miércoles, 24 de septiembre de 2008

la virtud del asesino



Los recuerdos terminan por ser lo único
que llena los vacíos bolsillos del asesino.

Visito lugares que abandoné
esperando reencontrarlos como los dejé,
No me seduce la idea de pasar otra noche solo.
Los paraguas abiertos son una invitación
para que las hojas hagan románticos montones
junto a los bancos retirados de los parques.
Cabizbajo, patento mis ganas de otro cuerpo
con miradas solicitas a las solitarias huéspedes
de la barra del ultimo bar en cerrar.

Mi mayor virtud son mis pecados
y el mayor de ellos la sinceridad.

Mi cuchillo se hunde en tu blanca piel
deshaciéndose como grises cenizas
de las que estallan miles de brasas
que se multiplican chispeando sobre nuestras cabezas,
amenazando con metérsenos entre los cabellos
como la punta de mis dedos buscó en tu pubis,
efervescente e incandescente bajo las sabanas
y entre los filamentos de secuencias de mis sueños.


Contemplo como te alejas,
y antes de que desaparezcas tras la esquina
tu rostro es como el de un retrato.

lunes, 22 de septiembre de 2008

no sé decir no




A vueltas sin saber si es virtud o vicio,
a medio camino entre dar o recibir,
mi mayor defecto según mis mejores enemigos
es que no sé decir no.

El hilo de negra sangre colgando de mi nariz,
que limpio mirándome en el espejo del ascensor
antes de entrar en casa de madrugada,
os certificará que no me resisto a ninguna invitación
para ir a la puerta del bar o a sus lavabos.

Así es como busco también el amor
-o si lo preferis, la vida-
entre mujeres que nunca dijeron que no.
Bellas estupidas y conflictivas mujeres
de ojos sin vida y pechos como nubes
de los que los incautos se enamoran
para acabar deseando estrangular.

Debe ser que tengo dos manos izquierdas
y es por ello que no puedo asir la barandilla
de la escalera de la salvación ni del cadalso.
Que me desenvuelvo con extrema torpeza
y cuando señalo algo que ambiciono
parezca estrábico, y Dios no acierta con lo que le pido
o, posiblemente, me castigue concediéndome
los juguetes de mis suplicas
pero desprovistos de alma
que llene ese absurdo vacío que cree necesitarlos.



jueves, 18 de septiembre de 2008

caminar descalzo por las calles


foto rober barret




Hay mañanas que me apetecería
dejar mis zapatos en casa;
caminar por las calles descalzo.
También me gustaría no ponerme la ropa,
pero quizá pueda ser que yo o mi pudor
no estemos aun preparados.
Seria una manera de contrarestar
que duermo todas las noches vestido
estirado sobre la cama sin abrirla,
asumiendo estar preparado para la muerte.
Bueno, no sé mentir y ser convincente a la vez,
asi que he dejado de pensar en ciertas cosas,
incluidas muchas de las que antes me gustaban.
A pesar de ello sigo albergando
la honda esperanza
de no haber vivido en balde
y que llegare a oír algún día
las palabras que bastarían para sanarme.

CORRO


Nunca he sido bueno

y ahora no me queda ya tiempo

para serlo.


Lo sé, porque he llegado a ese momento

de censar mis arrepentimientos

y dudo

de cuales poner primero.



Si los de lo que no hice.

Si los que hice sin pensar.

Si los que aún sigo lamentando.



Aún así, vendo cara mi cínica piel.

Si hay algo que no he aprendido

lo invento.


Me han salido previsores ojos en el cogote

para huir de los incendios,

de los derrumbes,

de quedar atrapado por los escombros.



Corro,

corro hacia delante,

por lo que parece un estrecho pasillo.

Siempre

ignorando si encontrare una puerta

o una ventana.

Nocivo


Tengo la impresión de que en cada cosa

que he emprendido en mi vida

ha habido algo nocivo desde el principio.




Quizá sea que cuando exhale

la primera bocanada de aire,

trague la caliente cola de una nube tóxica.



Así que la impronta que dejo en todo lo que toco

es la de una huella contaminada.




Siempre, he deseado haber podido caminar inmaculado

sobre los cadáveres que exigía mi propia supervivencia,

y lo único que anhelo ahora

es deshacerme de mi piel.




