lunes, 23 de junio de 2008

mi ángel de la guarda

A mi hijo



A mi hijo,

siempre le tengo dicho

que cuando peor van las cosas

lo mejor que puede hacer

es cambiar de identidad.



A mi hijo,

le explico que si acaba en la cárcel

lo único en que deberá de pensar,

a partir de que se cierna tras él

el eco metálico de la puerta de su celda,

ha de ser en como escapar.



Podría empeñarme como el resto

de bien intencionados padres

-sin manual de instrucciones

pero voluntariosos para que en el futuro

nadie (eso se creen) les pueda echar nada en cara-,

en aleccionarlo con otra serie de valores

que no son más que buenos consejos

con los que se consuelan

por no poder ya dar mal ejemplo.



Mi propia experiencia, me ha demostrado

que si con el tiempo no los pisotea

lo único para que los usará

será como rehenes

para pasarse al enemigo.




Asì que, me esfuerzo por descubrirle cosas aconsejables.

Por abrir sus pequeños ojos

acerca de lo poco acertado de llevar una silla a un bosque,

sobre todo si esta es de madera.



Que no es práctico usar los dedos

para llevar la cuenta de las estrellas.

Que no señale a las personas mayores por ser de mala educación,

y si le pillan disimule

haciendo como si estuviera contando estrellas.

Que no las interrumpa mientras hablan,

y si alguna lo interroga sobre lo que acaba de decir

porque le han sorprendido distraído a su explicación,

responda, con tono seguro, que contaba estrellas.



Que mire siempre a los ojos de la gente

para que no pierda nunca la virtud

de saber en cada momento quién le ama.




Que todo tiene sus límites.

Pero que ese todo dependerá

de a qué lado de la cerca se siente

o desde què lugar contemple el cielo.



Aun así, el mayor de los temores,

con el que juego al escondite,

al margen de que le ocurra algo

ante lo que no me pueda interponer,

es que acabe por parecerse a mí;

y un día, se descubra a si mismo en cuclillas

ante unos profundos y diminutos ojos de Icaro,

kamikazes deseosos por contar estrellas,

repitiéndole con insegura convicción una afección

que antes me oyó a mí

y que ha planeado como un todo en su vida:


“no hagas nada que yo no haría”

9 comentarios:

DIVISIÓN ROBER dijo...

Voy a inaugurar los comentarios de tu blog, que ya veo que no te ha costado mucho hacerlo. Es pan comido, ya te lo dije.

Sigue conviviendo con el caos, sigue conviviendo con los sueños, con las estrellas, y con lo absurdo e injusto de la vida. Pero nunca pierdas tu tesón, tu talento, y tu ilusión por todo lo verdadero en esta vida.

Cuando convivimos con lo verdadero nos reforzamos por dentro y por fuera, y se lo contagiamos a otros iguales que nosotros.

Así que me retroalimentaré a mi manera para inspirarme en mis escritos, contemplando tus poesías fatales y asesinas. Pero en realidad, es un niño el que las escribe. Y como ya te he dicho en alguna ocasión: mirar con ojos de un niño, es vivir nuevamente cada día.

Anónimo dijo...

rober....gracias. no se me ocurre nada mejor que dedirte, podria hacerlo mas alto pero no mas claro

Anónimo dijo...

Ay Óscar, algunos nos vamos a tener que pasar la vida contando estrellas.
Un saludo. Soledad

Anónimo dijo...

Vi el título y esperaba el típico poema de padre a hijo, gratísima sorpresa me he llevado al entrar, un lujazo para releer, todo el poema en sí es una delicia, mis aplausos, saludos.

Anónimo dijo...

Ese principio me ha sorprendido. Me gusta, al igual que Ernesto, me esperaba otra cosa y la verdad es que no me ha decepcionado la sorpresa, todo lo contrario.

Un abrazo,
Mayte

Anónimo dijo...

Que no es práctico usar los dedos
para llevar la cuenta de las estrellas
Que no señale a la gente por ser de mala educación,
y si le pillan disimule
haciendo como si estuviera contando estrellas.

Dificil tarea la de ser padres y además no nos la enseña nadie. Yo suelo decir que siempre que todo lo que hagamos (aunque a veces nos equivoquemos) sea pensando en su bien será bien hecho.
Me ha encantado el poema y en especial estos versos que destaco

Un beso que te llegue al corazón

Ana

Anónimo dijo...

Enternecedor tu poema Oscar
es lo que podemos hacer con los hijos...hablarles siempre...aunque en algún momento creamos que no...si les queda grabado lo dicho...
un gran abrazo

Anónimo dijo...

Compañero Óscar, he leido con esa emoción que seguro has dedicado para escribirlo, hay muchas cosas y sentimientos de la misma vida que nos toca sufrir, me gustan los consejos, las lecciones de la vida que dejas plasmadas, es un placer pasar por tus versos compañero, un gran abrazo.

Anónimo dijo...

... Óscar, que tu hijo cuente estrellas hermosas, que tu hijo te oiga y siga la senda de honor que tu poema construye; Óscar, amigo, eres un padre de primera división, eres una persona más grande que el Templo de Salomón; un abrazo; Orión