que dormiste a mi lado.
También las que me hice el dormido
sabiendo que me observabas.
Tus hombros y espalda desnudos,
tu frágil cuello y tu cabello hacia un costado
Mis absurdas dudas y mis pueriles sentimientos,
la seguridad de sentirte pegada a mí.
Hoy mis pasos son de fuego sobre la acera
y las calles no me llevan a donde quiero ir.
Me cruzo sin detenerme con vendedores de caramelos,
falsos prestidigitadores que me ofrecen huecos placebos.
Recuerdo el calor de tu cuerpo en mi cama
extendiendo vacíos en la oscuridad los brazos.
El espacio que ocupaba dentro de ti,
el sabor y el olor de cada uno de tus gestos.
Aun hoy, tu nombre me suena como el de un paraíso
sin desentrañar en ninguna cartografía, ni oceánica
ni de las nubes, y asi es como de entre todos los lugares
a los que desearía regresar, estas tú.
1 comentario:
Excelente poema, Óscar.
Un abrazo
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