viernes, 28 de mayo de 2010

tu nombre



Recuerdo tu imagen todas las noches


que dormiste a mi lado.

También las que me hice el dormido

sabiendo que me observabas.



Tus hombros y espalda desnudos,

tu frágil cuello y tu cabello hacia un costado

Mis absurdas dudas y mis pueriles sentimientos,

la seguridad de sentirte pegada a mí.



Hoy mis pasos son de fuego sobre la acera

y las calles no me llevan a donde quiero ir.

Me cruzo sin detenerme con vendedores de caramelos,

falsos prestidigitadores que me ofrecen huecos placebos.



Recuerdo el calor de tu cuerpo en mi cama

extendiendo vacíos en la oscuridad los brazos.

El espacio que ocupaba dentro de ti,

el sabor y el olor de cada uno de tus gestos.



Aun hoy, tu nombre me suena como el de un paraíso

sin desentrañar en ninguna cartografía, ni oceánica

ni de las nubes, y asi es como de entre todos los lugares

a los que desearía regresar, estas tú.

viernes, 7 de mayo de 2010

aviones de papel



Aviones de papel









Mis torturadores han esperado



hacerme confesar un crimen que no he cometido.



Mis enemigos, desean que aguante



sólo con el mal intencionado deseo



de ver como se alarga inútil mí sacrificio.



Mi hijo, me mira con esa mirada que tanto temo



mientras le insisto en que se esfuerce en sus deberes.



-¿Sabes hacer aviones de papel?-



me descompone con sus ojos expectantes



y su inesperado nuevo retador desafío.



Finalmente, abandonamos las sumas y restas



para acabar lo que queda de tarde haciendo volar mis cuartillas



con el texto en blanco de poemas descartados



exigiendo el rescate por algo que nunca he poseído.



Aun así, tengo fe en que la suerte



me llegue algún día como botín



de quien jamás se ha rendido.



Mientras tanto, hago volar magníficos aviones de papel



que describen imprevisibles órbitas



en su planeo ingrávido



decorando el vacío alrededor de nuestras cabezas.

miércoles, 5 de mayo de 2010

como ave en el viento...




Como ave en el viento…




El destino siempre se me antojo tan misterioso y fascinante como el contenido de los bolsillos de mi padre. La vida, mi vida deseé haberla vivido como ave dentro del viento. Mirar ahora hacia atrás es como verse en un espejo viejo y borroso, en el que la única que permanece siempre lozana y contemplándome desafiante es la mirada de una culpabilidad que no me es desconocida. Invariablemente donde surgió luz crecieron sombras. Mi alma muestra extraños tatuajes que evalúo y comparo para saber si han crecido o si se acabaran por borrar algún día, como si observara mi mano puesta frente al rostro tratando de ver entre los dedos entre abiertos, con una clarividencia propia de estar sentado en la cara oculta de la luna y admirara una fría puesta de sol. Nunca ha sido lo mismo recordar que no poder olvidar. La dolorosa clarividencia de sentirse cada día más extranjero en lugares que siempre me fueron comunes. Un exiliado sin diagnostico que se contempla la mano preguntándose si un remedio seria volcar cera caliente sobre las líneas de su palma para poder escribir otro destino. Una mano que no da ya cuerda a los relojes, que no coge ya las cartas, que no mece ninguna cuna, que se hace daño, por efecto o por defecto. Ya nadie me pregunta donde paso las noches. Les debe ser tan evidente como saber donde se mete la gente cuando llueve. Mi vida la quise haber vivido como ave dentro del viento. A día de hoy, mi mayor preocupación es la de hallar para mis entrañas un lugar entre dos dunas bajo la arena siempre caliente de una lejana playa convertida en anónima tumba.