
El truco esta en ignorar que vivimos atrapados por nuestra edad
culpabilizando a la época que nos ha tocado vivir;
así es como tenemos la excusa perfecta para justificar,
ante un universo que ya no nos contempla,
el por qué levantamos barrotes que nos permiten tener vigilado al pasado
e impedir que se nos acerque
como a la ultima persona con que no nos desearíamos encontrar.
Los síntomas de este momento llegaron sin tu saberlo
cuando comenzaste a confundir las sombras con siluetas.
No es sólo cuestión de tiempo el aprender a aceptar
que no somos las agujas del reloj
y sí la dimensión que llena su separación y que desaparece a su paso.
Sangre en nuestras venas saltando de piedra en piedra
como un mes de septiembre que quiso eternizarse en primavera
y no asume ser el fin del verano.
Fecha tan inexacta como el punto donde coinciden
el fulgor nocturno de la hilera de farolas del paseo
prolongandose infinitas hasta perderse de vista,
con su reflejo aún más brillante sobre las mansas aguas de la ria
yendo serenas al encuentro de ese himen
donde coinciden bajo el influjo lunar de las mareas,
la frescura que calma toda sed y el salvaje empuje de las saladas olas.