sábado, 13 de junio de 2009

como la memoria de un muerto

photo by robert doctor barret



Ahora sé que debí haberte advertido
de que mi visión de los días venideros
es como la memoria de un muerto
y que tan sólo soy real cuando me contemplas dormido
sentada al borde de la cama,
haciéndote esas mismas sonámbulas preguntas
que los trenes que pasan bajo tu ventana
jamás te respondieron.
Es entonces cuando puedes acariciar al trueno lejano
de mi pesada respiración, y calentarte con las cenizas
aún humeantes del rescoldo en que he acabado.
Debí haberte contado que antes de visitar el tuyo
hubo otras mujeres cuyos sexos debían pensar
ser el centro del universo, y cuyas líneas esnifé
hasta borrarlas como la droga de la esperanza
de encontrar un tesoro sin mapa,
dejando exhaustas todas mis edades
y vacías de contenido las palabras “para siempre”.
Pedir con indiferencia que ya nada nos confunda,
cuando la vida ha sido aceptar un dulce error tras otro,
es buscar una excusa valida para no culparnos por todo
o que justifique la autodestrucción.
Maravillosos desaciertos que perseguí
con la meticulosidad de un caprichoso,
con la serenidad de una carcajada,
con la prudencia de un despilfarrador.
De nada sirve pedir cuentas porque haya vuelto a llegar tarde
otra noche y que no me preguntes de donde
cuando ya nadie puede cubrir nuestras deudas ni dar un duro
por lo que vayamos a sacar del bazar de este último encuentro.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Bonito, realista, pero doliente...

:-(