sábado, 28 de junio de 2008

HE PASADO POR LA VIDA

Siento,

cada vez que la reinterpreto,

que he pasado por esta vida

caminando como un gato

sobre el teclado de un piano;

unas veces dando la nota,

otras desafinando

y, la mayor parte,

sin dar con el acorde.




He aprendido un montón de cosas;

la mayor parte inútiles,

pero que en alguna ocasión me han servido

para deslumbrar a alguna probable lasciva víctima,

a un corro de desafiantes entendidos,

o para recordar la fecha de la batalla de Trafalgar

el día que Hacienda me comunica una inspección.




Así he acostumbrado a mis pies

a andar por la cuerda floja

y mis amigos ya no se sorprenden

de tanta mudanza.




Sólo echo en falta

ese sexto sentido

que me advierta

cuando la vida

pilla ese cambio de rasante

que me impide ver lo que se avecina.



Eso y la mano

que me desnude cada noche

sin detenerse sorprendida

al descubrir cada nueva cicatriz.



Que deje bajo el felpudo

o en el macetero de la entrada

la llave

que me permita abrir la salida

por la puerta principal

de sus muslos ligeramente colaboradores.



Cualquier cosa

antes que caer bajo el peso

de mi propia consciencia

cuando en la farmacia

no me venden el Prozac sin receta.



Me quedo en la herejía

antes que con la muerte.

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