jueves, 24 de julio de 2008

OJALA

Ojala
hubiera podido elegir mis derrotas

como esas apuestas que solemos hacer
y que no nos importa perder,

y menos habernos equivocado.

Así podría presentarme ante ti, ahora,
con la sensación cambiada,
de que ha sido una gran suerte
haber llegado hasta aquí solo para conocerte;

aunque lo haga con las manos
metidas hasta el fondo de los bolsillos
procurando que de ellos no asome
todo el vació en el que habito.

(y no adivines que vengo a pedir
en vez de a ofrecer)

Con mirada resucitada,
con el Almá limpia,
con la memoria borrada
te pido que me acompañes esta noche

a pasear por los bulevares vacíos,
para que tu sonrisa ilumine más la calle
que la luz de las farolas mi animo;
brillante reflejada en nuestros ojos
como luceros en el rostro de dos náufragos
que han recuperado la ilusión.

Ojala hubiera podido elegir mis derrotas
para llegar a este momento más entero
y asumir otra desolación
como la de que rechaces mi invitación
para pasar el resto de la noche
encontrando mitades a cada cosa.

No sé que me llevo a dar por sentado,
como si te conociera de toda la vida,
que lo único que te puedo dar a probar
no sea algo que ya has saboreado;


que ya has paseado por las calles desoladas
con ese sabor de reecuentro de la misma situación
pero con otro desconcido
mientras los dos hablabais
y os reías de oír esas mentiras
que el fondo son exageraciones
de dos egos poco acostumbrados a lucirse;

que tú también sufriste derrotas,
que se olvidaron un día de llamarte,
de responder a tus llamadas,
que susurrándote al oído
encendieron la mecha de estar viviendo un sueño
para luego recoger sus cosas
y dejar los cajones y la casa solo medio vacíos;

como tu vida, empeñada en recordar
y en rellenar ese espacio impredecible,
que un día esta mejor y otros peor,
como el aire entumecido de esos atardeceres
en la retaguardia gris de una extraña guerra;

aguardando junto a la colección de palabras
que hubieras dicho,
que te hubiera gustado haber sabido pronunciar,
que te hubiera gustado saber

Ojala, tú también,
hubieras podido elegir tus derrotas


martes, 22 de julio de 2008

AMO LA NOCHE


Vivo en la noche; me oculto en ella
de la luz del día que, por si no lo sabéis, mata;
porque son las radiaciones de los días
con sus tantos meses y años de aburrimiento,
con sus décadas decadentes y lustros de desengaño,
los que consumen, arrugan y envenenan la piel
y lo que pudiera quedar dentro.

Por eso vivo la noche; bebo la honda oscuridad
de escuchar al mar en silencio
mientras mezo mi reflexivo insomnio,
estremecido por esa grata sensación de frío
que recorre con un rugido mi cuerpo
metido, como mis manos
en los bolsillos, dentro del abrigo;
y mis ojos contemplan hipnotizados
las brasas incandescentes de una hoguera
de parpadeantes luciérnagas que hacen de estrellas
a las que pido predicciones acerca de mi futuro.

Atrapo las noches para usarlas como cebo
en el barullo de los bares de copas,
mirando a los ojos sin vida como los de los peces
de mujeres sin brazos ni calor en los labios,
mientras aguardo a que un rayo parta mi cabeza,
desahogándola de críticos pensamientos
y la arranque esa música estridente
que surge de violar a un silencio
excavado en el vacío;
eso sí, sin borrar en ningún momento
la permanente e inalterable sonrisa
estirada hasta ser mueca,
- que alarga las patas de gallo
y marca como surcos más profundos las arrugas-,
y es que pocos conocen la dura rutina
en que se convierte la obligación de hacer
que todas las noches lo sean de fiesta en el osario.