Mudarla como si fuera un lagarto.

¿No basta con vivir sólo una vez?.

Se puede vivir preguntándome siempre

¿saldré de esta?.

miércoles, 10 de septiembre de 2008


En el piso de arriba
el llanto de un niño
es el preludio de unos pasos
que caen de una cama
y soñolientos por el pasillo,
con el pecho abierto,
acuden a depositar
de nuevo en su cuna al silencio.

Los sigo con los ojos por el techo
extendiendo unos invisibles hilos
de ansiedad de fundirme
en ese extrañado calor
mezclado con tu olor.

Me incorporo como lo hacen los elefantes,
girando mi cuerpo
para poner mis pies descalzos
sobre la alfombra de Aladino;
enciendo la luz de la mesilla
y busco donde apuntar;
así es como comienzo mi carta a Peter Pan

-“había un niño que no sabia realmente de su padre
pues este se hallaba preso en el castillo de una malvada bruja”….-
no eso no, mejor decir …”que estaba en manos de unos crueles piratas
que secuestraban el tiempo de estar con su hijo
y las noches las pasaba escribiendo cartas
al niño que nunca termino de conocer
y los días mirando a través de los barrotes viendo a los buques partir del puerto
preguntándose si alguno de aquellos viajaría al mismo país
donde habita a quien él nunca dejaría de querer…”

…“en su mente convivían dudas dispares
que lo atormentaban
y otras veces lo consolaban,
como saber si libre al fin de su cautiverio
reconocerían sus ojos a los de su niño
o encontraría por el contrario los de un hombre,
con la cabeza ocupada en las cosas que los hombres la tienen,
con la mirada poco sincera y huidiza
de quien ya ha probado la verdad y la mentira,
si ya no le hará falta quien le enseñe nada
o no precise escuchar ya a nadie”…




…“lamentándose de su suerte efímera de saberse padre
y sino seria mejor unirse a los piratas
para condenarse eternamente a vagar por los mares
procurando combatir la soledad
haciéndose amigo de alguno de los gordos Ángeles
que se sientan en los mástiles sobre los aparejos de las velas,
con mal disimulada falta de curiosidad,
a contemplar como los mortales se afanan en sus labores”…

miércoles, 3 de septiembre de 2008

MANO IZQUIERDA (revisado)


Últimamente venía notando

que mi mano izquierda

ha comenzado a hacer cosas

que no la había enseñado.

No sé desde cuanto tiempo atrás

lleva instintivamente abriendo puertas,
estrechando manos,

indicando direcciones.

Efectivamente nadie la había educado

ni preparado para esos cometidos,

pero como tampoco la mano diestra protesta

(quizá cansada de ser toda la vida

la que se ocupaba de todo

y estar satisfecha por recibir esta inesperada ayuda).

Lo cierto es que no lo hace mal
ni tengo motivos de queja

-no voy a estas alturas a ser quisquilloso
ni me voy a preocupar con que mejore

más mi extrema torpeza,
cuando toda mi vida ha sido algo

por lo que ya he sido criticado-

asi que la permito que sea ahora

ella la que me acaricie,

la que firme en mi nombre y la que empuñe

la maquinilla de afeitar.

Incluso accedo cada noche

a que sea la que escoja

el pasaje de la Biblia que vaya a leer.





Fue de esta manera como de un tiempo a esta parte

es mi mano izquierda la que corta mi destino

para que la pitonisa de turno me eche las cartas;

mientras, la derecha, desplazada de sus buenas costumbres,

paga la cuenta o recoge las ganancias de una mesa,

o cuando la izquierda se ve obligada a protegerme el rostro

ella nos defiende a ambos de un equivoco con los acreedores.

La izquierda rápidamente busca argumentos

que sorteen la negociación de mis apuestas sin límite

dando al resto de órganos lecciones canallas

sobre como escapar por la puerta trasera.

sin dar explicaciones, y otras cosas que no nos cuenta.

No cabe en mí la menor duda moral de que en mi final

sea mi diestra la que recupere el protagonismo en nuestra despedida

pues la zurda ya sólo vive con pasión

para escarbar lentamente una tumba.