sábado, 27 de diciembre de 2008

articulo sobre oscar alberdi en la nausea


He tenido el grato regalo del Olantzero de encontrarme con que la revista virtual La Nausea se ha atrevido a hacer un articulo sobre mi, colgando además alguno de mis poemas.
Aqui os dejo el link que enlaza con la revista para el que quiera echar un vistazo.

martes, 9 de diciembre de 2008

LAPOESIA ME PARECE UNA ESTAFA




foto by Robert Barret
ESTE ARTICULO HA SIDO SAQUEADO DE UNO DE LOS MULTIPLES BLOGS DEDICADOS A LA POESIA DE ESE GRAN POETA LLAMADO BATANIA










Queden por delante dos cosas. Primera: que esta es una opinión provocadora que pretende invitar a la reflexión. Segunda: que me encantan las greguerías, las kenningar y la prosa poética. Dicho esto, declaro que la poesía rimada me parece una estafa. El filósofo Daniel Dennett ya advierte de lo peculiar que es la poesía (como lo son los microcuentos, los haikus o cualquier otra construcción escueta y rápida de crear y por tanto susceptible de reproducirse en grandes cantidades y con pocas exigencias: el hecho de que una novela tenga 200 páginas ya constituye una exigencia, porque muchos no tienen la paciencia de juntar tantas letras). Dennett cita a uno de los fundadores de la inteligencia artificial, John McCarthy, que en cierta ocasión sugirió que la red de correo electrónico revolucionaría la poesía. Ya que sólo unos cuantos poetas pueden ganarse la vida vendiendo sus poemas debido a que los libros de poesía son volúmenes de pocas páginas y caros, comprados por un número escaso de lectores, si los poetas difundieran sus poesías por Internet, por ejemplo a un precio de diez céntimos el poema, entonces muchos poetas podrían ganarse la vida con ello. Lo que no predijo McCarthy es que ningún amante de la poesía querría leer miles de archivos electrónicos repletos de poemas. Los amantes de la poesía, acaso, exigirían filtros que cribasen la avalancha de obras: se fijarían si una editorial lo avala, si tiene críticas positivas, etcétera, y finalmente el lector acabaría adquiriendo pequeñas cápsulas de poesía, tan pequeñas como los delgados volúmenes tradicionales que antes consumía. Nada habría cambiado. Porque los filtros nacen espontáneamente. Así pues, la poesía se debe vender muy cara y muy selectivamente o no tiene sentido como tal, como el caviar. Con una diferencia: el caviar realmente escasea y es costoso de conseguir. La poesía, no. La poesía abunda pero la comercializan como escasa y elitista. Y ésta es la primera prueba que refrenda mi opinión de que la poesía, máxime la poesía con rima y métrica, es un artefacto especulativo fuera de las fronteras de la verdadera literatura. Un juego de feria con mucha pirotecnia que cuenta, contradictoriamente, con el aval de la elite intelectual. Pero más que cuestionar la poesía, mi intención es cuestionar la rima, el ripio. Cierto que los recursos estilísticos de la prosa y hasta de las obras divulgativas también empañan el mensaje. Cierto que la cadencia de las oraciones puede llegar a ser muy persuasiva, como lo es la melodía de una canción, animándonos o entristecernos sin usar ni una sola palabra. En ese sentido, rima y retórica son herramientas equivalentes. Pero siempre se me ha antojado la rima un elemento mucho más artificioso que el resto de los recursos que se usan para reforzar la imagen de un texto. Porque la rima busca, sobre todo, disfrazar y desnaturalizar el texto per se, recurriendo para ello a la musicalidad más obvia; siempre demasiado consciente de sí misma. Y ya no digamos cuando hablamos de sonetos y otras construcciones de alambicada métrica. Es como creerse especial porque has escrito una historia usando 30 veces la palabra “astrolabio”. O como aquel extraño poema en latín del alemán Christianus Pierus titulado Christus crucifixus, cuyos mil versos estaba compuestos por palabras que empiezan por C (Currite, castalides. Christo comitante camanae...). Para la hermenéutica puede tener algún interés, pero no para contar historias o transmitir sensaciones y/o emociones. Muchas rimas son un alarde puramente técnico. Parece que prime encontrar la palabra que encaje en la métrica y no que encaje en lo que se quiere transmitir: puestos a elegir en igualdad de condiciones de rima, el autor escogerá la palabra que más sintonice con el mensaje del texto, claro, pero esta situación suele ser rara, así que, al haber escasez de posibilidades de palabras que rimen, el autor rechaza un mayor ratio expresividad en aras de que técnicamente la rima se produzca. Como si entonces el poema fuera una descripción pormenorizada de las características de un motor y no la descripción del lujurioso y endiablado ruido que produce ese motor y cómo es capaz de desplazarnos a 200 kilómetros por hora. La rima, pues, se me antoja la parte aburrida, academicista, exegética, de pasatiempo de la literatura. Como la Oulipo. Curiosamente la rima, en prosa, se considera cacofónica… curioso, ¿no? La poesía rimada (y ya no digamos las rimas complejas) debería figurar incompleta en los periódicos, junto al autodefinido y el sudoku, para que el lector la completara. O debería formar parte de una colección de curiosidades lingüísticas, como que la cama se llame cama y la cómoda se llame cómoda, siendo más cómoda la cama que la cómoda. Por esa razón y no otra el ripio es un recurso tan propio de la publicidad más ingenua: “del caserío, me fío; Colgate el mal aliento combate; Rexona, el desodorante que no te abandona; el frotar se va a acabar”. Y hasta es un elemento imprescindible de cualquier lavabo público; sin ir más lejos leí el otro día el siguiente grafito: “Amar sin ser amado es como limpiarse el culo sin haber cagado”. Precioso. Un ejercicio donde prevalece tanto la técnica, el formato y los engranajes sobre los demás elementos literarios no es literatura sino otra cosa. Ripios publicitarios, mensajes para estampar en una camiseta, elóganes rimados, canciones de verano, las tan en boga batallas verbales de raperos. Para que no todo sea negativo, aportaré una visión halagüeña de la poesía. Transmitir ideas con la poesía no es una tarea fácil, y más todavía bajo las rígidas exigencias de la métrica. Como dice el filósofo Daniel Dennett a propósito de la construcción de un soneto: Tan pronto como terminamos el primer intento de una línea, tenemos que revisar muchas de las otras líneas y esto nos obliga a abandonar algunas de las excelencias conseguidas con dificultades y así sucesivamente, dando vueltas y más vueltas, buscando una forma global correcta o tratando de hallar la mejor forma posible. Esta artificialidad en la forma, según el matemático Sanislaw Ulam, podría ser una fuente de la creatividad en lugar de una rémora: Cuando era niño me di cuenta de que la función de la rima en la poesía consistía en obligarnos a encontrar lo no obvio a causa de la necesidad de hallar una palabra que rimase. Esta necesidad fuerza nuevas asociaciones y casi garantiza desviaciones de cadenas de rutina o de pensamientos encadenados. Paradójicamente se convierte en una suerte de mecanismo automático de originalidad (Ulam 1976:180). La poesía, pues, como catalizador de la creatividad. Pero entonces que sea una herramienta privada del autor para superar el bloqueo creativo y no un alarde de ingenio en sí mismo. Y que no sólo se alabe la métrica, sino también los textos con muchos “astrolabios” en su haber. A no ser que, ay, se pretenda cristalizar una enseñanza más fácilmente recurriendo a la musicalidad (como un mantra adormecedor, un discurso zombi, una paremiología simplificada, un dogma, un meme musical), como la que oí una vez en una película de Almodóvar, cuando aún era un cachondo y un costroso: “Hagas lo que hagas, ponte bragas”. Pero Almodóvar no iba en serio. Los que van en serio deberían escribir biblias catequísticas para amaestrar mentes. Con “astrolabios”. SERGIO PARRA, en Papel en blanco, 14 de octubre de 2008. .

miércoles, 3 de diciembre de 2008

el asesino sólo es el sicario del miedo



foto by Rober Barret






El asesino sólo es el sicario del miedo



El asesino no puede descansar.

El asesino se despierta en mitad de la noche.

El asesino enciende otro cigarro

y contempla desde la cama el televisor sin volumen.



Soy un asesino porque me condenasteis.