Me alimento de la noche
y no abandono sus calles
ni dejo de morder sus orillas
más que cuando recibo la alarma
del canto nervioso de los pájaros
hambrientos de amanecer
deslumbrados por el espejismo
de las luces de las farolas aun encendidas;
cuando sucede eso, abordo como quien se sube
a uno de esos espectrales autobuses nocturnos,
mis tísicas sabanas y la cómoda realidad,
en que me abastezco, de mis sueños;
y todo, porque siento que el día
con sus febriles exigencias
tira de mí como el peso muerto
del cuerpo que ahorca al suicida,
que lo aplasta contra la acera.
Amo los ruidos imprecisos
y el silencio de estampida de la noche
porque en ella releo lo hoy escrito
con la conciencia de ayer.

sábado, 19 de julio de 2008

el espejo en la pared


Extiendo mi mano ansiando que la calidez de tus dedos

sobrecojan con un diminuto escalofrió

mi palma generosa por recibirlos;

para luego apretarlos,

estrechándolos como en un abrazo

en el que pueda disolver tanto deseo

al que se sujeta todo mi cuerpo con un temblor

como el pequeño espejo de la entrada a la pared,


el mismo que nos vio llegar

y luego marcharte sola cerrando la puerta.

lunes, 14 de julio de 2008

aprendices de ruiseñor

Observando por la ventana del último tren al que subí descubro mi cara, azul como el reflejo de mi conciencia; a mis ojos, mirándome fijamente desde el fondo del cristal como si con su intangible negrura fundiéndose en mi rostro intentaran hablar o confesarme algo. Ya todo cuanto cambia o pasa atreves de él no llama mi atención como cuando fui niño y se me asemejaba que el futuro debía ser así; con lo que soñaba ser aun oculto, agazapado, aguardando para sorprenderme tras el paisaje siempre distinto tras cada nueva estación.
Hace tanto tiempo que no recuerdo cuando fue la ultima vez que la superficie de un charco nos sirvió de improvisado espejo desde el que nos miraba la ingenuidad, brillando con su color prestado reflejado en nuestros despiertos ojos; con sonrisa risueña, despreocupada, de oreja a oreja, de ser aun inmaculados aprendices de ruiseñor desconocedores de la poderosa voz de nuestro corazón.
No sé, pero debió ser hace tanto tiempo como cuando escribí por última vez con la punta del dedo sobre el vidrio como folio en el que extendía mi aliento
y en el que los inexistentes márgenes para mi imaginación tenían como fondo el horizonte, el monoestacional cielo de mi infancia, el universo aun virgen de mis sueños.
Mañana quiero despertarme y saltar de mi cama; saldré de casa sin terminar de desayunar corriendo escalera abajo hasta reencontrarme con mi calle; allí donde haya otro niño se me brindara un juego siempre diferente, nuevo , una experiencia por estrenar; regresare agotado sólo cuando se enciendan las luces de la ciudad para que las sabanas sean ahora la continuación de un prado siempre verde donde reencontrarme con Ali Baba, con el capitán Nemo, en la cubierta de un barco pirata, en el puesto de mando de una nave que viaja por mundos donde nunca nadie ha estado antes.
Fue hace tanto tiempo que me es imposible recordar cuando vendí por primera vez mi alma al diablo, cuando cambie mi primer sueño por algo a lo que adorar, cuando decidí que seria más practico acatar las normas y accedí hacerme mayor para rendirme sin condiciones a la cruda realidad de hacer y ser lo que se espera de mí edad; infernal corriente que me arrastra como pasajero de un barco de papel alejándome para siempre de mí calle, de mis amigos, de que este bien visto que aun salte en los charcos o de que continué pintando con el dedo en el aire.

SEDUCIRTE USANDO SÓLO MONOSILABOS

Absorto finjo escucharte mientras conversamos, admirando esa manera que tienes, tan dulce, de mover los labios, que siempre parecen sonreír a la vez que hablas; intimidado por esa mirada almendrada de gata de ojos grises; entretenido en fijarme en la forma tan femenina de cruzar las piernas, sentándote de lado, como cuando, con el codo apoyado sobre la mesa, sostienes con los dedos la taza de café en el aire mientras entre los dedos de la otra mano atrapas recién encendido un cigarro y el humo de este cuando sale de tu boca como la evocación de un tentación rondando azul por nuestras cabezas.

