Aviones de papel
Mis torturadores han esperado
hacerme confesar un crimen que no he cometido.
Mis enemigos, desean que aguante
sólo con el mal intencionado deseo
de ver como se alarga inútil mí sacrificio.
Mi hijo, me mira con esa mirada que tanto temo
mientras le insisto en que se esfuerce en sus deberes.
-¿Sabes hacer aviones de papel?-
me descompone con sus ojos expectantes
y su inesperado nuevo retador desafío.
Finalmente, abandonamos las sumas y restas
para acabar lo que queda de tarde haciendo volar mis cuartillas
con el texto en blanco de poemas descartados
exigiendo el rescate por algo que nunca he poseído.
Aun así, tengo fe en que la suerte
me llegue algún día como botín
de quien jamás se ha rendido.
Mientras tanto, hago volar magníficos aviones de papel
que describen imprevisibles órbitas
en su planeo ingrávido
decorando el vacío alrededor de nuestras cabezas.
2 comentarios:
"de quien jamás se ha rendido"
que grande!
Mi hijo, me mira con esa mirada que tanto temo
mientras le insisto en que se esfuerce en sus deberes.
Ahí está el quid de la cuestión; el hijo en el que nos miramos con los deberes sin hacer, ¡ay! Muy bueno.
Salud
Julio G. Alonso
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