Cada día
me enseñas algo nuevo de ti;
ayer, aprendí
que aparte de las fresas
también te gustan las cerezas,
aunque realmente pienso
que con lo que más disfrutas
es poniéndote perdido,
aleccionado como estoy
a hacer dos partes
con el contenido de mi plato
destinándote lo mejor
que tú a veces desprecias
como botín
de mi preocupación.
Cada día sé
más cosas acerca de ti,
sobre tu gustos
y lo que te desagrada;
que los cohetes y petardos
al explotar en las fiestas,
el excesivo ruido y el bullicio
te hacen fruncir el ceño,
produciendo un efecto
similar al de la superficie plana del agua
rompiéndose para distorsionar tu mirada
cristalina
siempre serena,
incapaz de acertar a entender
¿Cómo se puede alguien divertir
molestándote a ti?
Sé que cuando no se te oye
no tramas nada,
concentrado en la fantasía
de algún juego
sobre el suelo de la cocina
o de tu habitación,
hojeando las páginas con ilustraciones
de uno de mis libros
o embobado ante la televisión,
recordándome,
con tu labio caído,
a alguien.
Cada día
aprendo una cosa más de ti,
del muchacho tranquilo
con risa de cascada;
me has instruido
sobre como hacer para que hagas las cosas,
a elegir el momento bueno para decírtelas,
que es lo que se te da bien
y que procuras, ya desde hoy,
esquivar;
lo salado o lo dulce,
carne o pescado se han de alternar
en la vida
como las verduras de la felicidad,
como cuando aprendas las letras,
las sumas y restas
que te la intentaran saquear.
En mi particular debe y haber,
en el que me divierto
con tus sencillas explicaciones
sobre el más complicado de los temas,
ya que yo tampoco considero
que exagerar sea lo mis mismo que mentir,
mi amado inquilino comunista,
consumado dictador subversivo,
siempre habrá un recibo
por el que te deba algo;
para empezar me has descubierto
– impagable-
que tengo paciencia;
lo que me lleva a caer en la reflexión
con tristeza
si no admitida si aceptada,
de que nunca llegare a ver
que aventuras viviras por ti solo;
los dos careceremos,
en un momento dado, de tiempo,
para mi ya cada día más escaso
de conocer al hombre;
para ti, ya lo veras,
de poder demostrarme cuanto me querías.
Y así, separados también
en el espacio
pasearemos descalzos,
indefinidamente
ajenos el uno del otro,
sin poder vernos ni escucharnos,
por los jardines sin muros de piedra,
en el que nuestras pisadas
serán ya inexistentes antes de dar un paso
del enorme cementerio para Ángeles
en el que moraran nuestros comunes recuerdos.
TRISTÁN E ISOLDA.- RICHARD WAGNER
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Tristán e Isolda Richard Wagner Teatro Euskalduna.- Bilbao Eric Nielsen
dirige la Orquesta Sinfónica de Bilbao Director de escena, Allex Aguilera
Intérpret...
Hace 1 día
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