Hace rato que he perdido el hilo de la conversación; tan solo muevo afirmativa y negativamente en ocasiones la cabeza; contestando, otras, con monosílabos; levantando en ocasiones las cejas, aparentando escucharte cuando en realidad pienso en como te diría lo que realmente estoy pensando y en cómo te quedarais, si de pronto, me oirías confesarte lo fácil que resultaría enamorarme de ti, acostumbrarme a tus caricias, a tus dedos en mi nuca, al aliento de tus besos, a tus piernas enroscadas en mi cintura o a tus largos y rubios cabellos cayendo sobre mi pecho; a escuchar el ritmo inconstante de tus jadeos como al latido de tu corazón, al calor húmedo de tu vientre, a que me abrace el aroma de tu sudor.

Sostener al menos una conversación con nuestros ojos distinta a como manejan las palabras nuestros labios, pero te veo tan distante al otro lado de la mesa, tan ajena a lo que pienso, mientras no paras de hablar, que noto lo difícil que seria oírte decir que me amas, sentir como me necesitas y cuando saliéramos del café te agarrases a mi brazo para no quererte soltar nunca de el; tan difícil como que adivines lo que en realidad estoy pensando y que yo logre seducirte usando solo monosílabos y arqueando las cejas, tan solo, de vez en cuando.

CULPABLE

-“Todo lo que sucede en este pseudo caótico relato puede ser ficticio,
así como los personajes que pueden ser reales o no”-

“CULPABLE”

Lo cierto es que llevaba más días de lo normal sintiéndome más extraño de lo aconsejable, con un hormigueo de avispas cabreadas en el vientre y una sensación de pisar huevos a cada paso. Mi querido doctor continuaba experimentando extendiéndome nuevas recetas para inéditas pastillas, que sentado en la barra de un bar con una cerveza en la mano, ingería no muy convencido tras observarlas en mi palma como si sus colores formaran parte de mis inquietantes pensamientos. Fue en el justo instante en que por fin me llamo mi abogado cuando comencé a notar un pequeño pero sorprendente alivio -quizás porque era el único al que podía recurrir que aun no debía dinero-
Me comunico, como el que otorga un diagnostico que conocía de antemano para sorprender con su alarde a propios y a extraños, que lo que no me dejaba dormir, que lo que me hacia permanecer inactivo, agazapado durante todo el día como un tembloroso pavo en vísperas de la Navidad, escondido bajo la mesa de la cocina intuidor de su inminente fatídico desenlace, era el sin vivir, por otra parte natural, provocado por una dilatada espera de mi resolución a la ecuación entre inocente o responsable, pero que a partir de ahora podría recuperar el sueño ya que me iba a sobrar mucho el tiempo. El cielo habría de esperar. En su fallo, el jurado del sentido común establecía que sin ningún género de dudas era culpable.
-¿De qué?- Debía estar tranquilo, guardar la calma. Acatar la sentencia tenia que constituir para mí un acto de generosidad, un encomiable sacrificio que seria reconocido; mi sentencia no era gratuita, debía perdurar y contribuir a que actos como aquellos no se repitieran. Mi pena la cumpliría en vez de otros, mi dignidad se la repartirían a los dados para que todos aquellos malos ejemplos escarmentaran en mi cabeza aunque esta seria la de un inocente; - deberías saber -me confeso- a estas alturas de la historia de la humanidad que a los siempre ingenuos inocentes, tarde o temprano ,os da por querer dejar de serlo y esto se podría considerar una manera de prever que no te siguas metiendo en el futuro en más y aun mayores líos; además, él que este libre de culpa que arroje la primera piedra y de ser así, al menos espera –me aconsejo con tono paternal- a que la Justicia se haya vuelto a colocar la venda o mire hacia otra parte .
Reconfortado tras escuchar estas acertadas sabias palabras, con la conciencia intacta por no ser de los que roban o matan, prepare el cepillo de dientes y una docena de libros sin leer; por cierto, a los pocos años de mi encierro, cuando mi piel al estirarse parecía continuar plegada como la de una cebra y de haber agotado interminables recursos imposibles con otro abogado mas barato, de los que llaman de oficio, menos intimo de los jueces, una frase en un articulo de una revista leida por azar del Sindicato Anarquista de Guardias de Prisiones me inquieto de nuevo más que el inquilino de la 666 cuando cae la noche, me impacto tanto como al llegar a casa de madrugada descubrir que no es la mía, como si se me revelara de golpe la enorme amargura de que purgaba una penitencia que me era ajena:
“Lo peor que hacen los malos es obligarnos a dudar de los buenos”