Desde entonces habito con el miedo.

El miedo es quien mejor nos conoce,

nada le es extraño ni se le puede ocultar,

ni nadie consigue escapar de él.



Censo su rostro en la imagen recurrente

que no me permite dormir, de las distintas caras

de todas mis victimas.

Me inquieta una mirada que me reconoce

y no recuerdo a quien pertenecía.

No me preocupa en absoluto

haber matado a alguien que no se lo mereciera.



Como peregrino de la incertidumbre

que generan mis actos, tanto en mí como en los demás,

vivo amparado entre la multitud

como un francotirador anónimo,

marcando en su desnuda conciencia

el recuento de sus victimas más anónimas aun.




Cruzas de noche por un solitario parque.

De pronto, sientes que esa sombra que aparece

no es la tuya, y que incluso la adelanta.

Súbitamente todo se vuelve oscuridad

y cuando abres los ojos comprendes

que estas muerto

y que aquel contorno sin silueta

era tu propio miedo.



El asesino sólo es el sicario del miedo.

miércoles, 19 de noviembre de 2008

la cita del asesino



EL ASESINO Y SU CITA


Planeo con sumo cuidado cada detalle de nuestro encuentro.

No me puedo permitir dejar nada al azar;

no se trata de un momento fortuito

preparado por un admirador deseoso de hacerse notar;

no anhelo permanecer más en tu retina

que el instante en que tus ojos me miren oceánicos

clavados en mi rostro, atónitos, desconcertados.



A la sorpresa veloz he de sumar que nadie lo evite,

interrumpiendo nuestra intimidad.

Solos al fin los dos, tu intentando entender,

yo, procurando atraerte a mi verdad.

Me asegurare de elegir correctamente ese segundo sagrado

en que comprendas que el hilo de vida al que te aferras

nunca fue tuyo enteramente ya que siempre dependió de otras manos,

como cuando la veas oscilar entre las mías

detenidas siniestramente sobre tu aliento

hasta apoderarme de tu ultimo suspiro de cristal.



Luego, continuare mi camino sin que nadie me haya visto;

llevándome tu ropa que enterrare para que ninguna persona

se vuelva a vestir jamás con tu presencia;

y romperé la esfera de tu reloj

para que tu alma acepte que ya no ha de temer más.




Sé que te preguntaras por qué precisamente tú,

como tampoco entenderás por qué lo tengo que hacer.

Si te conociera y tu a mí, incurriríamos en motivos tan necios

como el odio, la venganza, el rencor o los celos,

que corromperían lo que sentiremos en nuestro único encuentro.

Otros ojos antes que los tuyos, y a los que al principio

me era imposible descifrar su mueca tomándola únicamente por pánico,

se han empeñado en plantearme la misma cuestión

como si la obtención de una respuesta retrasara lo inevitable.

Los motivos del asesino se escriben siempre al revés.



Si hubieras cruzado la calle por otro punto,

si no te hubieras entretenido frente a los escaparates

iluminados en la oscuridad nocturna de una calle solitaria;

si tus pasos no hubieran ido acompañados del eco

de un taconeo constante que llamo mi atención

para al girar mi cabeza descubrir que paseabas sola,

creyéndote a salvo en este entorno

ignorando que has entrado en un jardín privado.



A partir de ese instante, como si tú fueras todas las aceras

de la ciudad y yo la lluvia, me comenzaste a pertenecer.

Eso y que dentro de mí creció la necesidad ineludible de custodiarlos

para que nadie que no sea yo interrumpa su serena cadencia.

Nunca sabemos quien nos puede estar observando.




Así, poco a poco, creyendo que van

hacia la seguridad tediosa y rutinaria

del calor de su hogar, te diriges inconsciente

a la sorpresa de nuestro encuentro,

sin presentir detrás de ti el silencioso sigilo

con que te persiguen los míos;

fecundándote de un breve futuro con la mirada

de cazador sin prisa por decidir el momento

en que olvidar tus costumbres para iniciarme

en conocer las de una nueva alma que deba custodiar.





No te arrebato nada que tarde o temprano

vayas a perder y a cambio te regalo

que no te vuelvas a preocupar jamás por nada.

¿Que saco yo de esto?

Veo que te empeñas en resistir,

en no plegarte a entender.

Mejor harías en aceptar tu destino

como a que yo seré la última persona

por la que te debas inquietar.


lunes, 3 de noviembre de 2008

la bala en la cabeza




La pasada noche
alguien metió una bala
en la cabeza de Ezequiel
mientras soñaba.

Sólo necesito una bala
para desahuciarlo de su vida
sin un signo de piedad,
ni una muestra de arrepentimiento.


A fin de cuentas, un asesino
es un inexperto emocional
y sin conciencia no existe pecado.

Los buenos nunca ganan
y si lo hacen es porque han cambiado.

Aprender esta verdad lleva su tiempo.
Es como despertar flotando en el aire
y descubrir que no sabes volar.

Alguien se le acerco lo suficiente
como para meter una bala en su cabeza
mientras soñaba.

Aun asi, el silencio del que brotaron los pasos
es cómplice del crimen y de la huida.

Dos desconocidos que coinciden por un instante.
La victima ignorándolo todo acerca del otro.
Aquel, conoce bien el sabor del miedo
que arrastráis y que no os perdona la vida
que vivís como un castigo.

El miedo es el eslabón más frágil de la vida

Si Ezequiel hubiera despertado en ese momento,
habría sido para formar parte del corro de Ángeles
que rodean su cadáver haciendo conjeturas
inexactas sobre los motivos del asesino.

A fin de cuentas, un asesino
es un inexperto emocional
sin un signo de piedad,
y sin arrepentimiento no hay pecado.

miércoles, 29 de octubre de 2008

hotel insomnio


De nuevo me instalo en el hotel insomnio
para hacer noche
y contemplar como si se tratara de la última
a través de la ventana abierta la avenida desierta
aun más larga por la intemperie de su vacío;
en la que lo único que parece latir
son las luces de los semáforos
que me contagian de su paulatina resignación
al ofrecerse poco a poco en verde
para que nadie los atraviese,
y gradualmente indignados recuperar lentamente el rojo
que ni un camión de la basura desafía.
Dejo caer los rescoldos de mi cigarrillo
observándolo cruzar la perspectiva plana
como una bala imprecisa a cámara lenta,
hasta deshacerse en metálicas ascuas
estrelladas contra un muro
tan imposible de atravesar como la acera;
la misma en la que me contemplo como en un cuadro
y en cuya estéril superficie me da tiempo
a ver crecer un árbol con extraños frutos
colgados de sus ramas como manos abiertas.
Me imagino que alguien dobla la esquina,
creo escuchar sus pasos y distingo su sexo;
me extravío como un tren a la deriva
cuando ya no la siento.
Atrás, muy atrás, queda la cama,
donde entre penumbras duermen los fantasmas
que procuro esquivar yendo agotado a dormir
cuando ellos se levanten.

cada día más ciego


He vivido,
-lo reconozco-
prácticamente toda mi vida
deslumbrado por algo.

Eso alimentó mi ambición
y que el éxito
significara conseguirlas.

Perdón, no había dicho aun
que se tratara solo de cosas,
materiales
unas veces
otras, imposibles de domesticar.

A través de mis ojos
fui embaucando al resto de sentidos
convenciéndolos en cada momento
de lo que necesitaban.

Así fue como que los convertí en dependientes,
drogadictos con mal disimulada ansiedad
de poseer, de tocar, de probar,
de que los amasen.

Hoy, que la decepción me ha dejado ciego,
que ya no me sorprende la fascinación
practico a leer en Braille
sobre el relieve de las piedras con las que tropiezo,
en el polvo acumulado de los muebles
o en los marcos labrados de los planos retratos.

Antes de doctorarme en ser capaz
de diferenciar los distintos tipos de árboles
por como el viento
susurra a través de sus hojas,
de reconocer la voz de cada niño
en mitad del eco de sus gritos
mientras juegan en el patio,




practiqué desquiciado la autodestrucción
como un francotirador con cataratas,
confiando en merendarme
todas las angustias
hasta que la muerte,
como una señorita
sobre la que puse mis manos sin permiso,
me advirtió, como sólo se habla a los borrachos,
de si quería perder todos mis apéndices
de un solo golpe.

