foto by Rober Barret
El asesino sólo es el sicario del miedo
El asesino no puede descansar.
El asesino se despierta en mitad de la noche.
El asesino enciende otro cigarro
y contempla desde la cama el televisor sin volumen.
Soy un asesino porque me condenasteis.
Desde entonces habito con el miedo.
El miedo es quien mejor nos conoce,
nada le es extraño ni se le puede ocultar,
ni nadie consigue escapar de él.
Censo su rostro en la imagen recurrente
que no me permite dormir, de las distintas caras
de todas mis victimas.
Me inquieta una mirada que me reconoce
y no recuerdo a quien pertenecía.
No me preocupa en absoluto
haber matado a alguien que no se lo mereciera.
Como peregrino de la incertidumbre
que generan mis actos, tanto en mí como en los demás,
vivo amparado entre la multitud
como un francotirador anónimo,
marcando en su desnuda conciencia
el recuento de sus victimas más anónimas aun.
Cruzas de noche por un solitario parque.
De pronto, sientes que esa sombra que aparece
no es la tuya, y que incluso la adelanta.
Súbitamente todo se vuelve oscuridad
y cuando abres los ojos comprendes
que estas muerto
y que aquel contorno sin silueta
era tu propio miedo.
El asesino sólo es el sicario del miedo.
El asesino no puede descansar.
El asesino se despierta en mitad de la noche.
El asesino enciende otro cigarro
y contempla desde la cama el televisor sin volumen.
Soy un asesino porque me condenasteis.
Desde entonces habito con el miedo.
El miedo es quien mejor nos conoce,
nada le es extraño ni se le puede ocultar,
ni nadie consigue escapar de él.
Censo su rostro en la imagen recurrente
que no me permite dormir, de las distintas caras
de todas mis victimas.
Me inquieta una mirada que me reconoce
y no recuerdo a quien pertenecía.
No me preocupa en absoluto
haber matado a alguien que no se lo mereciera.
Como peregrino de la incertidumbre
que generan mis actos, tanto en mí como en los demás,
vivo amparado entre la multitud
como un francotirador anónimo,
marcando en su desnuda conciencia
el recuento de sus victimas más anónimas aun.
Cruzas de noche por un solitario parque.
De pronto, sientes que esa sombra que aparece
no es la tuya, y que incluso la adelanta.
Súbitamente todo se vuelve oscuridad
y cuando abres los ojos comprendes
que estas muerto
y que aquel contorno sin silueta
era tu propio miedo.
El asesino sólo es el sicario del miedo.
2 comentarios:
Ves como tengo razón? te das cuenta? tienes que reunirlos todos y hacer una oda al asesino... que sí!
Besos.
Por cierto La Puerta del Hades ya puedes escucharla entera, en mi blog encontrarás el enlace... y a disfrutar de miedo... jejejeje.
"Censo su rostro en la imagen recurrente
que no me permite dormir, de las distintas caras
de todas mis victimas.
Me inquieta una mirada que no reconozco
o no recuerdo a quien pertenecía.
No me preocupa en absoluto
haber matado a alguien que no se lo mereciera."
Me quedo con esta parte tuya, me parece de lo más fecundo en palabras que has escrito, y que puedes pensar y pensar, y no parar. Muy bueno, veo que has encontrado el por qué de esto...
Eso de encontrar una mirada que no reconoces te suele turbar, aunque a mí me turba más una mirada que conozco y no sé de qué. O una mirada que conozco demasiado. No sé, yo creo que habría que hablar sobre conversaciones basadas en el contacto visual, la amistad y volver a ser más humanos y por lo tanto depredadores.
Puntualizo: depredadores de carne, pero cultivador de ideas.
Saludos Alberdi. Un placer como siempre.
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