miércoles, 25 de marzo de 2009

hay noches

ianire sagasti


Hay noches en que los sonidos
se reconocen con tal claridad
que parecen descubrirse con la percepción
de los sentidos un animal salvaje.
El murmullo lejano de voces
tornándose en repentino estruendo
al abrirse la puerta del bar,
que deja escapar los ecos de música
inundando las solitarias calles
como un vomito sanguinolento
con manchas de humo y hedor a alcohol.
El taconeo lejano de unos pasos
a los que inmediatamente pongo sexo.
El suave ronroneo del motor de un coche
de policía pasando despacito.
El siniestro silbido del batir de las negras alas
de los demonios que persiguen a una ambulancia.
El chapoteo húmedo de una manguera remota
que borra las pisadas del día hasta convertirlas en barro
cayendo como una cascada de cadáveres por la cloaca.
Los sucios pensamientos y las bonitas palabras
que viajan en la parte de atrás de los taxis,
apurándolos para que no respeten los semáforos
con muestras esdrújulas de mal disimulada ansiedad.
Hay noches que no necesito salir para saber que estáis haciendo,
de que habláis.
Hay en la noche
cosas que no descubro durante el día.
Puedo saber que pensáis.

martes, 17 de marzo de 2009

he olvidado tu cara



ianire sagasti






He olvidado tu cara como uno de esos papelitos
que se me pierden en los bolsillos
con un número de teléfono sin nombre.
Sin embargo, sé que fuiste diciendo por ahí
que abandonarte fue como que pasara de vivir
en un ático del centro de la ciudad
a dormir sobre un lecho de cartones
bajo un puente de la autopista.
He de reconocer que desde que no abduces mis noches
he perdido la prisa y las ganas de seguir siendo bueno.
En mi cabeza arden torbellinos como vendavales de deseos
de abrir la puerta de los taxis cuando pasa un motorista,
de ser yo el que escupa en la mano de las gitanas,
de recortar con tijeras tu silueta en nuestras fotos.
Sé que tengo cara de ingenuo equinoccial
y la tristona mirada del que invariablemente se enamorara
de la chica encargada de meter las balas
para jugar a la ruleta rusa.
No fuiste mi primer error y confío en que no seas el último,
pero tenia ganas de volver a sonreír.
Bendita sea la calle que vuelve a arder
al ver como me alejo
abandonando tu equipaje en su mitad.