"Para saber de amor, para aprenderle,haber estado solo es necesario..."
Jaime Gil de Biedma
En más de una ocasión
he intentado saber
que agujero vacio dentro de mí
trataba de llenar amándote;
que absurda cadencia,
como la de tus pasos alejándose,
habitaba estremeciendo mi pecho.
Así, cuando te fuiste,
habría sabido por mí mismo
por que lo hacías,
y no hubiera sido tan amargo
aceptar que el desamparo
también tiene ojos
de los que no se borrará nunca la última vez
en que se cruzaron nuestras miradas.
Supongo que de existir un Dios,
tal como nos lo enseñaron,
se habrá divertido contemplado
lo inútil de mi cacheo al pasado,
como el del que extiende a tientas una mano
palpando en la oscuridad
buscando dar con el interruptor
que le ofrezca alguna luz.
Recorriendo de un lado a otro los ángulos muertos
de mi muda memoria;
enterrando más allá
un rencor inútil
para el que quedaron preguntas por hacerte
que obligado por mi repentina ceguera
ha comprendido que nunca nadie me contradecirá.
Si no fue cierto nunca todo lo que sentimos
o forma parte de otra dimensión
que también habitamos
y donde nos continuamos amando.
Fue como si gritara a alguien que huye
llevándose mis líneas de la mano,
como el incendiario que me pide prestado
para comprar gasolina,
como un fantasma furioso
espectro de una venganza
que no está a su alcance,
como al final de todo
quedarse sin palabras.
Y sin embargo,
de todos los lugares felices
donde he estado
y querría regresar
estas tú.
Jaime Gil de Biedma
En más de una ocasión
he intentado saber
que agujero vacio dentro de mí
trataba de llenar amándote;
que absurda cadencia,
como la de tus pasos alejándose,
habitaba estremeciendo mi pecho.
Así, cuando te fuiste,
habría sabido por mí mismo
por que lo hacías,
y no hubiera sido tan amargo
aceptar que el desamparo
también tiene ojos
de los que no se borrará nunca la última vez
en que se cruzaron nuestras miradas.
Supongo que de existir un Dios,
tal como nos lo enseñaron,
se habrá divertido contemplado
lo inútil de mi cacheo al pasado,
como el del que extiende a tientas una mano
palpando en la oscuridad
buscando dar con el interruptor
que le ofrezca alguna luz.
Recorriendo de un lado a otro los ángulos muertos
de mi muda memoria;
enterrando más allá
un rencor inútil
para el que quedaron preguntas por hacerte
que obligado por mi repentina ceguera
ha comprendido que nunca nadie me contradecirá.
Si no fue cierto nunca todo lo que sentimos
o forma parte de otra dimensión
que también habitamos
y donde nos continuamos amando.
Fue como si gritara a alguien que huye
llevándose mis líneas de la mano,
como el incendiario que me pide prestado
para comprar gasolina,
como un fantasma furioso
espectro de una venganza
que no está a su alcance,
como al final de todo
quedarse sin palabras.
Y sin embargo,
de todos los lugares felices
donde he estado
y querría regresar
estas tú.
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