A Don Jacinto Benavente, a Radiohead, a mi marca favorita de café, a Mussorgrki y a su paseo por los cuadros de una exposición, a Don Jaime Gil de Biedma, a mi abogada, a la policía Municipal de Bilbao, al servicio de la grúa, a los atascos de esta ciudad y como no, a los jueces, secretarios, procuradores y demás personal de Justicia como a los poco reconocidos miembros del Sindicato Anarquista de Guardias de Prisiones (S.A.G.P.)a los que dedico estas humildes letras a que tanto han contribuido.

domingo, 13 de julio de 2008

como al pequeño gorrion al que descubro...



Ha llegado octubre.

Ya marcharon todas las golondrinas.

Bajo el cielo protector y distante de la ciudad,

y sobre los tejados y las antenas,

las bandadas de estorninos

dibujan sus remolinos abstractos

de formas efímeras.

Dentro de nada solo quedaran los gorriones y las palomas

ocupando los desangelados bancos

de los parques vacíos;

revolviendo entre los montones de hojas

buscando los restos del pan

de la merienda de algún niño.



Engullido por mi abrigo me protejo de la fuerte lluvia,

metiendo las manos hasta el fondo de los bolsillos;

encogido de hombros por el frió

y como el pequeño gorrión, al que descubro

amparado inmóvil en el alféizar de una ventana,

sueño con desear haber sido golondrina

para reconocer el momento exacto

para marchar camino del sur buscando el calor;

o ser estornino, para que en la confusión de la bandada

no se distinga mi soledad,

o ser paloma para que, a pesar

de los coches y los transeúntes,

se suponga que vivo en paz.

exiliado con sindrome de diogenes



Exiliado con síndrome de Diógenes,

sin tiempo de deshacer las maletas,

arrastro mis pesados recuerdos

de estación en estación,

de aeropuerto en aeropuerto;

por las aceras de cada ciudad

en la que desembarco

como el vagabundo que atesora

todas sus pertenencias

incapaz de apartarse de ellas

ni un sólo instante

por temor a que le desaparezcan

y no poder demostrar

haber estado allí,




ni haber existido






sábado, 12 de julio de 2008

LA PUERTA


Es, la insoportable lucha con el sentimiento
razonado
pero al que me es imposible plegarme
y aceptar
que siempre habré de permanecer
en el quicio de una puerta
sin saber si podré entrar
o si alguna vez conseguiré quedarme;
habitando la constante despedida
sin que mis manos te puedan acompañar
nunca más allá del umbral
que me niega todo lo que soy.

Diciendo eternamente adiós
a lo que mas amo
y a lo que acudo a recoger prestado
para que durante unas horas
recree la ficción de ser a jornada completa
lo que interrumpe una forzada separación
siempre puntual
sobre la que se acumula en su momento,
de golpe sin tiempo ya,
todo lo que me hace falta decirte
que resumo deprisa desesperanzado
con las palabras nunca exactas,
pero que aun así se me atascan en los labios,
recordándote para que se te grabe
que siempre seré tu padre

miércoles, 9 de julio de 2008

¿quien querrias ser de poder ser otra persona?


Me preguntas ¿que pasa?.

Vuelvo mi vista en ambas direcciones

y descubro que pasar, no pasa nada,

pero te tranquilizo aclarándote que si pasara

le saludaría y punto.



