lunes, 14 de julio de 2008

CULPABLE

-“Todo lo que sucede en este pseudo caótico relato puede ser ficticio,
así como los personajes que pueden ser reales o no”-

“CULPABLE”

Lo cierto es que llevaba más días de lo normal sintiéndome más extraño de lo aconsejable, con un hormigueo de avispas cabreadas en el vientre y una sensación de pisar huevos a cada paso. Mi querido doctor continuaba experimentando extendiéndome nuevas recetas para inéditas pastillas, que sentado en la barra de un bar con una cerveza en la mano, ingería no muy convencido tras observarlas en mi palma como si sus colores formaran parte de mis inquietantes pensamientos. Fue en el justo instante en que por fin me llamo mi abogado cuando comencé a notar un pequeño pero sorprendente alivio -quizás porque era el único al que podía recurrir que aun no debía dinero-
Me comunico, como el que otorga un diagnostico que conocía de antemano para sorprender con su alarde a propios y a extraños, que lo que no me dejaba dormir, que lo que me hacia permanecer inactivo, agazapado durante todo el día como un tembloroso pavo en vísperas de la Navidad, escondido bajo la mesa de la cocina intuidor de su inminente fatídico desenlace, era el sin vivir, por otra parte natural, provocado por una dilatada espera de mi resolución a la ecuación entre inocente o responsable, pero que a partir de ahora podría recuperar el sueño ya que me iba a sobrar mucho el tiempo. El cielo habría de esperar. En su fallo, el jurado del sentido común establecía que sin ningún género de dudas era culpable.
-¿De qué?- Debía estar tranquilo, guardar la calma. Acatar la sentencia tenia que constituir para mí un acto de generosidad, un encomiable sacrificio que seria reconocido; mi sentencia no era gratuita, debía perdurar y contribuir a que actos como aquellos no se repitieran. Mi pena la cumpliría en vez de otros, mi dignidad se la repartirían a los dados para que todos aquellos malos ejemplos escarmentaran en mi cabeza aunque esta seria la de un inocente; - deberías saber -me confeso- a estas alturas de la historia de la humanidad que a los siempre ingenuos inocentes, tarde o temprano ,os da por querer dejar de serlo y esto se podría considerar una manera de prever que no te siguas metiendo en el futuro en más y aun mayores líos; además, él que este libre de culpa que arroje la primera piedra y de ser así, al menos espera –me aconsejo con tono paternal- a que la Justicia se haya vuelto a colocar la venda o mire hacia otra parte .
Reconfortado tras escuchar estas acertadas sabias palabras, con la conciencia intacta por no ser de los que roban o matan, prepare el cepillo de dientes y una docena de libros sin leer; por cierto, a los pocos años de mi encierro, cuando mi piel al estirarse parecía continuar plegada como la de una cebra y de haber agotado interminables recursos imposibles con otro abogado mas barato, de los que llaman de oficio, menos intimo de los jueces, una frase en un articulo de una revista leida por azar del Sindicato Anarquista de Guardias de Prisiones me inquieto de nuevo más que el inquilino de la 666 cuando cae la noche, me impacto tanto como al llegar a casa de madrugada descubrir que no es la mía, como si se me revelara de golpe la enorme amargura de que purgaba una penitencia que me era ajena:
“Lo peor que hacen los malos es obligarnos a dudar de los buenos”

A Don Jacinto Benavente, a Radiohead, a mi marca favorita de café, a Mussorgrki y a su paseo por los cuadros de una exposición, a Don Jaime Gil de Biedma, a mi abogada, a la policía Municipal de Bilbao, al servicio de la grúa, a los atascos de esta ciudad y como no, a los jueces, secretarios, procuradores y demás personal de Justicia como a los poco reconocidos miembros del Sindicato Anarquista de Guardias de Prisiones (S.A.G.P.)a los que dedico estas humildes letras a que tanto han contribuido.

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