lunes, 30 de junio de 2008

hombre muerto


Ese hombre, que en este preciso momento
sale por la boca del metro
para dirigir sus pasos hasta el kiosco de prensa;
que dobla el periódico metiéndoselo bajo el brazo
mientras en el bolsillo arroja las vueltas
que volverá a sacar sobre el mostrador
del café al que entra habitualmente;
y que como cada mañana, sosteniendo una taza en el aire
a la que da pequeños sorbos al tiempo que lee
ávido de conocer lo que paso ayer,
ese hombre cotidiano, esta previsiblemente muerto

Él no lo sabe
y los que le rodean
lo ignoran.

Siempre ha llenado mi curiosidad el no saber
que hacen en los hospitales con los miembros amputados
- ya sabéis y si no deberíais, que la curiosidad
mato al gato y pervirtió a la adolescente-;
si aguardan en algún lugar al resto del cuerpo
mientras se descomponen
o se incineran como viejos papeles,
como un montón de viejas cartas sin remite
cuyos rescoldos esparce un viento gris en dirección
a un recién descubierto nuevo punto cardinal.

Alguien debería acercársele
y explicarle la verdad;
como ha hecho mal, dado su estado,
en levantarse esta mañana
y venir a trabajar;
y, si no lo creyera, obligarle
a que consulte en las páginas centrales las esquelas,
para al descubrir la suya, con una foto que no lo hace justicia,
inmediatamente gire su mirada hacia la cristalera
tratando de adivinar que tiempo hace hoy
y en él que no había reparado
hasta saber que lo tiene inesperadamente libre.

Pero nadie lo hace, todos sabemos
lo que cuesta hoy día que otra persona
cruce dos palabras con quien tiene al lado,
aunque pertenezca a esos extraños cordiales
con los que coincidimos cada día
a la misma hora en los mismos lugares
y a los que dirigimos nuestra educada indiferencia
porque a lo mejor todos somos miembros amputados
aguardando una resolución a nuestro extravió.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Óscar, tu pluma afilada, y tus mensajes contundentes. Hacía días que no te leía. Un abrazo!

Anónimo dijo...

Ea! verdades como puños. Cada día me alegro más de vivir en una ciudad pequeña. Aquí no puedes leer el periódico mientras te tomas el café porque el vecino de barra, o de mesa no de deja de dar conversación.

Muy bueno y muy real, Oscar.

Un abrazo

Anónimo dijo...

Muy bueno, Oscar... muy real y con imágenes tan reales que cortan... Yo o sé hacer crítica, pero sé que lo disfruté muchísimo...

Un abrazo,

Carmen

Anónimo dijo...

Es verdad que parece que el mundo se deshumaniza por momentos, y que todos somos cómplices o culpables, pero de vez en cuando suceden cosas que te demuestran que la gente está más viva de lo que parece.

Somos seres anónimos sin ojos,
pequeñas coordenadas de una sombra
que nadie eleva de su anatomía.

Un saludo.