viernes, 27 de junio de 2008

PASEANDO POR EL LOCAL SIN CLIENTES

Tal como anda el mundo, en el que nadie regala

ni da nada a cambio de una promesa,

tan fácil de devaluarse como la honradez de fiar por la cara,

empeñando hasta la palabra dada

con la nocturnidad de una copa en la mano,

blasfemando para hacernos entender

en la oscuridad de la barra del mas pecaminoso de los burdeles,

no son horas estas para que me vengas tú ahora

-pardillo o es que vas de listo-

a promocionarte sabiendo que hoy no he abierto ni la caja;

en esta noche en la que no debería haber venido

para lucir solo palmito y desgastar tacón,

paseando por el local sin clientes;

pidiendo a los pocos habituales o no

una moneda para poner una canción en el jukebox;

y menos para oír que cada vez que vienes lo haces solo por verme,

susurrándome al oído sin invitarme ni a un baso de agua- tío pajillero-

con ojos cándidos de alcohol,

poniendo con cara de adolescente virginal una forzada mirada de inocencia,

con tu traje barato y tu arrugada corbata de imitador de triunfador;

tu repelente hedor mezcla de sudor y loción de afeitado,

asegurándome que si haríamos el amor te podrías enamorar de mi.

El alcohol o la necedad se te han subido a la cabeza

o es que eres de los que se pasa con el prozac;

¿estas idiota?, no sabes, y no es norma solo de esta casa,

que a las putas nos esta prohibido enamorarnos;

¿quieres que regalemos la mercancía

que nos permite concedernos esos caprichos

con que ningún amante ocasional nos sorprende?;

¿que no cobremos por lo que tarde o temprano

todos terminareís pasando por el aro

y de una manera u otra acabareís soltando

dándomelo a mí o sufragando vuestros descascarillados hogares?;

¿qué sería de mi si a mis clientes fijos

les va alguien diciendo que a veces invita la casa?;

¿conoces algún camello- si no quiere acabar sin piernas

en las vías del tren- que se meta más de lo que vende?

Mientras piensas una respuesta que no te humille más,

no hace falta que apures la copa que se te calienta entre las manos,

vas subiendo arriba y prestándome tu tarjeta de crédito,

así te permitiré que me repitas eso

u otras guarradas, incluso que me llames

como a tu madre o a tu hermana,

ya sabes, quien paga manda.

No hay comentarios: