miércoles, 25 de junio de 2008

SUEÑO

Sueño.

Sueño con negros paraguas abiertos bajo la fina lluvia,

con tijeras y alfileres en el fondo de los bolsillos,

con unas bragas de seda en el suelo junto a unos zapatos de tacón de aguja.




Un cenicero repleto de colillas humeantes varadas en la impaciencia,

el vaso seco y la botella aun medio llena,

la ventana abierta y las blancas cortinas empujadas por una leve brisa,

con las voces de unos niños jugando

llegando por el hueco de la escalera.




Sueño con dos resbaladizas serpientes entre las sábanas,

con un burro muerto dentro de tu cama

como con incierta sensación de abandono.



Tus fríos dedos bajando aún por mi espalda,

mis húmedos besos tropezando con tus pezones.




Sueño con dulces olores regresando del pasado

con el que nunca nos hemos de reencontrar

salvo en desconcertantes sueños.




El saxo de Charlie Parker reinterpretando Take Five,

el estrecho callejón trasero del bar reproduciendo el eco de las notas

flotando sobre el lejano murmullo de voces que habitan el local

trastocándose de golpe en repentino estruendo

cada vez que alguien abre la puerta;




sonidos alejándose en la inmensidad de la oscuridad de una noche cualquiera,
esparciéndose entre escuálidas farolas que alumbran desiertas aceras

como las luces de una ambulancia veloz perfilan a su paso las siluetas de los edificios.



Sueño con palabras que podrían parecer elegidas al azar,

repetidas hasta el infinito de maneras distintas

buscando reencontrar el significado a por que las pronunciaste.




Con una terraza de un café en una ciudad de otro hemisferio,

una silla vacía frente a mí como una invitación a que un extraño se siente en ella,
con el deseo de no necesitar regresar porque no hay nada que me obligue,

con tener bajo un radiante sol el alma en propiedad nuevamente a la venta.

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