Habito en la urgencia
de querer a todo instante tenerte a mi lado
y no sólo cuando miro y te veo en todas partes
o en todo lo que me pongo a hacer.
Habito en la habitacion 26 y en la tenue luz
del amanecer mostrandote
sentada desnuda en aquella silla de mimbre
con el cabello cayendote por un lado
y la cascada de tu sonrisa devolviendome a la vida.
Habito en esos impagables silencios tuyos
que me traen la tarde feliz de duendes
de yo mirandote y no parando de hablar
mientras me observas sonriente
como si siguieras todo lo que digo.
Habito desandando las caricias
con que mis manos se empachan de tu cuerpo
y en esa dulce sensacion de haberte esculpido
porque siempre acaban encontrando tus labios
y la sorpresa de un viaje a la humedad.
Habito en la larga espera de oir tus pasos
subiendo la escalera de mi excitacion,
en el último beso de nuestras despedidas,
en la intemperie de esperar a volver a tenerte
y devolver su mitad a cada uno de nuestros deseos.
Tejer un pidgin
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Existió hace mucho tiempo un pidgin vasco-islandés creado, como todo
pidgin, para entenderse, para poner fácil ese deseo tan humano de
comunicarse cuando...
Hace 1 semana
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