron yendo.

Incluso aquel tipo del fondo

que bebía huraño sentado en una banqueta

sin ver que en el espejo, tras la barra,

su reflejo también le había abandonado.








Hey txo!

Te estuve aguardando

para hablar como de costumbre

y que me repitieras otra vez aquella anécdota,

una vez más con un nuevo final,

del milagro de la lluvia

cayendo del techo de tu habitación.




Hey txo!

¿Significa esto que como planeamos

nunca viajaremos hasta la frontera

en esa moto prestada?.

¿Que aquel negocio de llevar gente hasta el desierto

para contemplar auroras boreales ha quebrado?.




Hey txo!

Todos cuantos salieron a tu encuentro

jamás regresaron

para contarme que era aquello

que nadie se explicaba

de tu enrollado con la muerte.

Presiento tus pasos a mi espalda,

me giro y me encuentro frente a ella.



Hey txo!

¿Qué es eso de que la maltrataste?.

¿Qué te abandonó porque no fuiste

nunca cariñoso con ella?

Qué bebías en exceso

y pasabas las noches

corriendo tras las ambulancias

o arrojándote al paso de las sirenas,

desnudo, contra los coches de policía.



Hey txo!

He decidido ir también en tu busca

en cuanto mi sombra salga de los lavabos

con los ojos como centellas

y una agradable sensación en la nariz.

Puede que solo encontremos la calle desierta

pero las farolas harán de estrellas,

indicándome el camino que nunca he seguido recto

Y si te descubro, a lo lejos en la calle,

gritaré: ¡Hey txo!.

SUEÑO

Sueño.

Sueño con negros paraguas abiertos bajo la fina lluvia,

con tijeras y alfileres en el fondo de los bolsillos,

con unas bragas de seda en el suelo junto a unos zapatos de tacón de aguja.




Un cenicero repleto de colillas humeantes varadas en la impaciencia,

el vaso seco y la botella aun medio llena,

la ventana abierta y las blancas cortinas empujadas por una leve brisa,

con las voces de unos niños jugando

llegando por el hueco de la escalera.




Sueño con dos resbaladizas serpientes entre las sábanas,

con un burro muerto dentro de tu cama

como con incierta sensación de abandono.



Tus fríos dedos bajando aún por mi espalda,

mis húmedos besos tropezando con tus pezones.




Sueño con dulces olores regresando del pasado

con el que nunca nos hemos de reencontrar

salvo en desconcertantes sueños.




El saxo de Charlie Parker reinterpretando Take Five,

el estrecho callejón trasero del bar reproduciendo el eco de las notas

flotando sobre el lejano murmullo de voces que habitan el local

trastocándose de golpe en repentino estruendo

cada vez que alguien abre la puerta;




sonidos alejándose en la inmensidad de la oscuridad de una noche cualquiera,
esparciéndose entre escuálidas farolas que alumbran desiertas aceras

como las luces de una ambulancia veloz perfilan a su paso las siluetas de los edificios.



Sueño con palabras que podrían parecer elegidas al azar,

repetidas hasta el infinito de maneras distintas

buscando reencontrar el significado a por que las pronunciaste.




Con una terraza de un café en una ciudad de otro hemisferio,

una silla vacía frente a mí como una invitación a que un extraño se siente en ella,
con el deseo de no necesitar regresar porque no hay nada que me obligue,

con tener bajo un radiante sol el alma en propiedad nuevamente a la venta.

martes, 24 de junio de 2008

HE PERDONADO

He perdonado.

Incluso he llegado a perdonarte.

Aunque más bien

es que no recuerdo que fue lo que pasó

y por qué dejamos de mirarnos



He perdonado, tanto,

que he llegado a perdonarme a mí mismo.

No justificando la ineficacia de mis depravaciones,

ni alterando el orden de las cosas.

Lo que es justo es justo.



Pero lo importante, es que me he llegado a perdonar.

No sabiendo exactamente el qué

e ignorando qué fue lo que salio mal.



Regalándome este indulto consigo convivir

con mi mal carácter,

mis deslealtades a mí mismo,

con esta cara que desconfía finalmente

de que sea suyo ese rostro desengañado y con ojeras

con el que se cruza cada mañana en el espejo,

y de cómo maneja temblorosa la maquinilla de afeitar,

produciéndome la inquietante sensación

de querer tomarse la justicia por su mano.





Me he perdonado, y miro con más compasión al mundo.

Como un nuevo punto cardinal

he olvidado el origen y el motivo de tanto pecado.

Paseo por las calles que parecen estirase

y ancharse como si caminara por un planeta

de atmósfera líquida.




He invertido el valor, o el precio, que pago por las cosas.

Son días estos en los que me fijo en los más pequeños detalles.

Cuando me cruzo con alguien le devuelvo el saludo

como si me hubiera escapado de ese estado interior

permanente de sitio, de un exilio elegido

en un cuarto contiguo al mundo.



Soy más generoso conmigo mismo y no me reprendo;

ni en público ni en privado me llevo la contraria.

He llegado a reconocer mis imperfecciones

como las más maravillosas virtudes que he creado.

Paso más tiempo a solas con ellas.

No busco para ello ninguna coartada

ni abuso de excusas para hacerlo



Manejo la indulgencia como antes las balas.

La clemencia es ahora mi arma.

Así que te perdono, aunque te moleste.





Acéptalo, como yo ahora

incluso acepto, como un juego de un niño

de travesura peligrosa,

que mi sombra conspire contra mí

señalándole a la tierra que piso

constantemente exactas mis medidas.

lunes, 23 de junio de 2008

Stalingrado la última noche de asedio

“This is the end, beautiful friendThis is the end, my only friendThe end of our elaborate plansThe end of everything that stands The end”
Jim Morrison



Nada había de parecer nuevo,

pero inquietantemente lo es,

bajo este turbador cielo nocturno

iluminado por auroras de fuego

como el de Stalingrado la última noche de asedio.



Nunca antes habíamos vivido

una época de exceso

con la que no se atrevieron

ni a soñar nuestros mayores

y en la que hasta los cerdos

comen jamón.



Extinguidos los lunes, la noche

ha de redoblar sus esfuerzos

para continuar siendo la protagonista del pecado;

si en cielo flotan grises cien lunas

mañana abrasaran cien soles.



La carne se pudre en los frigoríficos,

mientras, los huéspedes del deseo

matan el tiempo en lupanares de neón

expectantes ante lo que se les ofrece;

abierta la subasta cierran acuerdos económicos

que satisfagan a ambas partes,

manejan nerviosos la tarjeta de crédito

esparciendo la caspa del diablo en los lavabos

y es que la virtud

puede llegar a ser un defecto hoy,

que el que no peca no mama.



Las fieras escapadas del zoológico

deambulan libres por las calles

cruzándolas sin mirar, pasando entre los coches

ajenas a las sombras

en que se deshacen sus movimientos

producto de las luces de los focos que las deslumbran;

entran en los locales como si acudieran a una cita,

como si buscaran una presa

de su misma especie.

Si Dios dejara de ser sólo un actor

con el guión de otro,

si bailara, habría posibilidad de que alguien lo adorara.





Te veo y finjo no reconocerte;

intento inútilmente evitar

que te acerques a sablearme,

ya nunca serás la que una vez quise pedirte que fueras;

me ofreces a cambio solo de mi sincera mirada

lo que un día solo me pude contentar con desear.



Me atrevo a responderte que no

- hoy, cuando nadie sabe decir no-

tu moneda se ha devaluado

o me he vuelto escrupuloso

a la hora de traicionar mis recuerdos.

Siempre he sido un excéntrico, bien lo sabes,

pero me amarro a contracorriente,

soy sólo feliz meando contra el viento.



Y es que nada debía parecer nuevo,

pero inquietantemente lo es,

bajo este estéril cielo nocturno

iluminado como el de Bagdad

la última noche en que volaron mágicas las alfombras..

Sé que andan diciendo por ahí de mí

Sé que andan diciendo por ahí de mí

que últimamente me paso con la bebida,

que rara es la vez que llego por la noche

sereno a mí cama;

que mi boca no se queda atrás ni cerrada,

y que incluso en alguna ocasión

un rosario de hostias la han cosido.



