lunes, 14 de julio de 2008

aprendices de ruiseñor

Observando por la ventana del último tren al que subí descubro mi cara, azul como el reflejo de mi conciencia; a mis ojos, mirándome fijamente desde el fondo del cristal como si con su intangible negrura fundiéndose en mi rostro intentaran hablar o confesarme algo. Ya todo cuanto cambia o pasa atreves de él no llama mi atención como cuando fui niño y se me asemejaba que el futuro debía ser así; con lo que soñaba ser aun oculto, agazapado, aguardando para sorprenderme tras el paisaje siempre distinto tras cada nueva estación.
Hace tanto tiempo que no recuerdo cuando fue la ultima vez que la superficie de un charco nos sirvió de improvisado espejo desde el que nos miraba la ingenuidad, brillando con su color prestado reflejado en nuestros despiertos ojos; con sonrisa risueña, despreocupada, de oreja a oreja, de ser aun inmaculados aprendices de ruiseñor desconocedores de la poderosa voz de nuestro corazón.
No sé, pero debió ser hace tanto tiempo como cuando escribí por última vez con la punta del dedo sobre el vidrio como folio en el que extendía mi aliento
y en el que los inexistentes márgenes para mi imaginación tenían como fondo el horizonte, el monoestacional cielo de mi infancia, el universo aun virgen de mis sueños.
Mañana quiero despertarme y saltar de mi cama; saldré de casa sin terminar de desayunar corriendo escalera abajo hasta reencontrarme con mi calle; allí donde haya otro niño se me brindara un juego siempre diferente, nuevo , una experiencia por estrenar; regresare agotado sólo cuando se enciendan las luces de la ciudad para que las sabanas sean ahora la continuación de un prado siempre verde donde reencontrarme con Ali Baba, con el capitán Nemo, en la cubierta de un barco pirata, en el puesto de mando de una nave que viaja por mundos donde nunca nadie ha estado antes.
Fue hace tanto tiempo que me es imposible recordar cuando vendí por primera vez mi alma al diablo, cuando cambie mi primer sueño por algo a lo que adorar, cuando decidí que seria más practico acatar las normas y accedí hacerme mayor para rendirme sin condiciones a la cruda realidad de hacer y ser lo que se espera de mí edad; infernal corriente que me arrastra como pasajero de un barco de papel alejándome para siempre de mí calle, de mis amigos, de que este bien visto que aun salte en los charcos o de que continué pintando con el dedo en el aire.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Pero qué bueno eres capullo. Este texto me ha encantado. Se ve que la criatura ejerce un bien sobre ti que hay sacar a flote... ya.
A disfrutar de este verano saltando sobre los charcos, que la lluvia no nos hunda.
Fdo.
El de cara angelical... :D

Jokin Gonzalez dijo...

Asesinas las palabras como nadie. Es complicado encontrar por ahí un homicida tan tierno como vos.

Anónimo dijo...

anonimno gracias , si el crio ejerce un bien balsamico y curativo sobre mi

Anónimo dijo...

jokin
hay que asesinar a las palbras, aq uemarropa, a fuego lento, a besos, o con mas palabras

Mayte Sánchez Sempere dijo...

Hola Oscar, tardé en llegar, pero aquí estoy... y tienes razón... un blog que lo flipas :DD

Me gusta mucho, de verdad. Estamos en contacto.

Un beso

Anónimo dijo...

gracias mayte, yo diria lo mismo de todos tus blogs pero la entrada es restringida, asi que espero algun dia ser tocado con el honor de ingresar en alguno , aunque como dijo groucho marx....

EL DOCTOR BARRETT dijo...

Oye, lo del dedo en el aire es con lo que me he quedado. Eso lo suelo hacer yo bastante cuando estoy aburrido o no puedo dormir. Las palabras que me pasan por la cabeza, las escribo en el aire...

¿Quedarán estampadas en alguna parte? ¿Leerá alguien invisible mis palabras? ¿Alguien que esté al otro lado del espejo me leerá las manos y el pensamiento?

Bueno capullo, cuando leas esto habrás venido de vacaciones... Y cuando tú hayas venido me iré yo...