Ahora adivino que hay para comer hoy
sobre cada mesa
por el olor que inunda la escalera,
rememoro el paladar de su copa
en mi boca
y el sabor de su lengua
mientras recorría cada uno de mis pliegues;

no permito que nada me confunda

en vez de acudir al saqueo de espejismos,
me dejo empapar en vez de teñirme;

ahora que he aceptado que todo a mi alrededor
no varíe su color en todo el día
como el cielo monoestacional de mi infancia,
veo mas claro, distingo lo lejano,
valoro lo que se me ofrece.

He acostumbrado mis ojos a ver en la oscuridad.

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sábado, 25 de octubre de 2008


dos grandes libros

Mayte Sánchez Sempere, poeta madrileña nos sorprende con la aparicion de su segundo poemario. Una poesia intima, sincera como su autora. Honesta con el lector y ella misma.
Una mirada limpia sobre el mundo que rodea a la autora. Para el que desee mas informacion sobre esta poeta o como conseguir sus libros aqui dejo un enlace al blog de Mayte.

miércoles, 15 de octubre de 2008

en letras de oro


Alargo mi mano abierta como el infeliz
que ignora que le puede caer una maldición
para que ella, con su dedo índice,
acaricie los profundos valles de mi pasado,
las lomas de mi porvenir,
los surcos superficiales de mi presente.
En mi palma lee las líneas del tiempo
y yo ávido de conocer
me estremezco cada que vez que se detiene,
no vaya a ser cierto que pueda adivinar aquello
con lo que convivo tratando de olvidar;
y es que la mala senda que hasta ahora he pisado
hizo que esa misma mano
se extendiera para coger la fruta madura
del árbol prohibido
y cuando tuve que decidir
entre el bien o el mal
lanzara una moneda a cara o cruz
y que no la retirara ni cuando recibí mi castigo
para soplarme la punta de los dedos doloridos
porque orgulloso me creí capaz
de sostener con ella el mundo.

Y es que si existiera alguna señal
explicación a tanto ir de un lado a otro,
dando casi siempre tumbos,
debería llevarla mejor escrita en la frente
marcada a fuego fatuo
que como una luna de agosto
ilumine a partir de ahora mi futuro
lejos de mujeres de negros cabellos
con lo ojos cerrados bajo mi beso,
de hijos que nacieron en un hospicio
sin llevar ningún pan bajo el brazo,
de fortunas como racimos de uva
nadando en el océano,
de pléyades con mi nombre
escrito en letras de oro.


No fue cómo sortear la presencia de un recuerdo
en algo que dejaste olvidado en el fondo de un cajón,
ni el tiempo que pase sentado preguntándome
que debía de hacer con aquello.
Tampoco cómo aprendí a medir las distancias
que puede llegar a alcanzar la soledad
en la inmensidad de nuestra cama,
que como un negro océano
cada noche entre sus frías sabanas
me engullía como a un naufrago.


La misma soledad que persigue al perro abandonado
en oscuras madrugadas
al recorrer y al cruzar apresurado
las calles aun mojadas;
esquivo a que nadie se le acerque o lo reconozca,
con la impresión de venir de ningún sitio
y sin el deseo de querer ir a ninguna parte;
con esa mirada clavada en sus ojos
de quien contempla pasar el olvido
desde la ventanilla de un tren
detenido en vía muerta.


No. No fue lo mucho que he tardado en darme cuenta
de todo el daño que me hacías,
asomado aun con cara de incredulidad
al abismo que de pronto abriste bajo mis pies;
ni como para intentar olvidar me vacíe con empeño
deshaciéndome en cosas inútiles;
ni como cada vez que hago repaso,
como echando cuentas,
me pierdo siempre con los detalles
o tengo la impresión de que me dejo algo;
y si no te recuerdo tus promesas
que con las mías y tus mentiras
seguro habrás olvidado.
como a los inertes cadáveres de unos extraños
sentados a la mesa de la cocina.



Tampoco cómo llegué a la conclusión
de que nuestro amor, como en un burdel,
creció a la sombra del adiós y del olvido
que preceden al amante
ya desde antes de conocerlo
y de despedirlo en la puerta con prisas y sin un beso.
No no. Lo malo, lo que no soporto,
lo que me es imposible superar,
es la presencia de esa sensación
que, como un borracho pesado
que asegura conocerme
y del que no me consigo desembarazar
porque obstinado insiste en acompañarme,
me ofende y me insulta
siempre que oigo que alguna vez me quisiste.

miércoles, 8 de octubre de 2008

àrbol rabioso


El nacimiento de mi nueva consciencia
coincidió con el paso de una estrella fugaz
por el cielo de una mañana soleada,

al escuchar a mi verdugo silbar una canción
mientras ultimaba los detalles para mi inminente ejecución,

que acabe por aprender y así comenzamos a silbarla juntos,
consiguiendo que nuestros respectivos ecos
compartieran libres los muros del patio y las galerías,
dando de si a los barrotes y haciendo nudos con las llaves.

A partir de entonces me convertí en un árbol rabioso
de cuyas ramas monos muertos de hambre
se descuelgan para caminar sobre dos patas
e iniciar el éxodo evolutivo que les lleve a doblar sus costillas
adorando a becerros de oro y a crucificar al Mesías.

Un árbol cuyas hojas perennes necesitan trasfusiones
de sangre de las infructuosas aves migratorias.

Un árbol cuyo fruto exhibe especuladora en su boca una serpiente
tan larga como la codicia que me encerró en esta cárcel,
en la que la redención significa tener de nuevo un arma en la mano.

Un árbol que creció de la zarza ardiendo
y que muestra orgulloso los tatuajes que cubren totalmente como una corteza
su cuerpo, prisionero incapaz de desintegrarse como la pastilla de jabón
para escapar de si mismo por el desagüe convertido en espuma.

martes, 7 de octubre de 2008

la estrella negra




foto rober barret



Esa estrella bajo cuyo signo nací

y que con su fulgor azul

creí hasta ahora señalaba el camino

que me dio por tomar

-el de vivir todos los días de mi vida-

lleva siglos extinta,

y su luz, sin cola ni cabeza,

viaja por el negro espacio

como un caballo desbocado invade una carretera;

con sus crines de cometa al aire

y en su espantosa mirada

clavado un aterrador miedo al dolor.

Desde que lo supe mi reflejo en los espejos

se ha tornado en una tenue sombra en movimiento

que se detiene en el marco de todas las puertas

sin saber como dar con la entrada o la salida.

Dudando de mi existencia me oculto

tras el irreflexivo natural instinto de supervivencia,

que me obliga a abandonar mi alma a los cuervos

y mis cenizas, las que fueron antes luz,

al viento.

jueves, 2 de octubre de 2008

con ganas de retorcerle un dedo a la muerte




foto rober barret



Con ganas de retorcerle un dedo a la muerte,
de arrancarle con un pellizco
nuevamente un grito a la vida,
de no cuestionarme hoy, ya tarde,
por qué dejé de hacer o de practicar aquello
en que fui tan bueno.

Ansioso por experimentar de nuevo,
las mismas o nuevas emociones,
volveré a ensayar delante del espejo
aquel gesto casual y desenfadado
antes de que se convierta
en tremendamente patético.

Daré cuerda para atrás a los relojes,
-o mejor- les extirpare las manecillas,
vencido el interés por esperar en su puerta
para obtener del pasado
una confesión de culpabilidad.

miércoles, 24 de septiembre de 2008

la virtud del asesino



Los recuerdos terminan por ser lo único
que llena los vacíos bolsillos del asesino.

Visito lugares que abandoné
esperando reencontrarlos como los dejé,
No me seduce la idea de pasar otra noche solo.
Los paraguas abiertos son una invitación
para que las hojas hagan románticos montones
junto a los bancos retirados de los parques.
Cabizbajo, patento mis ganas de otro cuerpo
con miradas solicitas a las solitarias huéspedes
de la barra del ultimo bar en cerrar.

Mi mayor virtud son mis pecados
y el mayor de ellos la sinceridad.

Mi cuchillo se hunde en tu blanca piel
deshaciéndose como grises cenizas
de las que estallan miles de brasas
que se multiplican chispeando sobre nuestras cabezas,
amenazando con metérsenos entre los cabellos
como la punta de mis dedos buscó en tu pubis,
efervescente e incandescente bajo las sabanas
y entre los filamentos de secuencias de mis sueños.


