Debió de ser antes,
bastante antes de que los sentimientos
recién descubiertos,
aún envueltos en la ingenuidad,
invadieran las calles
tras las banderas de una utopía idealizada;
antes de que gritáramos
llamando a sumarse a todas las insurrecciones
corriendo delante de lo establecido
hasta hacerlo retroceder.
Mucho antes
de que los primeros desencuentros
saquearan mi corazón,
de las primeras trepanaciones del alma,
de que encendiera la gran hoguera
a la que arrojé todo lo que creí
nunca volver a echar en falta;
en ella ardieron los versos
que no te leí sentado en tu cama
y aquel juramento que te hice
de no contárselo jamás a nadie.
Muchísimo antes de que el último desliz
me obligara a inventar otra versión
por la que voy sorteando mi castigo
como un ciclista entre el tráfico un día de lluvia,
-la melancolía no embellece el alma
sólo empaña aún más la tristeza-.
Debió ser antes de que perdiera la cuenta
de las veces que me he mentido a mí mismo
y de que creara sólo para mí este placebo
que me levanta de la cama todas las mañanas,
-hay mañanas que hacen de noches-;
puesto en lista de espera todo aquello
a lo que nunca dediqué todo el tiempo
que hubiera deseado
como cuando me cogiste de la mano
para a escondidas llevarme al cuarto de los invitados.
Debió ser como dice mi doctor
que esta necedad parió conmigo,
que agarrándola como la hemos pillado a tiempo
con estas pastillas en cada comida
no sentiré más el paso del calor al frío,
ni nunca más dudaré por no saber que hacer
con un gorrión tullido
entre mis temblorosas manos;
ni me herirán más esas imágenes
de afilada blancura
detenidas en la cornisa de mis recuerdos,
hablándome con palabras exactas y frases
con las que entablo un careo
contra lo intangible, -frustrante monólogo
ante lo que no se puede ya cambiar-;
ni volveré a oír nunca más mi grito
llegar sólo hasta donde alcanza mi mirada.
bastante antes de que los sentimientos
recién descubiertos,
aún envueltos en la ingenuidad,
invadieran las calles
tras las banderas de una utopía idealizada;
antes de que gritáramos
llamando a sumarse a todas las insurrecciones
corriendo delante de lo establecido
hasta hacerlo retroceder.
Mucho antes
de que los primeros desencuentros
saquearan mi corazón,
de las primeras trepanaciones del alma,
de que encendiera la gran hoguera
a la que arrojé todo lo que creí
nunca volver a echar en falta;
en ella ardieron los versos
que no te leí sentado en tu cama
y aquel juramento que te hice
de no contárselo jamás a nadie.
Muchísimo antes de que el último desliz
me obligara a inventar otra versión
por la que voy sorteando mi castigo
como un ciclista entre el tráfico un día de lluvia,
-la melancolía no embellece el alma
sólo empaña aún más la tristeza-.
Debió ser antes de que perdiera la cuenta
de las veces que me he mentido a mí mismo
y de que creara sólo para mí este placebo
que me levanta de la cama todas las mañanas,
-hay mañanas que hacen de noches-;
puesto en lista de espera todo aquello
a lo que nunca dediqué todo el tiempo
que hubiera deseado
como cuando me cogiste de la mano
para a escondidas llevarme al cuarto de los invitados.
Debió ser como dice mi doctor
que esta necedad parió conmigo,
que agarrándola como la hemos pillado a tiempo
con estas pastillas en cada comida
no sentiré más el paso del calor al frío,
ni nunca más dudaré por no saber que hacer
con un gorrión tullido
entre mis temblorosas manos;
ni me herirán más esas imágenes
de afilada blancura
detenidas en la cornisa de mis recuerdos,
hablándome con palabras exactas y frases
con las que entablo un careo
contra lo intangible, -frustrante monólogo
ante lo que no se puede ya cambiar-;
ni volveré a oír nunca más mi grito
llegar sólo hasta donde alcanza mi mirada.
4 comentarios:
Eres mejor escritor que cocinero.Lo dice un tipo que todavía no te ha comido tu arte gastronómico,mientras queda pendiente tal encuentro en tu Restaurante solo puedo alegrarme por conocer tu actitud ante la vida.Zorionak por el Blog.Un abrazo
gracias jokin, no sé como agardecerte el empujon que me has dado...sobre todo a dinamizar ideas y proyectos que ya veras como salen
Oscar...y dices que estás comenzando el Blog¡¡¡ Esto está ya lleno. Bien hecho... y allí me tendrás en el Restaurante Alberdi para ver si eres tan buen cocinero como poeta.
Un beso, Oscar
Venezia Lesseps
VENEZZIA VENEZZIA... cuento los días que faltan para que te conozca y agradecerte como se , frente a un mesa y un plato tanto tiempo de poesia
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