Entonces te pregunto ¿que tal?.

Respondes que bien, sin añadir más.



Echo mis cuentas y calculo que es la mitad de camino

entre el natural optimismo y el lacónico escepticismo

del desden de dos locos ociosos en febril inactividad,



justificadora de la incapacidad de mover un solo dedo

para asustar a las moscas que hacen rebaño sobre el plato,


pasando la mañana, vestidos solo con el pijama,

instalados cómodamente en el estrecho corredor de la cordura

sujetos por clavo ardiendo del nihilismo

con los pies sobre la mesa

mientras balanceamos sobre una silla nuestros cuerpos

ajenos al imprudente riesgo.


-¿Quien querrías ser de poder ser otra persona?


El eco de tu inesperada pregunta atraviesa mis oídos

como el escalofrío de oír contra mi sien

el mecanismo del percutor de un arma

cuya negra mirada cabe entre mis dos ojos

estremeciendo de golpe mi indefenso costado

y adueñándose de mí pecho,



provocando que me pesen los brazos

bajo un extraño dolor

y mis piernas no respondan.


-¿Quien querrías ser de poder ser otra persona?

repites con insistencia infantil



Aparto el cigarro

de la comisura de mis labios,

escupo al suelo,

te devuelvo la pregunta.



- Hubo un gallo

que paso la mitad de su mísera vida entre rejas

aguardando en el corredor de la muerte;

la noche antes a que lo ejecutaran

pidió como ultima cena

cinco docenas de ostras

y una botella de Veuve de Clitquo;

nunca llego a subir al cadalso,

lo mato una reacción alérgica...


-¿y que?- me espetas


Pego otra calada

y mientras el humo gris que exhalo

estalla en tu rostro

y como una neblina azul

recorre tus negros cabellos,

te respondo:

- me gustaría ser el diablo…..


Noto como ahora eres tú

él que se siente incomodo.

…..me pido ser tú y que tú seas yo,

que me llames por tu nombre;

solo así llegare a viejo;

para ser sabio,

para jubilarte siendo tu sustituto,

comprobaras

que me sobran motivos.


- Llegara un día en que tu lengua sea tu perdición …

pones precio a mi insolencia.


Por primera vez soy capaz de sostener tu mirada

triturada como la de una serpiente

para responderte esbozando una sonrisa….



-mejor condenarse

que perder el alma, querido Mefisto….

martes, 8 de julio de 2008

intimo deporte


Cuando no te tengo languidezco
como un adolescente sin nada que hacer;
sufro febril con mi imaginación,
invento los besos que te daría
y los meto en el congelador
para convertirlos en cubitos de hielo
y así, cuando estés impúdica,
obscenamente entregada,
jugar a surcar con ellos tu ombligo
redondo de piel melocotón;
circundar tu pubis,
perderlos derretidos en tu ingle
para finalmente, con mi lengua inagotable,
abrir un espacio entre tus labios salados
e inhalar ese olor tan característico
como es el denso aire de una tarde
calurosa de verano
sacudido por las alas blancas
de cientos de mariposas.


Mi vista tardara aun un rato
de bajar de la nube
tendido como tu mirando al techo
que contemplo como tus dos pezones,
que parecen dos ojos de tontorrona mirada extravica,
cuando, girándote para abrazarte a mi,
te oigo susurrarme al oído
- el juego estuvo bien,
¿es al mismo al que ya jugamos la última tarde?
o¿ fue con la cera de dos velas?;
te estas volviendo tan predecible!! ,
¿no se te ocurre nada nuevo
con los mimbres que te presto?-



Esforzado como un parvulito frunciendo el ceño
ante el desafió de la tabla del ocho,
como el maestro de ajedrez
ante la concurrencia de expertos
temiendo con el siguiente movimiento hacer el idiota,
dudando si es real el reto
o bromeas poniéndome a prueba
desprecio la enciclopedia Larousse,
descartando que lo que buscas
tampoco este – pero podría- en esas revistas
que el kioskero guarda bajo su mostrador
lejos de las miradas curiosas de los mas pequeños
al salir del colé mientras comen su merienda.


