jueves, 24 de febrero de 2011

PROUD MARY - CREEDENCE CLEARWATER REVIVAL (SUBTITULADO ESPAÑOL INGLÉS)




creedence para desayunar, creedence para el amaiketako, para despues de comer, para la merienda, para cenar y para despues de cenar....para los dias de sol, para los de lluvia, para estar dentro del armario, debajo de tu cama, para salir a la calle, para saltar sobre la cama, para ir en el coche en los trayectos largos como en los cortos...

jueves, 17 de febrero de 2011

ESTA MUJER


Esta mujer me enfrenta a mi destino,

convoca todo mi pasado,

me reta para que cambie de vida

y como a un chico pobre

me exige que cruce un océano

de miel salada y hierbabuena

que borre toda huella de mis pasos

como si mi mano fuera de arena.

Que me arranque mi actual rostro,

me afeite la cabeza y las cejas,

apriete los labios y mire al suelo.

Que en ese otro hemisferio

tendré tiempo de nuevo

para desafiar a otras estrellas

convertido en anónimo transeúnte,

como un príncipe de los mendigos,

el rey de todos los locos

que el día de su muerte

querrá encima leer su horóscopo.

domingo, 13 de febrero de 2011

HOMENAJE A SERGIO OIARZABAL




El poeta y la ciudad


1




Decidiste largarte de esta ciudad y puede que algún día también yo siga esa dirección

tal como lo planeaste,

sin hacer incomodas maletas que arrastren más pesados escombros,

con el mismo aire melancólico y mortecino del batir de alas de las gaviotas

cuando ingrávidas van al encuentro de los barcos

para que lleguen prendidos a sus mástiles los oxidados nubarrones

a esta ciudad equivocada

en la que perpetuamente parece caer de lado una fina lluvia de mercurio,

orilla final de un continente, al borde de recaer en el martirio y a miles de kilómetros de la absolución,

donde sólo se fracasa en vida, sede de todas las adicciones y esperma de todos los diagnósticos,

que silencia las voces obligándolas a masticar sus nudillos hasta convertir las bocas en muñones

y en la que, acabo de darme cuenta, me he quedado

sin cómplice.


2



Decidiste marcharte sin reparar en lo solo que me dejabas frente a esta ciudad

en la que nacimos de madres vírgenes

y, una vez echados los dientes, en la que copulamos en plena calle entre los cuerpos insepultos

de nuestros crímenes observando,

que un viento de otoño prematuro esparce como hojarasca

por las esquinas pidiendo lo suelto a cambio de devolverte al opio de un amor fingido,

sobre los incómodos bancos de los parques durmiendo como ángeles derrocados

el sueño de creerse a salvo de no deber nada a nadie,

al fondo de bares siempre oscuros y ruidosos, bebiendo solo en un rincón,

sujeto a una copa como una bola de cristal que siempre predice un futuro inaceptable,

bajo el gris amanecer, en la doliente intemperie de caminar por los muelles tan vacíos de vida

como los bolsillos en los que sólo aciertan a entrar frías las manos,

instante de reencuentro con una momentánea lucidez empeñada en hallar significado

a por qué en esta ciudad parece que siempre queda algo por suceder,

por qué echa la mano al cuello sin pestañear,

o por qué en los patios de las escuelas juegan en silencio, como escépticos ancianos,

niños que se encojen de hombros como si no tuvieran padres, mientras sus hermanos no nacidos,

huérfanos de promesas, se divierten corriendo y gritando despreocupados por las cloacas

vestidos de primera comunión.

3



Decidiste, solo y sin avisar como cuando se te cruzaba venir a verme, dejar esta ciudad

de ataúdes abiertos,

de casas medio derruidas en cuyas paredes al descubierto sigue aún colgado nuestro retrato,

absurdo y abstracto como el de un pariente lejano, tan irreconocible como nuestro rostro

en el espejo borroso y polvoriento

de un tiempo tozudo que jamás permitirá que volvamos a ser vigorosos y excitados

de mirada retadora,

descubriendo como si camináramos descalzos sus frías y húmedas calles,

sintiéndonos invulnerables y eternos.

