sábado, 28 de junio de 2008

EL ASESINO


Sedientas orillas de mares salados,

playas desnudas

separadas por océanos de razones.

Continentes atravesados por caravanas de deseos

cruzando desiertos y estepas,

montañas de egoísmo

y caudalosos ríos que nunca llegaran al mar

porque son como venas y arterias

saliendo de un corazón al que regresan,

sobre el que flotan los cadáveres

de inadaptados a la muerte.

Ciudades, donde satisfacer a buen precio pequeñas fantasías,

encerradas en sí mismas,

con todas las luces encendidas, volcadas en sus miedos,

especulando desde el escaparate

de una tienda de televisores

con el espectáculo a todo color

de todo tipo de lejanas angustias.



¿Has visto el rostro del asesino?.

¿En mitad del día de que color son sus ojos?.

¿Con qué voz amable responde al teléfono?.

¿Te da exactas las vueltas al comprar el pan?.

¿Qué susurra por las noches en tus oídos

que consigue que cierres confiado los ojos?






¿Qué sientes al descubrir que te devuelve la mirada

cuando lo contemplas en el espejo?



Llegara montado en su corcel amarillento

preguntando por el nombre de en que ciudad se encuentra.,

Sobre el cielo explotara azul

una inquietante aurora boreal

que admiraran extasiados los ciegos

con sus ojos en las palmas de las manos.

Ningún niño vendrá ya al mundo para pasar más hambre.

Por una escalera de plata descenderá rodeado de luz

apartando a su paso a las gentes

como aguas de un océano vaginal

preguntando por el nombre de en que ciudad se encuentra.



Marcada ya la hora

para la que se crearon todos los relojes,

nadie habrá ya mirando al cielo

escudriñando en el universo

hasta descubrir a aquellas estrellas fugaces

que guían a los Magos de Oriente

al lugar donde el asesino

buscará destetar a un Mesías famélico de Fe.




Únicamente fuegos fatuos sobre las calaveras

de quienes se suicidaron viviendo

con sus cínicas sonrisas en las que no falta ningún diente,

nos indicaran la excusa de un ratoncito Pérez

para haberse metido a proxeneta del tráfico de miedos.

Aclamado como cínico triunfador

con su imagen en millones de camisetas

con eslóganes que nos recuerdan que Jesús te ama.



¿No has podido reconocer aún al asesino?

¿Nadie te había hablado de él?

¿Puedes beber tranquilo sabiendo que la calle

por donde has de regresar esta desierta?

¿Que tus hijos hablan con extraños en el parque?

¿Qué rostro logras recordar de verlo en tus sueños

Cuando despiertas por la mañana?

¿Por qué no puedes sostener la mirada

de quienes te cruzas al entrar o salir de los edificios?



Que no hayas visto aun tu cara

en primera plana de los periódicos

ni abriendo los informativos en la televisión

solo significa que es cuestión de tiempo

que te atrapen.

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