Creo que a lo que me invitas
es a que te enseñe mi álbum privado
de fantasías genuinamente inconfesables
e insatisfechas,
y mientras mi dedo las recorre
para que tú elijas
descubres satisfecha,
iluminada por un extraño brillo,
mi mirada malvada y turbia
de la que sin ensayos has hecho tu bandera.



Todo para al fin alcanzar como premio
olvidar que deje el reloj sobre el velador
y que mi cuerpo se mueva a otro compás
que al de sus estrictas manecillas;
retorciéndose,
buscando frotarse contra el tuyo,
deseando encontrase dentro
para contemplar al fin la esfera
que tus negros cabellos
describen esparcidos sobre la almohada
y el sincero brillo de tus ojos
como el de un sol de amplia sonrisa
dibujado por un niño.

No me equivoco al pensar
que tan solo se vive una vez
y que esperar con impaciencia a que me llames,
maquinando hasta sentirme mezquino
nuevos rituales en la geografía de tu cuerpo,
se ha convertido en mi íntimo deporte.

lunes, 7 de julio de 2008

en tratos con el diablo


He deseado en tantas ocasiones
que el diablo viniera a comprar mi alma,
en llegar a hacer algún trato con él,
que ahora, que me he hecho viejo de golpe
y repaso el censo de lo que hice,
con la impresión de haber dejado escapar
tantas oportunidades,
caigo en la cuenta de las veces
que baile contento
ignorando estar cogiendo su talle;
que incluso le llegue a besar,
desconociéndolo hasta después
de pasar juntos la noche
sin preocuparme por averiguar su nombre.

Que hoy, sí pretendo sobrevivir
un poco más,
he de estar a dieta de estos y otros
pequeños vicios;
que, en vez de ponerse de mi lado
cuando tan bien los he alimentado,
me traicionan,
aliándose para dar la razón
a quien analiza mis órganos
extrayendo conclusiones innecesarias
de lo que fue hasta ahora mi vida
y haciendo predicciones nefastas sobre mi futuro.

Me preocupa
no tener ninguna noticia del demonio,
de aquel que se me metía y hacia innecesarias
las explicaciones de por qué hacia las cosas.
No regresa ni reaparece cuando más preciso
contar con sus servicios.
En cambio, detecto con alarma progresiva
en mi vetusta apariencia anatómica
como rezuma ese olor entre rancio y dulzón
confirmación de que inevitablemente me estoy haciendo viejo,
como predije, de golpe.
Al menos aun ese hedor no es a muerto
por lo que mantengo la esperanza
mientras le aguardo mordiéndome las uñas,
como cuando admiraba a aquellos chicos mayores
en sus cosas, con el nerviosismo pleno de ansiedad
que metía prisa por poder hacer ya como ellos,
y otra vez, una más, se cumpla que vuelvo a salvar el cuello.


Mi plan es sencillo, el negocio seguro
ahora que conozco todas sus caras
y puedo reconocerlo a la primera
nada más detenga su coche y me invite a subir.
Asi no me veré en la obligación de andar
a vueltas con que he llegado al momento
de tener el deber de escribir cosas como “que será una tarde gris,
un jueves, por ejemplo, mientras llueve”.



Le solicitare lo mismo que todos;
acostumbrado al trueque me pedirá lo de siempre.
Yo volveré a tener desconocidas oportunidades,
él, se ira convencido de haber hecho una buena ganancia
ignorante de que mi moneda estaba devaluada;
y, que si la apariencia de mi cuerpo
le incito incluso a él, que ha debido ver de todo, a la comprensión,
esta será la culpable de que no recontará
lo que rapidamente metió en su bolsillo,
para asi, cuando tuerza la esquina, no ver
-pero pagaría lo recibido por contemplarla- la expresión de su rostro
al sacar el fajo y hacer balance de sus cuentas,
y comprobar con la indignación del timado
que mí depreciada alma que ha aceptado
esta más enferma que su deteriorado aspecto en el espejo.

miércoles, 2 de julio de 2008

EL LADRIDO EN LA LEJANIA


He llegado hasta aquí

intercalando contradicciones;

en unas oigo el ladrido,

siempre en la lejanía

y con el que me hermano,

de los perros

en la inmensidad,

en apariencia vacía,

de la noche;

en otras, escucho el tono,

que siempre me pareció quejoso,

de su respiración

mientras dormidas miro sus ojos cerrados

ajenos a la sensación

reflejada en los míos

de estar sólo

con una premonición

para la que al parecer he nacido.