A pesar de que sea de mi del que hablan

y, de que en mi vida, ya lo sé,

os he vendido, más de un vez,

mi palabra como poco creíble,

debéis hacer una excepción ahora

y creer cuanto sobre mí se comenta.



Cuentan, también, esas lenguas con pulmones de acero,

que le doy mucho a las drogas,

que me han visto visitar muy seguido

los cuartos de baño de los bares

donde me pago el tratamiento contra la dipsomanía;

y que al salir me acodo contra la barra

con cara de catador de vinagre.




A pesar de que nunca he dado un testimonio

ni en mi vida ha habido nada fiable,

en esto, también, debéis hacer caso.

No tengo dinero -¿sabéis lo caro

que cuestan hoy los vicios?- para encima

pagar a un abogado

que limpie una reputación a la que no conozco.

Sería como contratar a alguien

para que rompa las piernas a un desconocido.

No habría emoción.



Afirman, incluso cuando solo había entrado

a comprar tabaco, que me han visto salir

de más de un lupanar,

haciendo reverencias a la puerta

y caminado hacia atrás.

Si esto no es cierto o se debe a una raquítica

apreciación mía de la realidad,

que me devuelvan el dinero.

¡Joder¡, ¡que polvo¡ .



Pero para terminar, una apreciación;

si os creéis todo cuanto se cuenta de mí,

todo sobre lo que de mi se exagera,

aunque lo hayáis oído de mis propios labios,

pretendiendo encima que os invite a una copa;

y os creéis cosas que ni yo creo

a pesar de haberlas hecho;

es por que pensáis que tarde o temprano padeceré

de algún extraño delírio de remordimiento,

cuando lo que realmente he elegido

es que habléis sólo de mis vicios

antes de que andéis a vueltas con mis fracasos.

mi ángel de la guarda

A mi hijo



A mi hijo,

siempre le tengo dicho

que cuando peor van las cosas

lo mejor que puede hacer

es cambiar de identidad.



A mi hijo,

le explico que si acaba en la cárcel

lo único en que deberá de pensar,

a partir de que se cierna tras él

el eco metálico de la puerta de su celda,

ha de ser en como escapar.



Podría empeñarme como el resto

de bien intencionados padres

-sin manual de instrucciones

pero voluntariosos para que en el futuro

nadie (eso se creen) les pueda echar nada en cara-,

en aleccionarlo con otra serie de valores

que no son más que buenos consejos

con los que se consuelan

por no poder ya dar mal ejemplo.



Mi propia experiencia, me ha demostrado

que si con el tiempo no los pisotea

lo único para que los usará

será como rehenes

para pasarse al enemigo.




Asì que, me esfuerzo por descubrirle cosas aconsejables.

Por abrir sus pequeños ojos

acerca de lo poco acertado de llevar una silla a un bosque,

sobre todo si esta es de madera.



Que no es práctico usar los dedos

para llevar la cuenta de las estrellas.

Que no señale a las personas mayores por ser de mala educación,

y si le pillan disimule

haciendo como si estuviera contando estrellas.

Que no las interrumpa mientras hablan,

y si alguna lo interroga sobre lo que acaba de decir

porque le han sorprendido distraído a su explicación,

responda, con tono seguro, que contaba estrellas.



Que mire siempre a los ojos de la gente

para que no pierda nunca la virtud

de saber en cada momento quién le ama.




Que todo tiene sus límites.

Pero que ese todo dependerá

de a qué lado de la cerca se siente

o desde què lugar contemple el cielo.



Aun así, el mayor de los temores,

con el que juego al escondite,

al margen de que le ocurra algo

ante lo que no me pueda interponer,

es que acabe por parecerse a mí;

y un día, se descubra a si mismo en cuclillas

ante unos profundos y diminutos ojos de Icaro,

kamikazes deseosos por contar estrellas,

repitiéndole con insegura convicción una afección

que antes me oyó a mí

y que ha planeado como un todo en su vida:


“no hagas nada que yo no haría”