Contemplo como te alejas,
y antes de que desaparezcas tras la esquina
tu rostro es como el de un retrato.

lunes, 22 de septiembre de 2008

no sé decir no




A vueltas sin saber si es virtud o vicio,
a medio camino entre dar o recibir,
mi mayor defecto según mis mejores enemigos
es que no sé decir no.

El hilo de negra sangre colgando de mi nariz,
que limpio mirándome en el espejo del ascensor
antes de entrar en casa de madrugada,
os certificará que no me resisto a ninguna invitación
para ir a la puerta del bar o a sus lavabos.

Así es como busco también el amor
-o si lo preferis, la vida-
entre mujeres que nunca dijeron que no.
Bellas estupidas y conflictivas mujeres
de ojos sin vida y pechos como nubes
de los que los incautos se enamoran
para acabar deseando estrangular.

Debe ser que tengo dos manos izquierdas
y es por ello que no puedo asir la barandilla
de la escalera de la salvación ni del cadalso.
Que me desenvuelvo con extrema torpeza
y cuando señalo algo que ambiciono
parezca estrábico, y Dios no acierta con lo que le pido
o, posiblemente, me castigue concediéndome
los juguetes de mis suplicas
pero desprovistos de alma
que llene ese absurdo vacío que cree necesitarlos.



jueves, 18 de septiembre de 2008

caminar descalzo por las calles


foto rober barret




Hay mañanas que me apetecería
dejar mis zapatos en casa;
caminar por las calles descalzo.
También me gustaría no ponerme la ropa,
pero quizá pueda ser que yo o mi pudor
no estemos aun preparados.
Seria una manera de contrarestar
que duermo todas las noches vestido
estirado sobre la cama sin abrirla,
asumiendo estar preparado para la muerte.
Bueno, no sé mentir y ser convincente a la vez,
asi que he dejado de pensar en ciertas cosas,
incluidas muchas de las que antes me gustaban.
A pesar de ello sigo albergando
la honda esperanza
de no haber vivido en balde
y que llegare a oír algún día
las palabras que bastarían para sanarme.

CORRO


Nunca he sido bueno

y ahora no me queda ya tiempo

para serlo.


Lo sé, porque he llegado a ese momento

de censar mis arrepentimientos

y dudo

de cuales poner primero.



Si los de lo que no hice.

Si los que hice sin pensar.

Si los que aún sigo lamentando.



Aún así, vendo cara mi cínica piel.

Si hay algo que no he aprendido

lo invento.


Me han salido previsores ojos en el cogote

para huir de los incendios,

de los derrumbes,

de quedar atrapado por los escombros.



Corro,

corro hacia delante,

por lo que parece un estrecho pasillo.

Siempre

ignorando si encontrare una puerta

o una ventana.

Nocivo


Tengo la impresión de que en cada cosa

que he emprendido en mi vida

ha habido algo nocivo desde el principio.




Quizá sea que cuando exhale

la primera bocanada de aire,

trague la caliente cola de una nube tóxica.



Así que la impronta que dejo en todo lo que toco

es la de una huella contaminada.




Siempre, he deseado haber podido caminar inmaculado

sobre los cadáveres que exigía mi propia supervivencia,

y lo único que anhelo ahora

es deshacerme de mi piel.




Mudarla como si fuera un lagarto.

¿No basta con vivir sólo una vez?.

Se puede vivir preguntándome siempre

¿saldré de esta?.

miércoles, 10 de septiembre de 2008


En el piso de arriba
el llanto de un niño
es el preludio de unos pasos
que caen de una cama
y soñolientos por el pasillo,
con el pecho abierto,
acuden a depositar
de nuevo en su cuna al silencio.

Los sigo con los ojos por el techo
extendiendo unos invisibles hilos
de ansiedad de fundirme
en ese extrañado calor
mezclado con tu olor.

Me incorporo como lo hacen los elefantes,
girando mi cuerpo
para poner mis pies descalzos
sobre la alfombra de Aladino;
enciendo la luz de la mesilla
y busco donde apuntar;
así es como comienzo mi carta a Peter Pan

-“había un niño que no sabia realmente de su padre
pues este se hallaba preso en el castillo de una malvada bruja”….-
no eso no, mejor decir …”que estaba en manos de unos crueles piratas
que secuestraban el tiempo de estar con su hijo
y las noches las pasaba escribiendo cartas
al niño que nunca termino de conocer
y los días mirando a través de los barrotes viendo a los buques partir del puerto
preguntándose si alguno de aquellos viajaría al mismo país
donde habita a quien él nunca dejaría de querer…”

…“en su mente convivían dudas dispares
que lo atormentaban
y otras veces lo consolaban,
como saber si libre al fin de su cautiverio
reconocerían sus ojos a los de su niño
o encontraría por el contrario los de un hombre,
con la cabeza ocupada en las cosas que los hombres la tienen,
con la mirada poco sincera y huidiza
de quien ya ha probado la verdad y la mentira,
si ya no le hará falta quien le enseñe nada
o no precise escuchar ya a nadie”…




…“lamentándose de su suerte efímera de saberse padre
y sino seria mejor unirse a los piratas
para condenarse eternamente a vagar por los mares
procurando combatir la soledad
haciéndose amigo de alguno de los gordos Ángeles
que se sientan en los mástiles sobre los aparejos de las velas,
con mal disimulada falta de curiosidad,
a contemplar como los mortales se afanan en sus labores”…

miércoles, 3 de septiembre de 2008

MANO IZQUIERDA (revisado)


Últimamente venía notando

que mi mano izquierda

ha comenzado a hacer cosas

que no la había enseñado.

No sé desde cuanto tiempo atrás

lleva instintivamente abriendo puertas,
estrechando manos,

indicando direcciones.

Efectivamente nadie la había educado

ni preparado para esos cometidos,

pero como tampoco la mano diestra protesta

(quizá cansada de ser toda la vida

la que se ocupaba de todo

y estar satisfecha por recibir esta inesperada ayuda).

Lo cierto es que no lo hace mal
ni tengo motivos de queja

-no voy a estas alturas a ser quisquilloso
ni me voy a preocupar con que mejore

más mi extrema torpeza,
cuando toda mi vida ha sido algo

por lo que ya he sido criticado-

asi que la permito que sea ahora

ella la que me acaricie,

la que firme en mi nombre y la que empuñe

la maquinilla de afeitar.

Incluso accedo cada noche

a que sea la que escoja

el pasaje de la Biblia que vaya a leer.





Fue de esta manera como de un tiempo a esta parte

es mi mano izquierda la que corta mi destino

para que la pitonisa de turno me eche las cartas;

mientras, la derecha, desplazada de sus buenas costumbres,

paga la cuenta o recoge las ganancias de una mesa,

o cuando la izquierda se ve obligada a protegerme el rostro

ella nos defiende a ambos de un equivoco con los acreedores.

La izquierda rápidamente busca argumentos

que sorteen la negociación de mis apuestas sin límite

dando al resto de órganos lecciones canallas

sobre como escapar por la puerta trasera.

sin dar explicaciones, y otras cosas que no nos cuenta.

No cabe en mí la menor duda moral de que en mi final

sea mi diestra la que recupere el protagonismo en nuestra despedida

pues la zurda ya sólo vive con pasión

para escarbar lentamente una tumba.

sábado, 30 de agosto de 2008

EN DIAS QUE LLUEVE


A veces, por ejemplo en días que llueve,

me gusta quedarme en casa

mirando por la ventana

embriagado por esa sensación de frío

que da ver la calle mojada

a través del cristal empañado,

ajeno al optimismo y al pesimismo.

Me encantaría poder vivir así,

viendo pasar la vida como una panorámica

por el ojo de buey de mi submarino,

contemplando la caleidoscópica visión

del fondo del mar como un souvenir

ajeno a las ilusiones y al desaliento.

O mejor en mi propia pecera y ser un pez

ajeno a tener que entender nada

y a no saberlo todo.




Hay días en que miro por la ventana

y veo posarse en los tendales,

junto a las blancas sabanas

y al suave olor de la ropa recién lavada,

a mi alma secándose al sol

ajena al pudor de mi cuerpo.