He de aprender a dejar de perseguir sueños

para comenzar a buscar la interpretación

correcta a mis pesadillas.

ESCRITO CON LETRAS DE ORO




Alargo mi mano abierta como el infeliz
que ignora que le puede caer una maldición
para que ella, con su dedo índice,
acaricie los profundos valles de mi pasado,
las lomas de mi porvenir,
los surcos superficiales de mi presente.
En mi palma lee las líneas del tiempo
y yo ávido de conocer
me estremezco cada que vez que se detiene,
no vaya a ser cierto que pueda adivinar aquello
con lo que convivo tratando de olvidar;
y es que la mala senda que hasta ahora he pisado
hizo que esa misma mano
se extendiera para coger la fruta madura
del árbol prohibido
y cuando tuve que decidir
entre el bien o el mal
lanzara una moneda a cara o cruz
y que no la retirara ni cuando recibí mi castigo
para soplarme la punta de los dedos doloridos
porque orgulloso me creí capaz
de sostener con ella el mundo.

Y es que si existiera alguna señal
explicación a tanto ir de un lado a otro,
dando casi siempre tumbos,
debería llevarla mejor escrita en la frente
marcada a fuego fatuo
que como una luna de agosto
ilumine a partir de ahora mi futuro
lejos de mujeres de negros cabellos
con lo ojos cerrados bajo mi beso,
de hijos que nacieron en un hospicio
sin llevar ningún pan bajo el brazo,
de fortunas como racimos de uva
nadando en el océano,
de pléyades con mi nombre
escrito en letras de oro.

A MARIANA


La muerte llegó de mañana
a hacer su negocio;
después de que se fuera
alguien vino a hacerme notar
que tampoco tú ya estabas. Los detalles del cómo
me hicieron sentir culpable
por haber sido cómplice
de una inexplicable premonición
y no los quise conocer
porque aun hoy me cuesta entender
como te podía pesar tanto
cada segundo
como para empujarte
a querer hacerte vieja de golpe;
sin comprender cómo el último pasó,
en vez de poner por inercia otro delante,
pudo serte más fácil
que el salto al vació de seguir viviendo.

También borre
enseguida de mi recuerdo
aquella fecha
de un mes concreto
en la que finalmente decidiste
no volver a inquietarte más por todo,
como si se tratara de una maldita letra impagada
que no deseara convertir en peregrinación aniversario
a más preguntas sin respuesta,
con lo que, en tu caso, el cielo sale ganando.
Hoy –ahora-, se me hace necesario
para recuperar los rasgos
de tu rostro,
que las sombras del alivio del olvido
borraron de mi selectiva memoria,
contemplar la foto de tu retrato
con tu profunda mirada
que parece preguntarse sorprendida
que hace atrapada
dentro de ese marco
tras un cristal que debe ser tan opaco
como la opinión que te merecerían,
si las pudieras contemplar,
nuestras exiguas existencias
proseguir banales como siempre.

a Mariana Guimón

martes, 1 de julio de 2008

EXILIADO

Exiliado con síndrome de Diógenes,

sin tiempo de deshacer las maletas,

arrastro mis pesados recuerdos

de estación en estación,

de aeropuerto en aeropuerto;

por las aceras de cada ciudad

en la que desembarco

como el vagabundo que atesora

todas sus pertenencias

incapaz de apartarse de ellas

ni un sólo instante

por temor a que le desaparezcan

y no poder demostrar

haber estado allí,


ni haber existido