domingo, 13 de julio de 2008

como al pequeño gorrion al que descubro...



Ha llegado octubre.

Ya marcharon todas las golondrinas.

Bajo el cielo protector y distante de la ciudad,

y sobre los tejados y las antenas,

las bandadas de estorninos

dibujan sus remolinos abstractos

de formas efímeras.

Dentro de nada solo quedaran los gorriones y las palomas

ocupando los desangelados bancos

de los parques vacíos;

revolviendo entre los montones de hojas

buscando los restos del pan

de la merienda de algún niño.



Engullido por mi abrigo me protejo de la fuerte lluvia,

metiendo las manos hasta el fondo de los bolsillos;

encogido de hombros por el frió

y como el pequeño gorrión, al que descubro

amparado inmóvil en el alféizar de una ventana,

sueño con desear haber sido golondrina

para reconocer el momento exacto

para marchar camino del sur buscando el calor;

o ser estornino, para que en la confusión de la bandada

no se distinga mi soledad,

o ser paloma para que, a pesar

de los coches y los transeúntes,

se suponga que vivo en paz.

2 comentarios:

DIVISIÓN ROBER dijo...

Éste es sin duda el mejor poema de los tuyos que he leído, además del dedicado a Mefistófeles. En serio, se me ha puesto la piel de gallina, y como tú ya sabes bien, me encanta la música, y la banda sonora que tengo puesta mientras he estado leyendo tu poema es John Coltrane con "My Favorite Things", que se adecúa perfectamente a esa sensación con la que me siento muy identificado.

Es curioso, porque con los animales he tenido muchos encuentros y no creo que sean casuales. Ese típico gorrión que se te queda mirando como queriendo comunicarse contigo, o ese petirrojo que se queda inmóvil en algún jardín mirándote o mirando tu aura. Cuando esto pasa, me recorre un halo de felicidad, estos animales tienen un alma entre inocente y burlona.

Pero ese detalle, cuando dices que estás encongido con las manos en los bolsillos aguantando las embestidas del aire, eso es genial, porque parece que ves el típico día otoñal, antes de que venga el crudo invierno, y es ese gorrión joven que como tú está acurrucado de frío pero no tiene un tabardo para resguardarse del frío.

Anónimo dijo...

amigo rober,
el aurea que depositas en tus palabras, el aurea que emanan es lo que convierto una coversacion en algo entre unico, magico, irrepetible....
creeme