Tú, pareces ignorar o haber olvidado
el peligro del atajo que acabamos de tomar,
mientras yo sigo con el pie a fondo sobre el acelerador
sabedor de que tarde o temprano
la tierra se va a terminar y acabare flotando en el mar.
Cuanto más viejo me hago más miedo le tengo a enamorarme.
Hacerte el amor es como una misión
de dar interminables vueltas alrededor del sol.
Tus caricias parecen arañar mis entrañas
extrayéndome sin dolor lo enfermo de mi alma,
el aliento de tu boca detenido frente a la mía
segrega retador una fría saliva
en comparación con la incandescencia de nuestros cuerpos.
Me despierto en sueños
empapado en lo que pienso es mi sudor
y descubro que es mi semen;
mi semen derrochado y el que elaboro
aun retenido golpeando mis parpados cerrados,
deslumbrados por la blancura de este latir;
y descubro también que no es ahora mi corazón
el que tiene a mi sexo atrapado nuevamente en sus manos,
cuando me vuelvo a encontrar entre tus insaciables piernas
empujando la cascada de mí leche
como un geiser dentro de una pompa de jabón
dispuesta a alcanzar las nubes.
No se de que estas hecha, si eres tierra o mar,
solo que te siento como el magma de un volcán
brillando rojizo en tus ojos, que me miran entre sorprendidos
y extasiados, solícitos de más acción, suplicantes
y déspotas para que nunca pare.
3 comentarios:
Qué hermoso, te felicito, es un poema brutal.
Es un poema lleno de explosiones cósmicas. Te felicito. :-)))
Explosivo como el volcán,.....como la lava que arrasa con su calor todo lo que acaricia, y rápidamente se enfría
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