Interpones tu dedo
colocándolo suavemente sobre mis labios
pidiéndome sin palabras
que me este callado
Sin tiempo para adivinar
si se trata de hacerme un reproche
o si he olvidado que hoy era mi cumpleaños
me obligas a permanecer de pie
en silencio
De pronto me haces otra señal
con el mismo dedo
para que te siga
Abres la puerta del dormitorio
y me indicas con la mirada la cama
Ahora usas otra vez ese dedo
colocándolo en tus labios
advirtiéndome
para que no haga el menor ruido
Sobre nuestra cama
ese enano que insiste
en imitarnos y en parecérsenos
se ha hecho dueño
de la situación
con sus manos junto a la cabeza,
los ojos cerrados
y los papos para comérselos
Ante la tierna belleza
del instante
no es necesario
que repitas tu indicación
para que procure
prolongar este instante
Me quedo mudo
emocionado
admirándolo
absorto.
Marianela.- Benito Pérez Galdós
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Marianela Benito Pérez Galdós En el Quijote, la muerte de la ilusión del
caballero andante y la cura de su ceguera para ver la realidad, acaba con
la vida ...
Hace 3 días
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