Lo hiciste llevándote todo lo que sabes de mí y nunca me contaste, sin echar la vista atrás,

no fuera que contemplar como ardían volátiles las dimensiones del teatro te hubiera hecho olvidar

que para ti fue siempre más importante el argumento que las dimensiones del teatro,

rugiendo por tus venas como gasolina en un camión de dieciséis ruedas lanzado por la autopista

a toda velocidad

en mitad de la oscura calima de la ardiente noche, arrollando con los faros como ojos en éxtasis

enjambres de polillas desorientadas,

ungido por la bendita locura de ser antes que nadie quien encuentre ese exilio de pétalos de amapola,

el parnaso en el que la palabra deja de deambular con sonido de pasos de un fantasma

metido en el pecho

y se reconcilia materializándose real en un ser vivo habitando la vida

eterno.



A Sergio Oiarzabal

martes, 1 de febrero de 2011

tengo dos opciones



Dos opciones








De siempre, sea por activa o por mi pasividad,

me dejaste bien claro que disfruto de dos opciones;

por un lado, usar la bala de plata que introdujiste

- nada más conocernos- en la recamara de mi conciencia

para el día en que decida abandonarte,

o, el vale canjeable por un incendio en una gasolinera,

para cuando me anime definitivamente a quemar mis naves

y todos los puentes que haya tras de mi, arrojándome al abismo

de romper como una piedra el cristal de tu ventana

a cualquier hora de la noche, porque me esperas

siempre dispuesta a acogerme hasta que la muerte nos separe.




Y, con esa indefinición como arma, he dejado de ser el lobo

que perseguía tú húmedo y caliente rastro; ahora

permito, en esas noches cegadoras en que pareces necesitar más,

con distante desden y como sino te quisiera dañar,

que convenzas a mi honrada decisión poniéndome la mano en el pecho

de que no soy un canalla valiéndome de todos los comodines,

hasta conseguir que seas tú por mí la que invente una excusa

que demos los dos por buena poniendo de valedor a tu cuerpo.








Una vez saciada esa hambre febril que partía como un haz

de luz azul de mi lado menos presentable

y recupero de buena mañana la sensata consciencia

de recordar con arrepentimiento sincero

las palabras que me arrancaste,

-¿o fui yo el que las creo para ti como placebo?-

reflexiono sobre como echar marcha atrás

sin que se note en exceso, no vaya a perder donde caerme muerto,

pero sin dejar como garantía mi cabeza

por una promesa que no reconozco

como a un hijo ilegitimo que esta echando dientes de leche.



Busco a mí alrededor una alarma de incendios para romper el cristal

y accionar una justificación para salir corriendo de entre las llamas

del infierno sin fuego qué preveo

sería que anuncies a tus padres

que tu reloj biológico ha encontrado a un donante.

necesito rehacer mi vida




Mi cuerpo yace sobre la mesa del forense
así que el señor juez ha puesto mi alma
en busca y captura.
Incluso la policía
ha confeccionado un retrato robot
que muestran en las colas de los cines
los domingos de lluvia,
en la de los desempleados
los lunes al sol,
entre los que piden a las puertas de las iglesias
al siguiente domingo de viento sur,
a los cajones hace años cerrados
que una vez guardaron cartas de amor,
a las frases que cambiaron las vidas
de mis personajes
con pronunciarlas una sola vez,
en el callejon sin salida
de las adicciones que juro abandonar
todas las mañanas
y a las que regreso cada noche,
y todos los días a las muñecas
de los suicidas ocasionales
y a las de los burdeles que no me cobran
por la absurda perdida de tiempo
de escribirlas un poema de amor.
He de dar un golpe que me permita huir.
Necesito rehacer mi vida. Sí, tan pronto.
Imaginadla cómo habría sido
si me quitaran lo bailao.
En los aeropuertos con destinos
a los continuos naufragios me conocen.
También en las estaciones de tren
que te arrastran hasta los arrabales
de los laberintos de cielos con cuatro lunas.
No me puedo fiar
de mis viejos cómplices.
Ni dormir dos noches en la misma cama
y aún así, insistes en amarme,
ángel del amor.
Deberías saber que nunca cojo rehenes.
Al menos desde la ultima timba
en que mi escalera de corazones
no llego a igualar a su sonrisa.
Los taciturnos girasoles
serán los únicos testigos de mi fuga
con el botín de esperanza
de los hombres de veinte años.
Robare un coche que abandonare
en la frontera de los apatridas.
Luego, continuare a pie hacia mi destino.
Necesito rehacer mi vida. Sí, tan pronto.
Quién no ha recibido un puñetazo
o una puñalada de joven.
Imaginadla cómo habría sido
si me quitaran lo bailao.