Hay días en que no tengo nada mejor que hacer

que asomarme a mi ventana

a echar de comer a los sueños

las migas de pan que quedaron sobre la mesa

y a ver pasar con envidia a las nubes

ajenas, tan ajenas!,

a como su sombra se mueve sobre los tejados.



Hay días en que sería mejor no salir de casa,

quedarse sin hacer nada

ajeno al trajín y a la pereza,

mirando por esa ventana

al cielo o a la calle

con la sien apoyada en el cristal;

sin coger el teléfono y sin llamar a nadie,

ajeno al destino de la gente

que se subió a un lejano avión

insignificante en el océano azul del cielo,

que pasa en el interior de un coche,

que cruza con la bolsa de la compra

el semáforo en rojo,

o que golpea la puerta preguntando por alguien,

encogiéndome de hombros

si es por mí,

ajeno a dar explicaciones



2669

Juan es un pedazo de escritor, de lo mejor que tenemos en Bilbao, y eso ya suena de por si grandilocuente y reiterativo. con el aprendí a dar nombre a mis resacas, después de leer su inefable "TRATADO SOBRE LA RESACA", y a reírme sin salir de esta inmensa urbe mientras leía habido su "ALACRANES EN SU TINTA"


colaborador habitual del correo, en su columna he aprendido verdades como la de elaborar correctamente un gin-tonic, aderezando la explicacion con un humor literario fresco y bendito como el mana.


reproduzco una de estas colaboraciones con la que me he desayunado el periódico esta mañana, y que ha conseguido que esboze una sonrisa que me ha durado hasta después de comer....






2669

POR EL INEFABLE, EL INCLITO, EL DE LOS DEDOS VERTIJINOSOS.......

DON JUAN BAS


En 2669 rige los destinos del planeta Euskal Herria Imperio, con capital del mundo en Mondragón, una megalópolis de cien millones de habitantes con denominación de origen y donde se ubica el palacio del emperador Artaburu XXV - por esas fechas ya no se dice lo de por el culo te la hinco porque el ano es un conducto evolutivamente superado- y toda la corte.
Precisamente en Mondragón vive el señor Cordero Artificial, que tiene un reputado restaurante de ultranueva cocina vasca -especialidad, creaciones metagastronómicas con sombras y sonidos- en el exclusivo nivel 19.
Desde hace un nanosegundo luz, Cordero Artificial mantiene una relación de empatía de prótesis y exergonía por exósmosis con la señora Oveja Sintética, un bomboncito de cadmio de 180 años muy bien llevados en teletransportador, pues no aparenta más de 140 y no se ha hecho todavía más que cuatro tonterías de remodelación integral y solamente un cambio de piel.
Cordero Artificial está más loco que una cabra mutante por ella. Esa tarde quiere escaparse pronto del restaurante y pasar la velada entregado al erotismo intercambiando esporas de fantasía por vía clásica, es decir a través del ciberespacio en cuarta dimensión, con su amada Oveja Sintética.
En 2669 el cuerpo humano es biónico en un 80%, se han suprimido los órganos sexuales y de la reproducción se encargan en exclusiva los laboratorios y plantas de montaje de Fagor, la primera macroempresa del imperio.
Pero cuando Cordero Artificial se dispone a conectar los electrodos de la entrepierna a la consola del amor, recibe un correo mental en el disco blando cerebral. Es Oveja Sintética que le dice que pasa de él más que del zope -droga telepática muy peligrosa a la que estuvo enganchada-, cambia de novio y se va a intercambiar esporas con él, mejor dicho, con ello. Le deja por Buey Criogénico, un guaperas del nivel 69 que le ha prometido llevarla de viaje espacio temporal para conocer al semidiós Sabino, el fundador del imperio.
Aunque los dispositivos de bloqueo emocional de Cordero Artificial se activan automáticamente, no resultan suficientes para evitarle todo el dolor y la tristeza de su resaca de amor, que no ha cambiado y es igual desde que la primera pareja humana añadió a la cópula de sus órganos sexuales los sentimientos.

martes, 19 de agosto de 2008

tercera persona






Le arden las palmas de las manos

como si con ellas blandiese la anatomía incierta

de su estéril destino,

como si en ellas estuvieran clavados sus ojos

abriéndose paso entre líneas quemadas

de un futuro remoto.



En sus oídos resuena el eco irreal

de voces y palabras escapadas

para obligarle a revivir un pasado

del que le es imposible zafarse,

y que una y otra vez acude imprevisible

empuñando las letras impagadas

a las que hace frente únicamente

con unos remordimientos sin sinceridad

pues ya nada se puede alterar.



Sus pasos no le llevan a ninguna parte

y él lo sabe bien.

Cada nuevo encuentro es un atraco

perpetrado con la alevosía

de querer abandonar el botín

al doblar la esquina

en una papelera.



No huye deprisa al oír las sirenas;

lo hace con las pisadas lentas

sin dejar huella

como las de alguien que ya esta preso

dando vueltas en su celda.



Su corazón es el ultimo botón

de la camisa de fuerza a la que se abraza

como el que esconde las manos por el frío

o quizá, porque le ardieron como castigo

por haber consumido el accidente

de la vida de un sólo trago.

lunes, 18 de agosto de 2008

LA MUERTE

“Siéntate
a la mesa.
Bebe un vaso
de agua. Saborea
cada trago.
Y piensa
en todo el tiempo
que has perdido.
El que estás perdiendo.
El tiempo
que te queda por perder”

Roger Wolf




Me inquieta en estos días grises,

pero de ineficiente húmedo calor

que nos sume en un sopor expectante,

que la conversación al tomar el café

como cada mañana

gire como es costumbre

a elección del camarero;

a este, últimamente,

al parecer se le abre invariable

la página del periódico

por las esquelas

- o es que se le ha quedado desde hace días

ahí el dedo-

y en vez de como era habitual

comentar las noticias de deportes

se dedica a repasar el censo

de los que ya no entraran nunca más

al Corte Inglés.



Así es como vamos a trabajar,

con desasosiego y sin concentración,

preocupados por tantos como dejan a diario

de fumar.



- no sé si habéis caído en la cuenta

de que últimamente se muere gente

que jamás antes lo había hecho -




Me da por pensar,

-cuando yo a esas horas,

bien lo saben todos,

miro como las vacas al tren -

que habitamos este mundo

como hormigas atareadas

en la entrada del hormiguero

ajenos a nuestra suerte

y al dedo de un niño

que nos fulmina selectivamente

como un macabro juego.



-¿Qué pensara la muerte

mientras nos observa,

indiferentes a ella,

ir de un lado a otro

sin intentar escapar?-




Confío que estos días de viento sur,

de bochornosa canícula que no deja dormir

a los más pequeños por la noche

y asesinan a los viejos en su lecho,

pasen rápido;

eso, o tendré que madrugar más

para ser el primero

en coger el periódico de la barra

y no dejar que el camarero

me joda el día con sus impresiones.


asesino eternamente adolescente


“A hustle here and a hustle thereNew York city is the place where they saidHey babe, take a walk on the wild sideI Said hey Joe, take a walk on the wild side “
Lou Reed





Hago apuestas acerca de cuántas veces

mi mechero se encenderá antes de fallar.

Sobre cuántas veces sonará el teléfono

sin que tampoco esta vez me responda nadie.



Disparo sobre latas vacías

ensayando mí gesto

para cuando realmente me enfrente

en una calle desierta

o en un oscuro bar.



No me hago preguntas.

Intuyo que al final

habrá una repuesta.



Mato el tiempo columpiando las piernas

sentado sobre la rama de un árbol,

mirando pasar las nubes

con una hierba seca entre los labios.




Camino distraído por las vías del tren,

apartándome en el último momento

para dejarlo pasar y contemplar

alejarse el agudo eco de su silbato

sacudiendo mis cabellos.



Tengo la sensación de estar lleno

sin haber derramado aún ni una gota

del contenido de mis sueños.



No me hago preguntas

pues aún no conozco cuánto ignoro

ni debo improvisar deprisa

todas las respuestas.



Soy un asesino

eternamente adolescente.

buscando un camino de regreso a casa






"Yo también pienso en mí cuando te sueño y robo al tiempo todas mis edades para poblar mis íntimas moradas..."


Manuel Altolaguirre




Buscando un camino de regreso a casa (Ulises)




Tantas veces he sentido

el deseo de haber podido nacer

siendo invisible,

transparente

como contemplar a través del cristal de una ventana;

inmaterial como la mágica presencia

de la niebla.

Así hubiera evitado

ser evidente para que se me juzgara

señalándome con una culpa

que, por mi naturaleza

hubiera sido imposible prenderme,

y ninguna razón

habría acabado

hurgando en mi costado

como en el de una aceituna.


En cambio

he pasado la mayor parte del tiempo,

de mi atormentada vida,

preocupado

por esa otra dimensión del hombre común


que me hace sentirme tantas veces de paja

dedicado de sol a sol a alejar los pájaros

que me distraen de mis verdaderas obligaciones

rondando mi mente

que a la vez me traiciona

con el tumor recurrente del recuerdo.



Y, al llegar las noches,

abrazado a mi propia mentira,

como un ser hueco de oxidada hojalata

reclamando un corazón

por el que el dolor

resbale sin empaparlo

como la lluvia

desciende por el cristal.




Al presentarse la mañana,

como un viejo león de circo

vacunado contra el valor,

acobardado frente a un espejo

temiendo enfrentarse a si mismo,

y, en todo momento, como un niño

eternamente buscando un camino

que lo lleve a través del pasado

de regreso a su casa.

reapareces en mis sueños




Únicamente tus ojos clavados en los míos

eran capaces de transmitir tanta complicidad

por explorar sólo en un sueño.

Así, has regresado para formar parte de él,

y mucho, mucho tiempo después,

sin que adivine a explicarme por qué,

los has vuelto a protagonizar.



En esos sueños, procuro ponerme al paso

de tu cálida mirada para medir tus pestañas

que, al cerrar los párpados tan lentamente

como cae el día en un desconocido planeta con dos soles,

arañan mi piel como uñas

dejando al descubierto la fiebre de un abrasador deseo

y la excitación de una cascada de agujas

que recorren desde dentro mi pecho

como agua inquieta buscando por donde salir

e ir a atrapar el olor de tus cabellos con la yema de mis dedos.




Cuando tus ojos de filo de diamante

me descubren te lanzo una sonrisa

a la que desde la distancia, ladeando

levemente la cabeza, respondes

con otra, pero la tuya segura de una victoria;

y, acercándote sin que lo previera,

besas por sorpresa mis labios,

dejando sin palabras

al que siempre tiene respuesta para todo

menos a la pregunta de cuantos besos he recibido

lo fueron con tanto amor como este.



De pronto, surge heladora la certeza,

doblando la esquina como alguien

al que no quisiera encontrar,

acercándose y agrandándose

hasta ser imposible evitar

preguntarme por qué en tu boca hacia calor

si he recordado con súbita amargura

que debería ser tan fría como la piedra

sobre la que el mal gusto de existir

escribió completo tu nombre

y que, en cada aniversario del pasado verano,

adornan con futuras marchitas flores de tela.



Abro inmediatamente los ojos en la penumbra

intentando sobreponerme

a las preguntas bisturí que, poco a poco,

tiran de mí para que me incorpore

como si en vez despertar de un sueño

hubiera caído en otra pesadilla

y, tanteando tinieblas, no supiera de cual salir.

Reinterpreto que has venido a avisarme,

a advertirme, por lo que desde entonces duermo

como un devoto ateo de la vida

camina sonámbulo por la inmortalidad;

tendido vestido sobre la cama sin abrir,

sospechando de cual de mis órganos

será el que al final me traicione.



Para siempre permanecerá en mi conciencia la incertidumbre

de las preguntas que tantas noches desde entonces

han aplazado que pudiera cerrar los ojos tranquilo.

-ya sabes, soy ateo sin convicción-.

La duda real es querer saber si la muerte

se vistió con la imagen que de ti evoco,

si se trata de uno de sus presagios

¿por qué precisamente te eligió a ti

de entre todos los recuerdos con rostro en mi memoria?;

o, ¿ fuiste tu la que se ofreció como voluntaria?;

¿y por qué, después de tanto tiempo,

quisiste regresar sólo para prevenirme

de que nos vamos a reencontrar?



Es cruel reabrir el recuerdo de sueños que tuve

para conseguir que pierda la costumbre de vivir

y me entregue en calma, convenciéndome de antemano,

de alcanzar allí lo que no conseguí en vida.

Aunque puede, finalmente,

que sea que mi necia razón, de vuelta de todo,

la que se empeñe en desconfiar una vez más

y mal interprete lo que mi decepcionado corazón quiere oír,

como es que en esa otra dimensión

confirmará la esperanza que aquí sólo pude albergar en sueños.

viernes, 15 de agosto de 2008

NECESITO VER LAS MANOS DE DIOS






Necesito ver las manos de Dios,

no por haber sufrido un repentino ataque

de arrepentimiento travestido de ascetismo

justo la noche de insomnio en que, definitivamente,

había decidido dejar de fumar

mientras enciendo un cigarro tras otro

con la colilla aun humeante del último.

Tampoco, porque pretenda- me libre él de ello-

saber que se trae ahora entre manos,

ni porque presienta que pudiera ser

nuevamente algo contra mí;

sobre todo, cuando media humanidad

se conformaría, tan solo una vez,

con contemplar su vaporoso rostro,

confirmándose curiosamente que es tal

como siempre lo habían imaginado,

con espesa venerable larga barba blanca;

y cuando a la otra mitad, llegado el momento

les bastaría con escuchar su voz de capitán de barco

surgiendo honda como un vigoroso haz de luz

de un sol de medianoche que les envolviera

como a girasoles ciegos que acabasen de recuperar la vista.

No, yo quiero ver sus manos; las de verdugo

preocupado por regresar pronto cada noche a su casa

y poder ocuparse al fin de su jardín;

las de estrangulador aplicado en repasar con hilo dental

las fauces de unas fieras que guarda atadas;

las de trilero, suplantador del prestidigitador

que se alía con la fe piadosa de los espectadores

para que no se le haya visto el truco

en el justo momento en el que accidentalmente

se han encendido de golpe todas las luces.

Quiero irrespetuosamente, henchido de soberbia subversión,

que nos las muestre para leer en su palma

y conocer de primera mano, si él

como a imagen y semejanza nuestra

también tiene líneas sobre las que pasar el dedo

con su destino inalterablemente detallado, definiendo

- ya que nos ha dejado siempre bien claro

ser un tipo que es partidario de acabar con todo algún día-

cómo va a terminar con esto;

o si por el contrario, como vengo sospechando,

esconde ya en la manga el privilegio

del as de la continua improvisación.

jueves, 24 de julio de 2008

OJALA

Ojala
hubiera podido elegir mis derrotas

como esas apuestas que solemos hacer
y que no nos importa perder,

y menos habernos equivocado.

Así podría presentarme ante ti, ahora,
con la sensación cambiada,
de que ha sido una gran suerte
haber llegado hasta aquí solo para conocerte;

aunque lo haga con las manos
metidas hasta el fondo de los bolsillos
procurando que de ellos no asome
todo el vació en el que habito.

(y no adivines que vengo a pedir
en vez de a ofrecer)

Con mirada resucitada,
con el Almá limpia,
con la memoria borrada
te pido que me acompañes esta noche

a pasear por los bulevares vacíos,
para que tu sonrisa ilumine más la calle
que la luz de las farolas mi animo;
brillante reflejada en nuestros ojos
como luceros en el rostro de dos náufragos
que han recuperado la ilusión.

Ojala hubiera podido elegir mis derrotas
para llegar a este momento más entero
y asumir otra desolación
como la de que rechaces mi invitación
para pasar el resto de la noche
encontrando mitades a cada cosa.

No sé que me llevo a dar por sentado,
como si te conociera de toda la vida,
que lo único que te puedo dar a probar
no sea algo que ya has saboreado;


que ya has paseado por las calles desoladas
con ese sabor de reecuentro de la misma situación
pero con otro desconcido
mientras los dos hablabais
y os reías de oír esas mentiras
que el fondo son exageraciones
de dos egos poco acostumbrados a lucirse;

que tú también sufriste derrotas,
que se olvidaron un día de llamarte,
de responder a tus llamadas,
que susurrándote al oído
encendieron la mecha de estar viviendo un sueño
para luego recoger sus cosas
y dejar los cajones y la casa solo medio vacíos;

como tu vida, empeñada en recordar
y en rellenar ese espacio impredecible,
que un día esta mejor y otros peor,
como el aire entumecido de esos atardeceres
en la retaguardia gris de una extraña guerra;

aguardando junto a la colección de palabras
que hubieras dicho,
que te hubiera gustado haber sabido pronunciar,
que te hubiera gustado saber

Ojala, tú también,
hubieras podido elegir tus derrotas


martes, 22 de julio de 2008

AMO LA NOCHE


Vivo en la noche; me oculto en ella
de la luz del día que, por si no lo sabéis, mata;
porque son las radiaciones de los días
con sus tantos meses y años de aburrimiento,
con sus décadas decadentes y lustros de desengaño,
los que consumen, arrugan y envenenan la piel
y lo que pudiera quedar dentro.

Por eso vivo la noche; bebo la honda oscuridad
de escuchar al mar en silencio
mientras mezo mi reflexivo insomnio,
estremecido por esa grata sensación de frío
que recorre con un rugido mi cuerpo
metido, como mis manos
en los bolsillos, dentro del abrigo;
y mis ojos contemplan hipnotizados
las brasas incandescentes de una hoguera
de parpadeantes luciérnagas que hacen de estrellas
a las que pido predicciones acerca de mi futuro.

Atrapo las noches para usarlas como cebo
en el barullo de los bares de copas,
mirando a los ojos sin vida como los de los peces
de mujeres sin brazos ni calor en los labios,
mientras aguardo a que un rayo parta mi cabeza,
desahogándola de críticos pensamientos
y la arranque esa música estridente
que surge de violar a un silencio
excavado en el vacío;
eso sí, sin borrar en ningún momento
la permanente e inalterable sonrisa
estirada hasta ser mueca,
- que alarga las patas de gallo
y marca como surcos más profundos las arrugas-,
y es que pocos conocen la dura rutina
en que se convierte la obligación de hacer
que todas las noches lo sean de fiesta en el osario.


Me alimento de la noche
y no abandono sus calles
ni dejo de morder sus orillas
más que cuando recibo la alarma
del canto nervioso de los pájaros
hambrientos de amanecer
deslumbrados por el espejismo
de las luces de las farolas aun encendidas;
cuando sucede eso, abordo como quien se sube
a uno de esos espectrales autobuses nocturnos,
mis tísicas sabanas y la cómoda realidad,
en que me abastezco, de mis sueños;
y todo, porque siento que el día
con sus febriles exigencias
tira de mí como el peso muerto
del cuerpo que ahorca al suicida,
que lo aplasta contra la acera.
Amo los ruidos imprecisos
y el silencio de estampida de la noche
porque en ella releo lo hoy escrito
con la conciencia de ayer.

sábado, 19 de julio de 2008

el espejo en la pared


Extiendo mi mano ansiando que la calidez de tus dedos

sobrecojan con un diminuto escalofrió

mi palma generosa por recibirlos;

para luego apretarlos,

estrechándolos como en un abrazo

en el que pueda disolver tanto deseo

al que se sujeta todo mi cuerpo con un temblor

como el pequeño espejo de la entrada a la pared,


el mismo que nos vio llegar

y luego marcharte sola cerrando la puerta.

lunes, 14 de julio de 2008

aprendices de ruiseñor

Observando por la ventana del último tren al que subí descubro mi cara, azul como el reflejo de mi conciencia; a mis ojos, mirándome fijamente desde el fondo del cristal como si con su intangible negrura fundiéndose en mi rostro intentaran hablar o confesarme algo. Ya todo cuanto cambia o pasa atreves de él no llama mi atención como cuando fui niño y se me asemejaba que el futuro debía ser así; con lo que soñaba ser aun oculto, agazapado, aguardando para sorprenderme tras el paisaje siempre distinto tras cada nueva estación.
Hace tanto tiempo que no recuerdo cuando fue la ultima vez que la superficie de un charco nos sirvió de improvisado espejo desde el que nos miraba la ingenuidad, brillando con su color prestado reflejado en nuestros despiertos ojos; con sonrisa risueña, despreocupada, de oreja a oreja, de ser aun inmaculados aprendices de ruiseñor desconocedores de la poderosa voz de nuestro corazón.
No sé, pero debió ser hace tanto tiempo como cuando escribí por última vez con la punta del dedo sobre el vidrio como folio en el que extendía mi aliento
y en el que los inexistentes márgenes para mi imaginación tenían como fondo el horizonte, el monoestacional cielo de mi infancia, el universo aun virgen de mis sueños.
Mañana quiero despertarme y saltar de mi cama; saldré de casa sin terminar de desayunar corriendo escalera abajo hasta reencontrarme con mi calle; allí donde haya otro niño se me brindara un juego siempre diferente, nuevo , una experiencia por estrenar; regresare agotado sólo cuando se enciendan las luces de la ciudad para que las sabanas sean ahora la continuación de un prado siempre verde donde reencontrarme con Ali Baba, con el capitán Nemo, en la cubierta de un barco pirata, en el puesto de mando de una nave que viaja por mundos donde nunca nadie ha estado antes.
Fue hace tanto tiempo que me es imposible recordar cuando vendí por primera vez mi alma al diablo, cuando cambie mi primer sueño por algo a lo que adorar, cuando decidí que seria más practico acatar las normas y accedí hacerme mayor para rendirme sin condiciones a la cruda realidad de hacer y ser lo que se espera de mí edad; infernal corriente que me arrastra como pasajero de un barco de papel alejándome para siempre de mí calle, de mis amigos, de que este bien visto que aun salte en los charcos o de que continué pintando con el dedo en el aire.

SEDUCIRTE USANDO SÓLO MONOSILABOS

Absorto finjo escucharte mientras conversamos, admirando esa manera que tienes, tan dulce, de mover los labios, que siempre parecen sonreír a la vez que hablas; intimidado por esa mirada almendrada de gata de ojos grises; entretenido en fijarme en la forma tan femenina de cruzar las piernas, sentándote de lado, como cuando, con el codo apoyado sobre la mesa, sostienes con los dedos la taza de café en el aire mientras entre los dedos de la otra mano atrapas recién encendido un cigarro y el humo de este cuando sale de tu boca como la evocación de un tentación rondando azul por nuestras cabezas.

Hace rato que he perdido el hilo de la conversación; tan solo muevo afirmativa y negativamente en ocasiones la cabeza; contestando, otras, con monosílabos; levantando en ocasiones las cejas, aparentando escucharte cuando en realidad pienso en como te diría lo que realmente estoy pensando y en cómo te quedarais, si de pronto, me oirías confesarte lo fácil que resultaría enamorarme de ti, acostumbrarme a tus caricias, a tus dedos en mi nuca, al aliento de tus besos, a tus piernas enroscadas en mi cintura o a tus largos y rubios cabellos cayendo sobre mi pecho; a escuchar el ritmo inconstante de tus jadeos como al latido de tu corazón, al calor húmedo de tu vientre, a que me abrace el aroma de tu sudor.

Sostener al menos una conversación con nuestros ojos distinta a como manejan las palabras nuestros labios, pero te veo tan distante al otro lado de la mesa, tan ajena a lo que pienso, mientras no paras de hablar, que noto lo difícil que seria oírte decir que me amas, sentir como me necesitas y cuando saliéramos del café te agarrases a mi brazo para no quererte soltar nunca de el; tan difícil como que adivines lo que en realidad estoy pensando y que yo logre seducirte usando solo monosílabos y arqueando las cejas, tan solo, de vez en cuando.

CULPABLE

-“Todo lo que sucede en este pseudo caótico relato puede ser ficticio,
así como los personajes que pueden ser reales o no”-

“CULPABLE”

Lo cierto es que llevaba más días de lo normal sintiéndome más extraño de lo aconsejable, con un hormigueo de avispas cabreadas en el vientre y una sensación de pisar huevos a cada paso. Mi querido doctor continuaba experimentando extendiéndome nuevas recetas para inéditas pastillas, que sentado en la barra de un bar con una cerveza en la mano, ingería no muy convencido tras observarlas en mi palma como si sus colores formaran parte de mis inquietantes pensamientos. Fue en el justo instante en que por fin me llamo mi abogado cuando comencé a notar un pequeño pero sorprendente alivio -quizás porque era el único al que podía recurrir que aun no debía dinero-
Me comunico, como el que otorga un diagnostico que conocía de antemano para sorprender con su alarde a propios y a extraños, que lo que no me dejaba dormir, que lo que me hacia permanecer inactivo, agazapado durante todo el día como un tembloroso pavo en vísperas de la Navidad, escondido bajo la mesa de la cocina intuidor de su inminente fatídico desenlace, era el sin vivir, por otra parte natural, provocado por una dilatada espera de mi resolución a la ecuación entre inocente o responsable, pero que a partir de ahora podría recuperar el sueño ya que me iba a sobrar mucho el tiempo. El cielo habría de esperar. En su fallo, el jurado del sentido común establecía que sin ningún género de dudas era culpable.
-¿De qué?- Debía estar tranquilo, guardar la calma. Acatar la sentencia tenia que constituir para mí un acto de generosidad, un encomiable sacrificio que seria reconocido; mi sentencia no era gratuita, debía perdurar y contribuir a que actos como aquellos no se repitieran. Mi pena la cumpliría en vez de otros, mi dignidad se la repartirían a los dados para que todos aquellos malos ejemplos escarmentaran en mi cabeza aunque esta seria la de un inocente; - deberías saber -me confeso- a estas alturas de la historia de la humanidad que a los siempre ingenuos inocentes, tarde o temprano ,os da por querer dejar de serlo y esto se podría considerar una manera de prever que no te siguas metiendo en el futuro en más y aun mayores líos; además, él que este libre de culpa que arroje la primera piedra y de ser así, al menos espera –me aconsejo con tono paternal- a que la Justicia se haya vuelto a colocar la venda o mire hacia otra parte .
Reconfortado tras escuchar estas acertadas sabias palabras, con la conciencia intacta por no ser de los que roban o matan, prepare el cepillo de dientes y una docena de libros sin leer; por cierto, a los pocos años de mi encierro, cuando mi piel al estirarse parecía continuar plegada como la de una cebra y de haber agotado interminables recursos imposibles con otro abogado mas barato, de los que llaman de oficio, menos intimo de los jueces, una frase en un articulo de una revista leida por azar del Sindicato Anarquista de Guardias de Prisiones me inquieto de nuevo más que el inquilino de la 666 cuando cae la noche, me impacto tanto como al llegar a casa de madrugada descubrir que no es la mía, como si se me revelara de golpe la enorme amargura de que purgaba una penitencia que me era ajena:
“Lo peor que hacen los malos es obligarnos a dudar de los buenos”

A Don Jacinto Benavente, a Radiohead, a mi marca favorita de café, a Mussorgrki y a su paseo por los cuadros de una exposición, a Don Jaime Gil de Biedma, a mi abogada, a la policía Municipal de Bilbao, al servicio de la grúa, a los atascos de esta ciudad y como no, a los jueces, secretarios, procuradores y demás personal de Justicia como a los poco reconocidos miembros del Sindicato Anarquista de Guardias de Prisiones (S.A.G.P.)a los que dedico estas humildes letras a que tanto han contribuido.

domingo, 13 de julio de 2008

como al pequeño gorrion al que descubro...



Ha llegado octubre.

Ya marcharon todas las golondrinas.

Bajo el cielo protector y distante de la ciudad,

y sobre los tejados y las antenas,

las bandadas de estorninos

dibujan sus remolinos abstractos

de formas efímeras.

Dentro de nada solo quedaran los gorriones y las palomas

ocupando los desangelados bancos

de los parques vacíos;

revolviendo entre los montones de hojas

buscando los restos del pan

de la merienda de algún niño.



Engullido por mi abrigo me protejo de la fuerte lluvia,

metiendo las manos hasta el fondo de los bolsillos;

encogido de hombros por el frió

y como el pequeño gorrión, al que descubro

amparado inmóvil en el alféizar de una ventana,

sueño con desear haber sido golondrina

para reconocer el momento exacto

para marchar camino del sur buscando el calor;

o ser estornino, para que en la confusión de la bandada

no se distinga mi soledad,

o ser paloma para que, a pesar

de los coches y los transeúntes,

se suponga que vivo en paz.

exiliado con sindrome de diogenes



Exiliado con síndrome de Diógenes,

sin tiempo de deshacer las maletas,

arrastro mis pesados recuerdos

de estación en estación,

de aeropuerto en aeropuerto;

por las aceras de cada ciudad

en la que desembarco

como el vagabundo que atesora

todas sus pertenencias

incapaz de apartarse de ellas

ni un sólo instante

por temor a que le desaparezcan

y no poder demostrar

haber estado allí,




ni haber existido






sábado, 12 de julio de 2008

LA PUERTA


Es, la insoportable lucha con el sentimiento
razonado
pero al que me es imposible plegarme
y aceptar
que siempre habré de permanecer
en el quicio de una puerta
sin saber si podré entrar
o si alguna vez conseguiré quedarme;
habitando la constante despedida
sin que mis manos te puedan acompañar
nunca más allá del umbral
que me niega todo lo que soy.

Diciendo eternamente adiós
a lo que mas amo
y a lo que acudo a recoger prestado
para que durante unas horas
recree la ficción de ser a jornada completa
lo que interrumpe una forzada separación
siempre puntual
sobre la que se acumula en su momento,
de golpe sin tiempo ya,
todo lo que me hace falta decirte
que resumo deprisa desesperanzado
con las palabras nunca exactas,
pero que aun así se me atascan en los labios,
recordándote para que se te grabe
que siempre seré tu padre

miércoles, 9 de julio de 2008

¿quien querrias ser de poder ser otra persona?


Me preguntas ¿que pasa?.

Vuelvo mi vista en ambas direcciones

y descubro que pasar, no pasa nada,

pero te tranquilizo aclarándote que si pasara

le saludaría y punto.



Entonces te pregunto ¿que tal?.

Respondes que bien, sin añadir más.



Echo mis cuentas y calculo que es la mitad de camino

entre el natural optimismo y el lacónico escepticismo

del desden de dos locos ociosos en febril inactividad,



justificadora de la incapacidad de mover un solo dedo

para asustar a las moscas que hacen rebaño sobre el plato,


pasando la mañana, vestidos solo con el pijama,

instalados cómodamente en el estrecho corredor de la cordura

sujetos por clavo ardiendo del nihilismo

con los pies sobre la mesa

mientras balanceamos sobre una silla nuestros cuerpos

ajenos al imprudente riesgo.


-¿Quien querrías ser de poder ser otra persona?


El eco de tu inesperada pregunta atraviesa mis oídos

como el escalofrío de oír contra mi sien

el mecanismo del percutor de un arma

cuya negra mirada cabe entre mis dos ojos

estremeciendo de golpe mi indefenso costado

y adueñándose de mí pecho,



provocando que me pesen los brazos

bajo un extraño dolor

y mis piernas no respondan.


-¿Quien querrías ser de poder ser otra persona?

repites con insistencia infantil



Aparto el cigarro

de la comisura de mis labios,

escupo al suelo,

te devuelvo la pregunta.



- Hubo un gallo

que paso la mitad de su mísera vida entre rejas

aguardando en el corredor de la muerte;

la noche antes a que lo ejecutaran

pidió como ultima cena

cinco docenas de ostras

y una botella de Veuve de Clitquo;

nunca llego a subir al cadalso,

lo mato una reacción alérgica...


-¿y que?- me espetas


Pego otra calada

y mientras el humo gris que exhalo

estalla en tu rostro

y como una neblina azul

recorre tus negros cabellos,

te respondo:

- me gustaría ser el diablo…..


Noto como ahora eres tú

él que se siente incomodo.

…..me pido ser tú y que tú seas yo,

que me llames por tu nombre;

solo así llegare a viejo;

para ser sabio,

para jubilarte siendo tu sustituto,

comprobaras

que me sobran motivos.


- Llegara un día en que tu lengua sea tu perdición …

pones precio a mi insolencia.


Por primera vez soy capaz de sostener tu mirada

triturada como la de una serpiente

para responderte esbozando una sonrisa….



-mejor condenarse

que perder el alma, querido Mefisto….